Otra vez la eterna cuestión. La escala del Thomson Dream, el miércoles, con sus casi 2.000 personas a bordo, volvió a escenificarnos lo de siempre. Muchísimas tiendas cerradas. Turistas carentes de una amplia oferta de compras, de ocio, de interés patrimonial, histórico, artístico… El delegado del Gobierno estuvo muy oportuno en su artículo, la víspera. Una llamada a la sensatez para tratar de dar, de una vez por todas, un giro de tuerca a tan anodina situación. No pudo ser. Pero no sucedió sólo con los ingleses. La festividad del 1º de Mayo acercó también a la ciudad a visitantes del vecino país, y si no lo hicieron en un mayor número, como me comentaba un comerciante, fue por temor a encontrarse con todo cerrado y una ciudad materialmente desierta como en otras ocasiones.
La arribada de trasatlánticos o de buques de la Armada rusa no es casual. Se programa con uno o dos años de antelación. Tiempo suficiente para poner en marcha todo el abanico de estrategias que permita a los visitantes encontrarse con una ciudad que aspira a ser un referente turístico. Lo mismo que en las fechas en las que la clientela marroquí suele acudir, atraída por nuestro comercio que para ellos sigue siendo atractivo. Pero no hay forma. Imposible.
Y mire Vd. que lo de hacer esa Ceuta turística –la del monocultivo del bazar fue otra cosa– no data desde el aterrizaje en Fitur o en otras ferias. Viene ya de hace más de 80 años. Visto lo del martes no me he resistido a tirar de la primera página del diario local La Opinión, el antecesor de nuestro El Faro, del 14 de abril de 1929. La que ven reproducida parcialmente y de la que cabe extraer párrafos que no tienen desperdicio. Decía así entre otras cosas el desaparecido rotativo:
“Confesemos que si hasta en el último rincón de España se preparan para el paso o recepción de forasteros, no hay derecho a que en esta hermosa ciudad de Ceuta, no se haya hecho, ni siquiera se proyecte nada en ese sentido”. (…) “Estudiemos pues, serenamente y sin apasionamiento de ninguna clase cuanto debemos preparar o hacer, relacionado con las visitas del turismo que se avecinan, y sin sacrificios ni oficiales ni particulares, pero con cariño y buen deseo obremos mirando siempre a los intereses de Ceuta…”.
¿A qué nos suena esto? Prosigamos. “A los datos de barcos nacionales y extranjeros que tienen anunciada su visita para fecha próxima, hay que resaltar el trasatlántico Reina María Cristina (…) y sumar los de dos hermosos barcos de turismo norteamericanos, dos más alemanes, un francés y un inglés que sepamos nosotros. Además, de que por nuestras agencias de Madrid, sabemos, que el nombre de Ceuta y los de Tetuán y Xáuen suenan en estos momentos en todas o casi todas las combinaciones de turismo, que con motivo de las exposiciones españolas se preparan en todo el mundo.” (…) “Y como honor grande, profundamente agradecido por todos los hijos y habitantes de Ceuta, inaugura las corrientes de turismo hacia nuestra ciudad [ ? ], por su regia y espontánea voluntad, su majestad la reina María de Rumania, acompañada de su bellísima hija la princesa Ileana, que señalarán fecha inolvidable en nuestra historia local”.
Luego ocurría que llegaban los trasatlánticos y a la mayoría de los turistas se los llevaban en autocares a Marruecos. Más o menos como también sucedió el martes. Han pasado 84 años y seguimos igual. Es una lástima que los esfuerzos desarrollados por la Autoridad Portuaria para captar escalas de cruceros, invirtiendo además para ello en el atraque de gran calado que al efecto se realizó en el muelle de España, no se vean correspondidos con la unión de las demás partes implicadas para rematar la causa. Confederación de Empresarios, Cámara de Comercio, Sindicatos y Ciudad Autónoma tienen que remar juntos. Negóciese entre todos las soluciones pertinentes que permitan arbitrar un marco de estabilidad y garantías para posibilitar esa Ceuta turística, real y no de palabras o peregrinajes por ferias y muestras, cuyos resultados ya conocemos.
Pero insisto, no sólo mirando al puerto. Turísticamente hablando, Ceuta debe ser una ciudad de establecimientos abiertos, acogedora, competitiva y con alicientes, pensando también en esa emergente clase media marroquí, para lo que sería preciso publicitar debidamente la ciudad bajo todas las formas posibles en el vecino país.
Por supuesto que la apertura en festivos o en sábados por la tarde no ofrecería frutos de hoy para mañana. Han sido muchísimos los años de dejadez e intenciones frustradas. Un trabajo coordinado y concienzudo, con otra política y horizontes, podría dar respuestas positivas en línea de progresión hacia el medio plazo. Y si no resulta, pues a otra cosa. Pero inténtese de una vez por todas, máxime en medio de esta durísima crisis de la que no es ajena la ciudad con su demoledora cifra de parados. Es el momento.
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