La secretaria general de la Unión Federal de Policía (UFP), Ana Moya, ha denunciado que el protocolo de actuación ante las agresiones a efectivos policiales es “totalmente ineficaz” y es por ello que han exigido “medidas preventivas y drásticas” para evitar que los actos violentos contra los funcionarios del Cuerpo Nacional de Policía vuelvan a repetirse. Estas declaraciones surgen al hilo del último atentado sufrido por un zeta en la subida al puente del Quemadero este miércoles. Durante el traslado de un detenido sobre las 20.30 horas, el vehículo policial fue atacado por una lluvia de piedras, una de las cuales, de gran envergadura, impactó contra la luna delantera, provocando la abolladura del cristal y el resquebrajamiento del mismo, como consecuencia de lo cual las esquirlas del parabrisas se expandieron por el interior del vehículo aunque, afortunadamente, sin provocar lesiones a sus ocupantes.
Indignación sindical
Moya ha mostrado su “indignación” ante la actitud adoptada por la Jefatura de la Policía Nacional, cuyo máximo responsable, José Luis Torres, no comparte opinión con el sindicato, tal y como dejó entrever en la última reunión mantenida con los sindicatos policiales. “Nos dice que el protocolo funciona bien, pero día a día se demuestra que no es así”, apunta la representante sindical, asegurando que “los puntos desde donde se inician los apedreamientos son “fáciles de controlar y de muchas maneras”.
A juicio de Moya, la Jefatura tiene las “herramientas” necesarias para solucionar estos ataques, “porque lo que no se puede consentir es que los compañeros se estén jugando la vida constantemente y prácticamente ya a diario”.
Para la responsable sindical, la plantilla policial cuenta con los suficientes efectivos de cara a la implantación de medidas preventivas. “Lo mismo que se adoptan en el traslado del Medinaceli se puede hacer a diario con los compañeros, porque estamos hablando de su integridad física y su vida. Es inconcebible lo que está ocurriendo en la actualidad”.
Los funcionarios del Cuerpo Nacional de Policía “sienten un malestar generalizado y temen por su vida”, pero, no por ello, apunta Moya, “van a dejar de hacer su trabajo porque son buenos profesionales”, concluye.