Las mujeres de toda España y de Ceuta vuelven a estar convocadas hoy a dar continuidad a una huelga que arrancó el año pasado sin precedentes y a través de la que se alienta a teñir 24 horas de violeta para decir que “sin nosotras el mundo se para”. Hoy, 8 de marzo, es la fecha en la que las mujeres proclamamos nuestros principios, aquellos que nos impelan a luchar en pro de la igualdad, la justicia y el desarrollo.
Lo celebramos arropadas por el fuerte movimiento que se generó en e2018, cuando dijimos ¡basta!. Con las fuerzas renovadas y convocadas a una huelga que apela a terminar con la brecha salarial del 25%, porque las trabajadoras cobramos una media del 14,9% menos por hora bruta y se nos dificulta el acceso a los puestos de poder. Para liquidar la violencia de género o para protestar por el trabajo no remunerado que recae mayoritariamente sobre este sexo.
Unas han optado por luchar abiertamente por sus derechos mientras que otras han decidido ser más prácticas y combatir desde las trincheras. Sea como fuere, todas han desarrollado un papel fundamental en el desarrollo social, mereciendo todo el respeto y admiración, como es el caso de María Francisca Lorite (magistrada), Alba Aróstegui (psicóloga) y Fátima Hamed (abogada y política). Son solo tres voces de las millones que hoy se alzan para decir que las mujeres tan solo quieren ser iguales a sus compañeros varones. Tres voces que, pese a diferir en algunos aspectos, coinciden en la necesidad de estar unidas, de implicar a los hombres, de la necesaria corresponsabilidad para lograr la efectividad de este movimiento y de trabajar en la educación como base para cambiar a la sociedad. Tres voces de una lucha, “imparable”, aseguran, y que hoy toma el testigo de aquellas trabajadoras estadounidenses que un 8 de marzo de 1908 salieron por primera vez a la calle para defender sus derechos y celebrar ‘El Día de la Mujer’.
Dedicada a la carrera judicial desde hace 18 años, María Francisca Lorite ejerce de magistrada en el Juzgado de lo Social de Ceuta. Habla apasionadamente de una profesión que ha alcanzado con muchísimo esfuerzo y en la que asegura que hombres y mujeres “trabajan al unísono”. Como funcionaria la brecha salarial no es una lucha que deba encabezar, sin embargo, reconoce que, como en la mayoría de las profesiones, existe un techo de cristal, “pero porque la mujer se ha incorporado más tarde, ya que la primera juez en España fue en el año 79”. Todo ello se traduce en que las altas esferas, como son el Supremo o las audiencias estén colmadas de varones. “El 80% tiene entre 65 y 70 años, y teniendo en cuenta que en las últimas promociones somos mayoría de mujeres, en cuestión de unos pocos años esos órganos contarán con mayoría femenina”.
Tampoco las mujeres del ámbito judicial son ajenas a la lucha imperante en el resto de profesiones: esa constante en demostrar su validez. “Es cierto que intentamos dar un paso hacia adelante y ocultar nuestros sentimientos, por lo que parecemos más frías y distantes, porque no queremos que se nos achaquen ciertos comentarios. Tendemos a mostrar una apariencia de frialdad que en realidad no tenemos para manifestar una objetividad que a los hombres no se les exige”.
Confiesa que a lo largo de su carrera vivió algún que otro episodio machista y que a nivel social los que más le indignan son aquellos relativos a la corresponsabilidad. “Me molesta que me digan: que suerte tienes que tu marido te ayuda en las labores domésticas. Me parece muy molesto porque trabajamos en lo mismo, tenemos el mismo horario y, por lo tanto, mi marido no me ayuda, sino que ambos trabajamos en un proyecto común que es nuestra familia”. Precisamente el aspecto de la conciliación es el que concibe como la principal reivindicación para la jornada que acontece, “porque es muy complicada y es necesario aprobar una política que en la actualidad no se está aplicando”. Por su parte, el mensaje de este 8 de marzo va dirigido al ámbito educativo. “Hay que trabajar en la educación y en menores, porque estamos asistiendo a un repunte de casos de violencia de género por parte de chicos muy jóvenes y me parece una situación muy preocupante”.
Alba Aróstegui es psicóloga especialista en violencia de género, está vinculada a la política y sobre todo es una gran activista, de ello no cabe duda, es bien perceptible la pasión que desprenden sus palabras y su lenguaje no verbal al bordar aspectos tan delicados como la violencia machista o la lucha por la igualdad de las mujeres. Movimiento que vive desde sus entrañas. Enarbola la bandera morada y apela a la unión de todos, mujeres y hombres, porque “el feminismo no es más que la plena igualdad de ambos. La gente que esté a favor de esta igualdad es feminista y los que estén en contra, no”, afirma con rotundidad. Niega que sea una lucha que se alza en contra del otro sexo como algunas corrientes sociales y políticas se afanan en difundir y asentar entre la población. “Si yo creo en la plena igualdad nunca voy a atacar a un hombre. No te odio, solamente quiero ser igual que tú”, expresa. “Ellos tienen unos privilegios, muchos. A mí me parece mal y lo quiero cambiar, pero no me parece mal que ellos tengan esos privilegios, sino que yo no los tenga, porque entonces, cuál es la diferencia: ¿Que ellos son hombres y yo una mujer?”.
