Opinión

Tres extremeños maridos de Isabel Moctezuma. Su linaje en Cáceres

Hoy me ocupo de la apasionante historia de Isabel Moctezuma, hija mayor del emperador mejicano Moctezuma, que contrajo matrimonio cinco veces, tres de ellas seguidas con extremeños, teniendo su linaje de los Moctezuma asentado en Cáceres desde hace 18 generaciones. Trataré de ordenar los entrecruzados datos encontrados.

Moctezuma, emperador de Méjico en el siglo XVI, tuvo unas 3000 mujeres entre esposas y concubinas, más unos 150 hijos. La hija mayor era la princesa Tecuichpo Ixcaxochichitzin, nacida en 1509 (en 1520 bautizada por Hernán Cortés como Isabel Moctezuma). En 1519 llegaron Cortés y sus 400 hombres a conquistar Méjico. En principio, se hizo muy amigo de Moctezuma, porque éste creyó que el extremeño era el dios en el que él más creía y al que tanto adoraba. Colmó a Cortés de reverencias y regalos, llegando a darle una de sus más bellas hijas para que la tuviera por su mujer, pero él la rehusó diciéndole que era casado y su religión sólo le permitía tener una esposa. Intuyó que, haciéndole tantas lisonjas, lo que Moctezuma tramaba era tenderle una trampa. De manera que, cuando ya tomaron la capital, puso vigilancia al emperador y terminó deteniéndolo. No llegó a quitarle el poder, pero hizo que el mismo fuera meramente simbólico.


Al saber el pueblo mejicano que el emperador había sido desposeído de sus poderes, se manifestó ante el palacio imperial en señal de protesta contra Moctezuma, por entender que les había traicionado. El emperador salió al balcón para hablar a la muchedumbre, pero fue apedreado por su propio pueblo, produciéndole graves heridas que el 30-07-1520 le produjeron la muerte. Fue nombrado nuevo emperador su hermano heredero, Atlixcatzin. Éste, para fortalecer la dinastía con sangre pura imperial y consolidarla, obligó a su sobrina Isabel Moctezuma a casarse con él cuando ella tenía sólo 11 años. Pero el nuevo emperador falleció sólo tres meses después de viruela.

Inmediatamente, nombraron otro nuevo emperador, recayendo esta vez el trono en el siguiente hermano de Moctezuma, llamado Cuathélmoc que, como el anterior obligó a su sobrina Isabel a casarse con él. Éste, sí tendió a Cortés la emboscada que el astuto extremeño intuyó que le estaban preparando. En ausencia temporal de Cortés, que había emprendido una nueva expedición, dejando provisionalmente en el cargo al también extremeño Pedro Alvarado, Cuathélmoc atacó inesperadamente a las tropas españolas, matando unos 800 españoles e indígenas de la tribu tlaxcalteca que formaban coalición con Cortés contra los Moctezuma. Esto sucedió en la llamada “Noche triste”. Tras tan cruel matanza, Guathélmoc fue prendido y juzgado por un tribunal, que le condenó a muerte, siendo ajusticiado el 13-08-1521. Ninguno de los dos matrimonios anteriores de Isabel con sus dos tíos, Atlixcatzin y Cuathélmoc, fueron consumados, debido a la avanzada edad de los contrayentes, quedándose viuda por segunda vez. Pero durante ambos Isabel fue la emperatriz de Méjico.

Antes de morir en 1520 Moctezuma, pidió a Cortés que cuidara de sus hijas, comprometiéndose éste a no abandonarlas. Las bautizó con los nombres de Isabel, María y Leonor Moctezuma. Las puso bajo la protección de los franciscanos españoles, con el encargo de que instruyeran a Isabel, la mayor, que era analfabeta

Antes de morir en 1520 Moctezuma, pidió a Cortés que cuidara de sus hijas, comprometiéndose éste a no abandonarlas. Las bautizó con los nombres de Isabel, María y Leonor Moctezuma. Las puso bajo la protección de los franciscanos españoles, con el encargo de que instruyeran a Isabel, la mayor, que era analfabeta. Después, el 1-11-1522 falleció la esposa de Cortés, Catalina Suárez. Al enviudar Cortés, en 1524 propuso a Isabel irse con él a vivir juntos en su casa, prometiéndole casarse con ella. Como consecuencia de tal cohabitación, Isabel quedó embarazada en 1526.

Cortés ocultó al rey Carlos V el contubernio con Isabel y su embarazo, pensando que, habiendo ella sido dos veces emperatriz consorte de los dos últimos emperadores, Atlixcatzin y Goalthémoc, el rey de España sospecharía que también Cortés quería proclamarse emperador. De manera que convenció al extremeño Alonso de Grado, un hidalgo nacido en Alcántara (Cáceres), que se casara con Isabel. Contraído el matrimonio, Alonso murió de repente a los pocos meses, en 1527, sin haber dejado descendencia. Cortés tuvo que buscar a Isabel un nuevo marido, a prisa y corriendo, que “tapara” la criatura que ya estaba a punto de nacer. Convenció a otro de sus capitanes, Pedro Gallego Andrade, nacido en Burguillo del Cerro (Badajoz). De este matrimonio nacería después un hijo, Juan Andrade Moctezuma, otro linaje de Isabel Moctezuma que vendría a residir a España tras la conquista.

