Cuando en la madrugada del 18 de julio de 1936, era asaltada la casa del Pueblo de Ceuta, donde tenían su sede la UGT y el PSOE, en la calle Agustina de Aragón (callejón de Bocarro), no solo se expropió un edificio, se perdió la memoria de esas entidades, sus archivos, militantes, reuniones, fotografías, actas...
Y después de casi ocho décadas, nada o muy poco sabemos de ella. Tan solo algunas notas sueltas en algún consejo de guerra y poco más.
Aquellas últimas horas en la tarde del 17 de julio, fueron muy intensas, desde que los dirigentes del centro obrero tienen conocimiento de la sublevación comenzada en Melilla sobre las 15,30. En sus pasillos y despachos se suceden las reuniones, con el fin de estudiar los sucesos que se estaban desarrollando. Sin saber el alcance y repercusiones que conllevaría la sublevación de varios militares en Melilla, toman dos acuerdos, el primero organizar para el día siguiente, 18 de julio, una huelga general como protesta, (ni pensaban que a medianoche los golpistas tomarían Ceuta). Por otra parte a las cinco de la tarde una comisión formada por los miembros del Frente Popular de izquierdas, Juan Medina de Aragón, Juan Rivas Cortes y Rafael Jiménez Cazorla, visitan al delegado del Gobierno José Ruiz, para que tome medidas antes los sucesos de Melilla y les entreguen armas para repartidlas entre los miembros de la Casa del Pueblo, y con ello defenderse de una posible sublevación.
Pero los acontecimientos se precipitaron, sobre las once de la noche el teniente coronel Juan Yagüe, entra en la ciudad con tropas que vienen desde el cercano acuartelamiento de Dar Riffien. La ciudad es tomada y comienza el asalto a la Casa del Pueblo y las detenciones. Ceuta se convierte en una ciudad llena de miedos y recelos. Desde la madrugada del 18 de julio y con la ayuda de patrullas de falangistas, comienzan las detenciones selectivas de los miembros del Centro Obrero. Las organizaciones sindicales y políticas en Ceuta sufrieron una brutal represión. Cuando intentamos reconstruir su historia, nos faltan esos documentos. Pero sobre todo nos faltan personas, con nombres y apellidos, esos nombres que fueron arrojados a la fosa del cementerio del cementerio de Santa Catalina, allí reposan 268 ceutíes que lucharon y defendieron la libertad y la democracia.
Con ellos desapareciendo todos sus documentos, afiliados, actas, banderas, archivos, libros… algunos muebles aparecieron posteriormente en las dependencias de la falange local. Este centro obrero desarrolló una labor educativa, cultural, social, asistencial. Incluyendo el cooperativismo, el mutualismo y la formación profesional. Aquella Casa del Pueblo en Ceuta constituyó, sin duda, uno de los espacios de sociabilidad obrera por excelencia, siendo una especie de “Sociedad de sociedades“, y lugar de formación del obrero, así como receptáculo de buena parte de su actuación sindical y política. Poseían la peculiaridad, además, con respecto a otros ámbitos formales de reunión, los Ateneos libertarios, las Universidades Populares. También compartidos por la clase obrera, de su absoluta especialidad para tal fin exclusivo y el hecho de que, mayoritariamente, fueron creados y regidos por la propia clase que la llegó a ocupar en su día.
La Casa del Pueblo fue mucho más que un edificio, en los que tuvieron lugar determinados acontecimientos relacionados con la historia del movimiento obrero en Ceuta. Durante la segunda república la sede de la calle Agustina de Aragón fue un hervidero de vida sindical y política. Fue donde se establecían las secretarías de los sindicatos fundamentalmente, así como un amplio abanico de organizaciones promovidas desde las instituciones. Aquel último e histórico 1º de mayo de 1936, se vivió en la Casa del Pueblo de una manera especial, se citaron para el día 29 de abril a todas las sociedades y partidos que tomarían parte en la manifestación. En los amplios salones del centro obrero se ultimó los detalles. Los asistentes según un documento que he tenido acceso fueron: Orquesta Sinfónica, Comité Alianza Obrera, Izquierda República, Unión Republicana, Juventudes Socialista, Comunista y Sindicalista, Federación Universitaria de Estudiantes, UGT, PSOE, Radio Comunista de Ceuta, Agrupación Sindicalista, Sindicato de autobuses de Correos y Telégrafos, Sociedad de chóferes, Agrupación de dependientes, Sociedad de estibadores, Asociación de Magisterio, Sindicato de vendedores del mercado, Asociación de empleados del Estado, Asociación de la prensa y Alianza de labradores.