Privilegios marcados por la diferencia salarial, de oportunidades o el techo de cristal, entre otros muchos. Diferencias que se traducen a nivel laboral en una constante por parte del género femenino en demostrar su validez. “En política, por ejemplo, un hombre se sienta y se le escucha. Sin embargo, una mujer ha de demostrar que además de política es mujer y no es menos por él. Cuesta el doble”. Y en el el marco social es una retahíla incesante de micro-machismos, “ejemplo de ello, como me ocurrió hace poco, pides en un bar y el agua es para la mujer y la cerveza para el machito, y no era así. Esto es una constante que vivimos a diario y que debemos cambiar”, o el temor a las agresiones sexuales, las cuales experimentaron un repunte del 18,2% durante el pasado año. “Tan solo pido poder salir sola a la calle y que no me violen, algo tan simple cada vez es más complicado y peligroso”.
Este tema, que conoce de cerca como especializada en violencia de género, lo aborda con preocupación. “Es importante señalar que la violación es el único delito del Código Penal que hay que probar que ha pasado. Esto es importante porque la culpa vuelve a recaer sobre la mujer”, explica. En su opinión, la reforma del Código Penal, debate reabierto a raíz de la polémica sentencia de La Manada, debería abordarse desde una perspectiva más amplia. “Está desfasado porque contempla el abuso con una visión que hoy no se puede entender, pero hay que reformar el sistema de forma transversal. A nivel policial, jurídico y asistencial”, declara. Un sistema sobre el que opina que “es normal” que se genere desconfianza, “porque no olvidemos que cuando hay delitos contra las mujeres estas son víctimas de una victimización secundaria. Ellas van a denunciar y lo primero que le preguntan es: qué has hecho. Eso no se puede permitir, es una víctima y se debe registrar como tal, sin preguntas ni titubeos”.
Hoy se unirá a los cientos de mujeres de Ceuta, y millones de este país, que pararán para decir que ellas son las otra mitad necesaria. Anima, por lo tanto, a secundar una huelga que experimentó “un despertar” el 8 de marzo del pasado año. Hoy tiene su continuidad y por ello su mensaje es “que nadie se quede en casa, tenga la ideología que tenga, eso hoy es un aspecto banal, porque las que importamos somos las mujeres”.
Fatima Hamed ha tenido que vivir una etapa, en el plano político de la ciudad, en el que se ha convertido en la única mujer portavoz de un grupo parlamentario, “y te percatas de que es un ámbito muy masculinizado”. Un hecho que percibe, por ejemplo, en las reuniones de los Consejos de Administración de áreas históricamente colmadas por hombres. “Como Economía o Procesa. En esas reuniones hay una o dos mujeres frente a diez varones”. Un hecho que saca a relucir esa lucha por la igualdad entre ambos sexos, “ y pone en evidencia que todavía hay mucho que hacer”.
No es el único hecho que marca esa línea entre hombres y mujeres en la política, “porque como dijo Margaret Thatcher, nosotras tenemos que trabajar el doble para llegar la mitad de lejos, y eso es una realidad abrumadora”. Esa constante en demostrar que se está igual de capacitada y no se le atribuyen una serie de sentimientos que quedan fuera del plano profesional, genera que las mujeres alcancen un alto grado de autocrítica. “Se nos cuestiona constantemente, por lo tanto, nos exigimos mucho porque no podemos cometer ningún error, eso para una mujer en política es imperdonable, mientras otros compañeros cometen gazapos y deslices constantemente y, sin embargo, se ve como algo normal”. Hecho que ha experimentado en primera persona a lo largo de estos casi cuatro años de legislatura. Un periodo en el que asegura ser consciente de encontrarse en el punto de mira por el simple hecho de su condición como fémina. “Sé que se me mira más con lupa por ser una mujer con responsabilidad y aspiraciones políticas en esta ciudad. Un hecho que te obliga a ser más prudente que otros compañeros”.
Para Hamed, definida y proclamada feminista, queda claro que este movimiento es la lucha que persigue la igualdad entre mujeres y hombres, pero entrevé un problema que redunda en todo el país. “Existe una corriente tremenda que ha hecho mucho daño y se centra en asociar el término feminismo como el opuesto a machismo. Un hecho que produce el rechazo de muchas personas a ese feminismo, cuando lo opuesto a machismo sería hembrismo”. En su opinión los hombres juegan un papel muy importante en esta reivindicación. “Deben ser conscientes de que es justa y necesaria, y además, acompañarnos en ella”.
Vivió la histórica huelga de 2018, “en la cual se generó un movimiento de unidad sin precedentes”, y hoy volverá a secundarla nuevamente, “porque es necesario dejar patente que sin nosotras no se produce ni se reproduce. Se ha convocado una huelga en cuatro sectores básicos como es el laboral, el estudiantil, el de cuidados y de consumo, y los hombres deben estar a nuestro lado para visualizar el hueco tan grande que vamos a dejar las mujeres”. Por ello su mensaje para esta jornada se dirige a todas las mujeres: “Tenemos que ir todas a una”.
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