La barriada de Villajovita aún no da crédito a que hayan pasado diecinueve días desde que Pepe Luis, un vecino querido por todos y al que recuerdan con cariño, dejara sus plantas y su perrita Canela con ellos. Han pasado diecinueve días desde que su hermano le arrebatara con 75 años, aquel 17 de septiembre, la vida con sus propias manos. El destino a veces es caprichoso y juega con la vida de esta manera. Cuesta entender la pérdida de un ser querido, pero sobre todo resulta difícil comprender que dos hermanos que han pasado toda la vida juntos pudieran llegar a tan fatídico desenlace.
Todos en su barrio recuerdan a Pepe Luis como una persona afable, pero sobre todo un amante de las plantas y de los pájaros. El de esta mañana ha sido un entierro difícil, pero este martes sus vecinos y amigos más cercanos le han despedido en la más absoluta intimidad. Hasta allí, hasta el cementerio Santa Catalina, sus vecinos han ido para acompañarle con su perrita Canela y una de sus macetas para que también pudieran dar un último adiós a su dueño y amigo.
Hace una semana hubiera sido su cumpleaños. Sus vecinos pegaron el pasado martes una carta en la puerta para recordarle en el que hubiera sido su 76 cumpleaños. Ahora su cuerpo descansa en el cementerio de Santa Catalina, tras las gestiones realizadas por la funeraria Cuatro Culturas para dar sepultura a Pepe Luis.
Una noticia que conmocionó a un barrio entero y que aquel jueves 18 de septiembre amanecía roto de dolor. Era una persona querida por todos. Su afición era cuidar unas plantas que luego vendía entre sus vecinos para sacarse algo de dinero. Siempre con su eterna sonrisa y con sus pájaros, así le recuerdan todos. Un caballa que vivió durante toda su vida en Villajovita y que su barrio no olvida. Aquellas conversaciones con los vecinos en las puertas de sus casas y los típicos chascarrillos que solía contar permanecerán en el recuerdo, en las calles de su barriada, que hoy guardan silencio.