A todas las asociaciones y partidos, se les entregó la siguiente octavilla: «Al llegar la cabeza de la manifestación al lugar comprendido entre la Farmacia Zurita y el Precio Fijo, (Aquí se instaló un arco de flores y en su parte superior en grandes letras se podía leer UHP. Se hará alto procurando las juventudes de los partidos, resistir la presión de la columna proletaria al objeto de que solamente la presidencia se destaque a entregar las conclusiones al Delegado del Gobierno, mientras la presidencia entrega las conclusiones, los abanderados se abrirán paso entre la multitud para pasar a ocupar un sitio en la tribuna que se haya en la Plaza de la República, la música se colocará al pie de la tribuna, una vez entregada las conclusiones la presidencia pasará a la tribuna y acto seguido se organizará el desfile ante la tribuna y público en general.
Se inauguró en los años veinte
Pese a los escasos documentos que tenemos de la Casa del Pueblo en Ceuta, podemos asegurar que en la década de los años veinte del siglo pasado fue cuando se inauguró. La Ceuta de principios del siglo XX vivió una efervescente actividad asociativa. Las Sociedades federadas que iniciaron la andadura en el centro obrero fueron el PSOE, la Sociedad de Albañiles, la de Carpinteros, la de Panaderos, portuarias, de la Aguja, electricistas… En sus salones se vivían las reivindicaciones de los derechos laborales y políticos, siendo continuos los llamamientos a los trabajadores para su movilización. Fue en este espacio donde tuvieron lugar las asambleas más relevantes del PSOE y de la UGT, así como una ingente cantidad de actividades culturales de todo tipo: teatro, cine, poesía, conciertos, conferencias, recitales, etc. La Casa del Pueblo de Ceuta fue sobre todo un centro de formación en el que se inculcaban los valores de libertad, igualdad, justicia y solidaridad que caracterizan al socialismo democrático. Fueron en toda España auténticas escuelas de práctica democrática. Todos los afiliados y afiliadas tenían los mismos derechos y obligaciones; participaban en pie de igualdad en sus asambleas y congresos y podían acceder en libre competencia a sus cargos directivos. Con mandatos limitados y debiendo rendir cuenta públicamente de su gestión. Estaba totalmente prohibido el juego de azar y la venta de bebidas alcohólicas. Una de las principales distracciones eran la música y el teatro. Siempre se habilitaba un modesto escenario para poder representar sencillas y cortas obras de teatro, dar recitales de poesía o charlas y conferencias sobre diversos aspectos de la cultura en general.
La doctora Castillo, represaliada por impartir una conferencia en la Casa del Pueblo
Tras el golpe del 36, la doctora ceutí Antonia Castillo, recibió un escrito del delegado de Orden Público en diciembre de 1938, donde tras recabar información a la falange local se le acusa de impartir una conferencia a las mujeres de los obreros durante la Segunda República. Ella, pese a ser la primera mujer médica en la ciudad y tener un gran prestigio entre los ceutíes, sabe que sus horas como funcionaria municipal están contadas. Aquella conferencia sobre la maternidad en la Casa del Pueblo, no fue bien vista por las nuevas autoridades franquistas.
Ella pese a los informes y presiones continúa en su puesto de trabajo, como funcionaria medica, a pesar de los condicionantes adversos. Está observando desde el mismo inicio de la sublevación que muchos de los compañeros de su marido son detenidos y fusilados. Ella sabe que a todos los funcionarios que hayan tenido alguna vinculación con partidos políticos o sindicatos se les está instruyendo un expediente de depuración.
