El cementerio de
Sidi Embarek ha acogido este miércoles el entierro del joven cuyo cadáver fue recuperado por los GEAS de la
Guardia Civil este pasado sábado en Ceuta. Ha sido imposible conocer su identidad debido al avanzado estado de descomposición en el que se encontraba. Tampoco se sabe su edad.
En la tumba
4464 descansa para siempre este varón del que en un principio se sospechó que pudiera ser subsahariano. Pero todo apunta, ahora con más peso, a que podría tratarse de un
marroquí o incluso de un asiático. Solo vestía una ropa interior y al menos llevaba muerto entre 15 o 20 días. Tenía el pelo muy liso pero no se ha podido apreciar algún rasgo que pudiera servir para su identificación plena o, al menos, para abrir una vía posible, un camino que ayude a saber de sus orígenes. En Sidi Embarek ha tenido un entierro digno, allí se le ha rezado y despedido. Queda la incógnita de su identidad. Y eso es sin duda el gran fracaso en este tipo de casos, que no se pueda saber quién es y que su familia tampoco conozca de su muerte.
El cierre de la frontera y sus dramáticas consecuencias
Es la víctima de una nueva travesía frustrada en el mar, encuadrada en uno de los años con mayor volumen de tragedias coincidentes con el cierre de la frontera y con el ánimo de muchos jóvenes de cruzar a Ceuta o, al revés, de intentar volver a Marruecos al quedarse atrapados en una tierra que no es la suya.
Las víctimas de esa frontera sur han sido cuantiosas, enterrándose prácticamente casi todas en una de las zonas de Sidi Embarek que vienen a demostrar el drama por unas muertes que no cesan. El cuerpo de este joven fue rescatado por los GEAS después de que los ocupantes de una embarcación lo vieran flotando en el mar, a la altura de Calamocarro.