Estando unos días de vacaciones en Castellón, me enteré del fallecimiento de mi gran amigo, el general de división Jose Colldefors Valcárcel. Hace ahora más de cuarenta años, a través de una carta, comenzamos una gran amistad sincera, tal como era este gran soldado. En aquellas fechas era el teniente coronel-jefe de una bandera paracaidista y siempre demostró su sinceridad, campechanía y, al menos conmigo, tenía un trato paternal. Cuando comencé a publicar mis artículos en El Faro de Ceuta, se los enviaba y siempre me decía lo mismo: “sigue adelante que yo te leo con mucho cariño”. Tuvo un detalle conmigo que jamás olvidaré; con motivo del 50 Aniversario de la Guerra de Ifni en Paracuellos, sede de la Brigada Paracaidista, se celebró un brillante acto, al que el general Colldefors me invitó, reservándome en la mesa presidencial un lugar con mi nombre. Desde aquí al cielo, ¡gracias mi general!
Un gran soldado portador de valores
Cuando vine a conocer al general Colldefors me dijo que era valenciano y como tal, éramos paisanos, él de Valencia y yo de Castellón. Con la campechanía propia de él y de su trato cercano, era uno de esos hombres que se hacen querer. Era sencillo y siempre preocupado por sus inferiores, tratándolos con humanidad para que estuvieran contentos a pesar de las dificultades como era en aquellas fechas en la Campaña de Ifni; el entonces teniente Colldefors ponía su corazón para que sus ‘paracas’ pasaran el menor sufrimiento.
Jamás permitió injusticias bajo su mando, y menos aún maltrato a sus inferiores. Fue un hombre grande de corazón en todos sus actos, tal como así lo definió una intelectual “la grandeza y el amor, como los perfumes, los que los llevan apenas los sienten”, Cristina de Suecia.
En una extensa carta de varias cuartillas, el general Colldefors me narró con todo detalle lo que vivió como teniente de la 1ª Sección de la 8ª Compañía de la II Bandera en los combates de Ifni. En aquella carta, que aún conservo, afirma que con mucho dolor vio caer algunos de sus paracaidistas y tuvo que tragarse las lágrimas. Fue en un número extraordinario de la revista Boina Negra, donde como protagonista narró los recuerdos de él y de sus compañeros y así afirmaba: “yo me siento infante y paracaidista y los sentimientos son los que te obligan a escribir con sinceridad y la historia ha de ser escrita por los que la vivieron”. Es decir, nunca por aquellos que cuentan lo que otro le dijo, o que se lo había oído a otros. En definitiva, ninguno de ellos lo vivieron.
Las lágrimas del teniente Colldefors en la liberación de El Tenín
Lo recuerda con enorme dolor al mando de la 1ª Sección de la 8ª Compañía de la II Bandera, cuya compañía la mandaba el capitán Alejandro Román Páez, que venía curtido de otra guerra. Era con sus hombres los elegidos para la liberación de El Tenín.
La 8ª Compañía la componían tres secciones con Joaquín Caridad Arias, en la actualidad residente en Puerto de la Cruz (Tenerife), Jose Colldefors Valcárcel y Adolfo García Calvo, con una sección de la 6ª Compañía al mando del teniente Francisco Gomila Pujol.
La liberación del Puesto de El Tenín era un poco complicada. Este estaba al mando del teniente de la Pacua y los tenientes de tiradores Arturo González Martínez y Arranz y una sección de policía indígena, en el que había varias mujeres y niños.
El día 7 de diciembre de 1957 a las 10 de la mañana las fuerzas de la 8ª Compañía libera el fuerte. Lo que allí se vivió es imposible de narrar; abrazos, besos y lágrimas al verse liberados tras varios días cercados por el enemigo. Inmediatamente una vez liberado el puesto se ponen varias minas y granadas para volar el puesto y así no lo pudiese aprovechar el enemigo. El repliegue fue muy duro, ya que el enemigo no podía soportar que se le escapase aquel puñado de valientes, por lo que trataron por todos los medios atacar con dureza a los defensores de El Tenín.
Aquí es cuando el entonces teniente Colldefors narra lo que vivió: “el repliegue fue muy duro. Para los combatientes el proteger aquel conjunto de hombres, mujeres y niños se pagó con un caro tributo de sangre, tuvimos once bajas. En nuestras mentes siempre estarán aquellos que cayeron heroicamente defendiendo el honor de España. Allí cayeron los paracaidistas de la 8ª Compañía que se citan a continuación: Antonio Arjona Hidalgo, Jose Hardán Martín, Manuel Albacete Mate, Pablo Cutrona Sardinero, Raúl Rodríguez Amado, Fernando Martínez García, Diego Zambrano Zambrano, Domingo Mirando Vidueiras, José Urbao Aragu, Ramon Vilariño García, Abdón Clemente Gallego, y José María Jiménez Morales”.
Hasta aquí lo que el general José Colldefors Valcárcel recuerda de lo que vivió, y que con dolor en su corazón tuvo que tragarse con muchas lágrimas. El día 4 de septiembre de 2021 realizó su ultimo salto hacia el cielo y allí, en el gran acuartelamiento que es el cielo se habrá reunido con todos sus paracaidistas, donde allí no hay ni envidias ni rencores, solo paz y amor junto con el Señor de los Ejércitos, nuestro Señor Jesucristo. El general Colldefors encontró lo que tan acertadamente