La doctora Castillo como su marido Luis Abad, profesor del Instituto Hispano-Marroquí y presidente de Izquierda Republicana en Ceuta, frecuentaban la Casa del Pueblo, para participar de los movimientos obreros. Ceuta en la década de los años veinte se abre a todos esos obreros que llegan, son muchos los empresarios y trabajadores que vienen al compás de la apertura de las explotaciones en el Protectorado trazado de carreteras, vías férreas, la construcción de viviendas, las obras portuarias...
Todo ese flujo de peninsulares produjo la demanda de una gran cantidad de mano de obra, yllevó a que comenzaran a afluir a Ceuta los obreros que, por otra parte, no encontraban trabajo en el resto del país, dando lugar a una avalancha de población civil. Estos primeros conflictos sociales en la Ciudad fueron coetáneos de la implantación de los intereses políticos y económicos desarrollados al compás de la ocupación económica y militar, con el inicio del Protectorado en Marruecos, las sociedades de socorro, las corporaciones de ebanistas, albañiles, peones, metalúrgicos, estibadores, cargadores portuarios, cocineros, y con ellas seguro.
En la Casa del Pueblo de Ceuta, se domiciliaron un gran número de sociedades y organizaciones obreras. Sus dependencias eran sencillas pero llenas de máquinas de escribir. En todas, en el interior, despachos y más despachos, una sala de actos que también vale para mítines, una biblioteca. Los obreros tienen así algo que es de ellos mismos, donde además se les enseña a leer y a escribir, pero también se les da a los más avanzados enseñanzas propias. La Casa del Pueblo fue el nexo de unión de los obreros que arribaban a la ciudad.
En mayo de 1931, la Casa del Pueblo organizó un acto en honor de Pablo Iglesia, y con ello dar el nombre a una de las calles más céntricas de la Ciudad. El dirigente socialista y presidente del Centro obrero durante la República, Sebastián Ordóñez (sus restos están en la fosa común, tras ser fusilado), dirigió los preparativos junto al presidente del PSOE ceutí Jiménez Cazorla. Los días anteriores tuvieron lugar charlas informativas sobre la figura de Iglesias, con la finalidad de concienciar a todos los trabajadores del carácter reivindicativo de este líder socialista. Este centro formaba parte importante de la sociedad obrera ceutí, también tuvo un importante protagonismo en la multitudinaria manifestación del 1º de Mayo de 1936, donde llegó a reunir a partidos políticos y sindicatos.
Casa Sindical
Actualmente, los obreros se reúnen con los sindicatos en lo que conocemos como “Casa Sindical”. Recordemos que fue en 1977, cuando la UGT de Ceuta sale a la calle tras cuarenta años de prohibición y poder celebrar aquel 1º de Mayo en libertad. Recordemos a sus secretarios generales Francisco Muro, Alejandro Bodas, Soledad Ruiz, Alejandro Curiel, y el actual regidor de la organización Antonio Gil. Aquel año fue rico en acontecimientos para el mundo sindical. Las principales centrales actuaban abiertamente y el Gobierno hacía la vista gorda, mientras en el Parlamento se discutía un Decreto-Ley de Relaciones Sindicales, que se aprueba el 30 de marzo, y que reconocía la libertad de asociación sindical. El 28 de abril se legalizan los sindicatos UGT, CC.OO. y USO. No sería, sin embargo, hasta que Nicolás Redondo, encabezando una delegación sindical española, ocupara en la LXII Conferencia Internacional de la OIT el lugar que cuatro décadas antes había pertenecido a Francisco Largo Caballero que los Sindicatos quedaron "de facto" legalizados en España. En enero del 77 se presenta en Madrid, en el cine Capri, el sector "histórico" de UGT. Como la historia de UGT sigue un curso paralelo con la del Partido Socialista Obrero Español, no es de extrañar que, a raíz del Congreso del Partido que se celebró en Toulouse en 1972, en el que vencieron los "socialistas del interior", y al desgajarse el PSOE en dos sectores (el "renovado", dirigido por Felipe González, y el "histórico" dirigido por Rodolfo Llópis), su brazo sindical corriera la misma suerte. Recordemos que fue un 12 de agosto de 1888, cuando veintiséis hombres tomaban asiento en el salón del círculo socialista de Barcelona, para iniciar el primer congreso nacional obrero, estos 26 delegados, representaban a 44 sociedades de todo el país y a un total de 4.668 afiliados.