Cuando se aborda el turismo accesible se tiende a pensar en un tipo de oferta ortopédica, adaptada, basada en las rampas y en grúas automatizadas. Enrique Rovira-Beleta, arquitecto experto en lo que él denomina “accesibilidad desapercibida” y consultor de renombre, quiere eliminar esta idea nada más empezar su clase magistral impartida ayer en la Biblioteca Pública del Estado: “El turismo accesible es para todos, para el turista sénior, el ciego, el que anda mal, el cognitivo y también la silla de ruedas”.
Con un aforo de unas 20 personas, Rovira-Beleta congregó ayer a técnicos turísticos, expertos hosteleros, agentes públicos, responsables de establecimientos turísticos y antiguos alumnos que asistieron a su última clase que ofreció en Ceuta en el año 1991.
En todo momento les trasladó que las soluciones en accesibilidad y los ajustes “razonables” pueden abrir un nuevo mercado, que genera un buen volumen de negocio y que tiene gran capacidad de difusión entre potenciales visitantes. “Un lugar turístico adaptado no es nada habitual en todo el mundo, no solo en España. Cuando tenemos una buena experiencia, el boca a boca os ayuda”, destacó, refiriéndose a los propios asistentes.Para calcular este volumen de negocio, el experto detalló las cifras del ‘Informe turismo inclusivo y empleo’, de la Fundación Adecco. Según esta publicación, en España viajaron en 2017 cerca de 105 millones de personas, sumando turistas foráneos y españoles. De este montante, el turismo accesible son 5,9 millones de ciudadanos, de los que el 56% admite no poder salir de vacaciones por falta de oferta turística accesible en algún punto del viaje. Esto no solo engloba a las personas con algún tipo de discapacidad, sino también a familiares, amigos y acompañantes que deben suplir las carencias en accesibilidad, ya sea ayudando a una persona con ceguera o haciendo maniobras con una silla de ruedas.
Un lugar ortopédico no gusta a nadie, lo más fácil y económico es hacerlo accesible”
La solución a esto, según Rovira-Beleta, no pasa por adaptar porque “un lugar ortopédico no gusta”, sino que lo más sencillo y económico es hacerlo todo de manera accesible desde el primer momento, “que no se note para el resto pero con detalles que para mí son de vital importancia”. En opinión de este consultor, es la normativa y las administraciones públicas quienes deberían exigir a los agentes turísticos que implementen la accesibilidad en su oferta mayoritaria, y que pueda servir tanto a la persona con movilidad reducida como a familias que usen carritos de bebé.
Una intervención que destacó en la clase magistral fue la realizada por la compañera y ayudante de Enrique Rovira-Beleta, Ana Folch, en la que desglosó la complicación de acceder a la oferta de ocio para personas con silla de ruedas. A través de capturas de pantalla de páginas web de venta de billetes, Folch explicaba cuáles habían sido los problemas que cada portal le había dado -si es que llegaba a ofrecerse una localidad para personas con movilidad reducida-. Los principales inconvenientes estaban en la imposibilidad de encontrar dos asientos contiguos, la obligación de llamar para obtener un ticket, esperar una hora antes del inicio del espectáculo para saber qué solución ofrecen a cada persona y no poder hacer la compra online.
“En definitiva, falta formación, sanción e información. Pónganse en manos de especialistas”. Rovira-Beleta consideró que no todos los establecimientos deben estar adaptados, pero sí debe haber un esfuerzo de transparencia por parte de los hoteleros para que den a conocer qué soluciones proponen. No todos los usuarios son igual de ágiles, ni requieren las mismas instalaciones. “Al menos, publiquen fotos para saber cómo lo tenéis montado”, aconsejó.
Rovira-Beleta, como usuario de una silla de ruedas desde hace más de 30 años, fue explicando a los asistentes en qué estado se encuentra Ceuta en materia de turismo accesible tras pasar un fin de semana de ocio en la ciudad. Como buena noticia, destacó el número de taxis adaptados disponibles, cinco, asegurando que supera en proporción relativa a otras grandes ciudades españolas. Barcelona (100) y Madrid (600-800) fueron los ejemplos de situación “ideal”, especialmente por la restricción de los ayuntamientos para otorgar licencias a vehículos no adaptados. Como nota ‘regular’, el experto mencionó al hotel en el que se aloja, “que está bien pero es mejorable”, mencionando situaciones problemáticas en los baños. Como nota final, reseñó que en Ceuta “se come de maravilla, esta ciudad es una pasada”, pero recordó que los potenciales turistas vendrán próximamente en scooter, en mención a algunas pendientes pronunciadas de la ciudad.
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