Tres siglos de Ceuta en las vitrinas del Louvre

Provenance: Ceuta (Espagne). La etiqueta luce desde el viernes, por fin, bajo once de las 350 piezas que  dan forma a Marruecos medieval. Un imperio de África a España (1147-1269), la gran muestra con la que Louvre acaba de inaugurar su temporada de otoño.

Identifican la procedencia de las obras con las que la ciudad se asoma por primera vez en su historia al primer museo del mundo, el mismo por el que desfilan cada año millones de visitantes a la caza y captura de la sonrisa de la Gioconda, de la silueta amputada de la Venus de Milo o del grito desesperado que dibujó en La balsa de la medusa Delacroix. Y es a lo largo de las salas repartidas por el  Hall Napoleón, el nivel subterráneo anclado bajo la imponente pirámide de cristal, donde Ceuta lucirá, hasta el próximo 19 de enero, parte del legado histórico acumulado entre los siglos XII y XIV.
Levantado el telón de la exposición, que en 2015 tendrá su prolongación en Marruecos, culmina un año de trabajo silencioso de la Consejería de Educación, Cultura y Mujer. Es justo el tiempo  transcurrido desde que la dirección del museo parisino se puso en contacto con el departamento que dirige Mabel Deu para abrirle las puertas a la participación en el recorrido que por aquel entonces planeaba trazar en torno a un periodo clave en la expansión de los imperios del Islam medieval, desde el dominio almorávide que alumbraron los ribats –las fortalezas-monasterios del Sáhara– hasta el testigo recogido por almohades y meriníes. El esplendor de una cultura que dominó las dos orillas del Estrecho, forjó vínculos comunes entre una emergente África y una Europa en recomposición y que legaría buena parte de su cultura, para la posteridad, en forma de utensilios cotidianos o decoraciones suntuosas.
Once de esos vestigios son los que los organizadores de la muestra solicitaron en préstamo desde París tras bucear en los catálogos de la Ciudad y marcar en rojo las joyas que estaban interesados en añadir a su lista de contribuciones llegadas de Marruecos, Francia, España e incluso colecciones privadas de EEUU. Cultura dio el visto bueno y la maquinaria se puso en marcha. Dos operarios de la empresa madrileña SIT, especializada en el transporte de obras de arte, las empaquetaron en las Murallas Reales el pasado 18 de septiembre en un meticuloso trabajo que se prolongó durante dos horas, las colocaron en cajas herméticas y las subieron a bordo de un camión que zarpó horas después hacia el otro lado del Estrecho. Desde allí a Madrid y, a principios de mes, hasta París, donde un técnico de la Administración local asistió a la reapertura del embalaje y certificó que habían llegado a Francia en perfecto estado. Ya solo restaba encontrarles ubicación en el trazado expositivo, donde desde el viernes saludan al público.
Los tres siglos de esplendor magrebí en aquella Ceuta que aún no había dado el salto a la Era Moderna los canalizan un brocal de pozo, una pila de abluciones o quemaperfumes; dos capiteles, dos collarinos (el elemento arquitectónico que sirve de nexo entre el fuste y el capitel de las columnas) y dos dinteles recuperados de la Madrasa (escuela coránica) Al Yadida; una jarra de loza dorada y dos cuencos de cerámica esmaltada azul cobalto. Las piezas cerámicas lucen en vitrinas, mientras que vigas y capiteles aparecen en el Hall Napoleón suspendidas de una de las paredes.

“Un hito histórico”
Mabel Deu, consejera de Educación, Cultura y Mujer, y Ana Lería, directora del área de Museos, ya reconocieron el pasado 16 de mayo, cuando anunciaron la presencia de las once obras en París, que Ceuta estaba a punto de celebrar un “hito histórico” que  llenaba de “orgullo” a la Administración local. Las piezas que dormían en los almacenes de las Murallas Reales habían protagonizado muestras locales y algunas de ellas habían sido reclamadas para exposiciones nacionales, como la que sobre cerámica árabe albergó hace ocho años la Alhambra. Pero jamás el primer recinto cultural del planeta había puesto sus ojos en Ceuta. “Es un reconocimiento al trabajo realizado durante tantos años y al patrimonio que atesora la ciudad”, reconocen ambas. De esa circunstancia da fe que la aportación supere con creces a contribuciones de otras localidades españolas invitadas, como Algeciras, Sevilla, Lorca, Cáceres, Cádiz, Jerez o Granada.
Marruecos medieval. Un imperio de África a España (1147-1269) cuenta con el respaldo de París y Rabat. Además de la exposición que ejerce de principal atractivo, Ceuta saldrá también a relucir en el ciclo de conferencias paralelas que ha diseñado la organización. Una oportunidad para situar a la ciudad en uno de los ejes clave del “espacio político y la civilización central que nació en los desiertos del Sáhara y se prolongó hasta Andalucía, el norte de Argelia o  Túnez”, como reza en el panel introductorio de la muestra que ha catapultado a la ciudad a una cita mundial.

Las obras

Arriba, el brocal de pozo que, al igual que el resto de piezas, salió de Ceuta el 18 de septiembre. A la izquierda, los dinteles de madera y los capiteles de la Madrasa Al Yadida. Bajo estas líneas, la jarra de loza dorada y   los cuencos de cerámica.   Fotografías: Eric Hadj