‘Tuneando’ la identidad

Nunca habrá máquina, por especializada que sea, que supla la sagacidad de un agente policial, curtido en servicios, a la hora de detectar documentos falsos. No obstante, tenerla ayuda. Y mucho.

Sobre todo en una frontera de tanta presión como la del Tarajal o un punto de tránsito como es el puerto, que registran el pase de miles de pasaportes, tarjetas y visados falsificados cuyo grado de especialización suele ser bastante elevado.
Desde el pasado verano, el Cuerpo Nacional de Policía dispone de verificadores nuevos en ambas zonas cuya efectividad en la detección de cualquier alteración documental es prácticamente al 100%. Una efectividad que se combina con algo básico en zonas fronterizas: la rapidez. En 4 segundos alerta si dicho documento es correcto o presenta cualquier anomalía, aclarando además de qué se trata, ya que algunas alertas saltan únicamente porque el pasaporte esté envejecido por el uso sin que haya sufrido una manipulación con tintes delictivos.
Una rapidez que resulta clave por encima de todo en puntos en donde los colapsos en la entrada pueden traducirse en graves problemas de seguridad debido al cada vez más elevado tránsito de personas.
La Brigada de Extranjería del CNP ejerce un control sobre el terreno que se mueve a caballo entre el resultado de los verificadores y la cuenta de aciertos que pueda llevar cada agente por su propia pericia. En materia de seguridad es básico, debido a la acumulación de delincuentes focalizada en la zona norte y su intención de entrar a Ceuta única y exclusivamente para seguir con su ‘carrera’ delictiva. En dicho entorno quedan todos aquellos marroquíes que cumplen una orden de expulsión cursada por cualquier juzgado del país. Esa prohibición de entrada en territorio nacional intenta ser burlada de forma constante. Los verificadores detectan la existencia de esa orden o de cualquier busca y captura, que luego es detallada a través del sistema Atlas.
Sobre este trabajo rutinario de mesa y control se apoya buena parte de la seguridad en una Ceuta que viene con la marca delincuencial de estar ubicada en una zona en la que las estadísticas de volumen de tránsito se disparan. Es una de esas especificidades; término al que tanto alude la clase política, que tiene sus consecuencias negativas en la sociedad.
Los expulsados por orden de cualquier juzgado de España que han podido incurrir en delitos de todo tipo se quedan en la zona más próxima a Ceuta causando un perjuicio directo en la criminalidad local. Las entradas de marroquíes con su pasaporte por el Tarajal que luego intentan embarcar con otro falso son también una constante, lo que convierte el control documental en ambas puertas en un pilar básico para el CNP.
Las falsificaciones son entregadas en Ceuta para evitar su detección en el primero de los filtros, el Tarajal. En su amplia mayoría no se trata de burdas copias, sino de alteraciones especializadas de pasaportes de países de la UE y no tanto de documentación robada en Ceuta, a pesar del elevado índice de denuncias que sobre sustracción se presenta en la Jefatura Superior. La compra de dicha documentación es realizada en su amplia mayoría por marroquíes que pueden llegar a pagar hasta 6.000 euros. No siempre se trata de pasaportes falsificados como tal sino que se da el caso de que las redes dedicadas a esta minuciosa y delictiva valor trabajan a la inversa, es decir, adaptando el perfil del comprador al pasaporte que ellos tengan, buscando similitudes físicas entre sus rostros y las fotografías de los documentos personales. “Tunean al que lo va a portar”, apuntan fuentes policiales. “El grado de especialización es muy bueno”, añaden.
El argelino, salvo excepciones, no suele utilizar esta vía para colarse en la península al carecer de esa disponibilidad económica, salvo casos aislados. Por mera apariencia física, el subsahariano evita también esta forma de entrada irregular.
El filtro policial en el puerto funciona bastante bien registrándose una media diaria de entre 3 y 4 intervenciones. Los dos aparatos verificadores que funcionan en el puerto tienen un grado de efectividad en la búsqueda y de rapidez mucho mayor que los que se tenía con anterioridad.
Ante cualquier posible duda que se produzca en la comprobación de la documental, se echa mano del capturador de huella con el que se comprueba si la identidad de la persona se corresponde con la del pasaporte que muestra. Con estas comprobaciones también pueden detectarse visados falsos o que hayan sido sustraídos.

Seguridad/tránsito

Ceuta
La cuadratura de un círculo imposible
La combinación de seguridad y agilidad en el tránsito se antoja harto complicada en una ciudad que sirve de escenario del tráfico de miles de personas con intereses delictivos, bien porque quieran cruzar la frontera solo para eso o bien porque su objetivo sea el de cruzar a la península haciéndose con un pasaporte falsificado del que se le hará entrega en la propia Ceuta. Es mucho el dinero que se mueve detrás de todo esto y necesaria una comprobación exhaustiva que se lleva a cabo con la más o menos acertada combinación tecnológica y humana. Los controles, aleatorios, buscan aminorar al máximo la entrada de personas expulsadas, delincuentes con busca o pasadores con documentación tuneada a su gusto.

Control de latidos... dentro de los vehículos

La Policía Nacional dispone desde hace medio año de un aparato detector de latidos con el que se puede conocer si dentro del amasijo de hierros que compone el particular esqueleto de un vehículo se esconde una persona. Básicamente consiste en un escáner del que salen unos cables que finalizan en unos ‘chupones’ de metal que captan, con el vehículo parado, si se ha ocultado a una persona para introducirla en Ceuta de forma clandestina. Su capacidad de búsqueda es bastante efectiva.