Nacida la esperada niña, hija de Cortés e Isabel, a primeros de 1527, en principio, no fue reconocida ni por Cortés ni por Isabel, como represalia de ésta contra el padre por no haberse casado con ella, como le prometió. La niña fue llevada a casa de Juan Altamirano, otro de sus capitanes y familiar de Cortés. Fue bautizada con el nombre de Leonor Cortés Moctezuma, En 1531, fallece Pedro Gallego, cuarto esposo de Isabel que la dejó en muy precaria situación económica. Decidió nuevo marido elegido por primera vez por ella, casándose en 1531 con otro extremeño, Juan Cano Saavedra, nacido en Cáceres. Fue la primera vez que Isabel se casó por amor y sin que el marido fuera amigo de Cortés; habiendo convivido ambos juntos hasta 1550 que Isabel falleció. Tuvieron cinco hijos.

Nacida la esperada niña, hija de Cortés e Isabel, a primeros de 1527, en principio, no fue reconocida ni por Cortés ni por Isabel, como represalia de ésta contra el padre por no haberse casado con ella, como le prometió.

Pues ese linaje de Isabel Moctezuma, está hoy representado en Cáceres por José Miguel Carrillo de Albornoz y Muñoz de San Pedro, nacido en Cáceres, Abogado, escritor y vizconde de Torre Hidalgo, al que entrevistó la prensa a poco de surgir la petición del actual presidente de Méjico, López Obrador, para que España, su rey, gobierno y el papa Francisco pidan perdón a Méjico por el “genocidio” que allí cometió Hernán Cortés, según el propio Obrador se inventa El vizconde Carrillo de Albornoz, es descendiente del quinto matrimonio de Isabel con Juan Cano Saavedra, quien, al morir Isabel en 1550, regresó a España con los dos hijos varones que ella le dio. Uno, Juan Cano Moctezuma, construyó el Palacio de Toledo-Moctezuma de Cáceres, se casaría con la hija de un noble español, Elvira de Toledo y Ovando. Y de él es lejano descendiente dicho vizconde, que asevera: "porque ella (Isabel), heredera del trono mexicano, hizo que todos los nobles supervivientes no se levantasen contra el imperio sino que colaboraran, metiéndolos en la nueva sociedad que vino". Isabel mantuvo tres litigios contra la corona española, como heredera que era del imperio mejicano, ayudada de su quinto esposo, Juan Cano Saavedra; habiendo ganado dos de dichos litigios.

Carrillo de Abornoz declara que hay dos tendencias en el Méjico actual: la tradicional mejicana, que no vio con buenos ojos la conquista, y la de los “hispanófilos”, que “valoran la fusión con España”, mestizaje que él valora: “Fue un nuevo momento de esplendor, la época del virreinato no ha sido suficientemente valorada. Yo creo que en Méjico debemos pasar página al episodio doliente y disfrutar del lado bueno del mestizaje. “Los españoles fundaron allí universidades y equipararon al indígena con el español, cosa que no ha hecho ningún otro pueblo a lo largo de la historia. Los anglosajones fueron erradicando y matando... Nosotros no. El pueblo español se mezcló con el pueblo azteca y generó el actual pueblo mexicano. López Obrador, que tiene un abuelo santanderino, cae en el absurdo: ¡si los descendientes de los conquistadores son sus antepasados!. Que el perdón se lo pida a sus propios abuelos. Yo se lo he dicho a mucha gente en México: hablas de España cuando estás hablando de tus abuelos. Que se reconcilien con sus antepasados”.

Asegura que una rama de la Casa de Moctezuma, de la que él desciende, es la que surgió del quinto matrimonio de Isabel. A su muerte en 1550, Cano Saavedra regresó a Cáceres con sus hijos varones. El hijo menor, Juan Cano Moctezuma, se quedó en Cáceres. Se instaló en la casa paterna: el Palacio de Moctezuma. Sigue manifestando que, pese a ser el hijo menor, es él quien ostenta los derechos de primogenitura. “Es así que, Juan se transformó en el heredero de los señoríos de los Moctezuma y de hecho esa es la herencia otorgada después a Juan de Carvajal y Moctezuma, donde quedan esos derechos hereditarios que se mantienen en México y España”.

De la rama Cano Moctezuma-Toledo y Obando nacen dos tataranietos del emperador: Juan Toledo Moctezuma, casado con Mariana de Carvajal Toledo-Obando y procrearon doce hijos. Y Pedro Toledo Moctezuma, corregidor de Toledo, que se casó tres veces, la última con Magdalena de Salazar, con quien procreó a Isabel de Moctezuma (homónima de la emperatriz). Esta mujer contrajo nupcias con un primo, Francisco de Torres Moctezuma, cuya nieta fue María Manuela de Moctezuma y Pacheco, marquesa de Cerralvo, Grande de España… Y de la Casa de Moctezuma, asevera, desciende la casa del Duque de Alba…, que desciende de los Carvajal por el parentesco contraído hace siglos entre un duque Abrantes con el linaje del ducado de Alba…Yo desciendo del quinto marido de Isabel Moctezuma”.

Continúa: “…Para entrar a ver al emperador Moctezuma, tenías que inclinarte tres veces, decir: “¡Oh señor, mi señor, gran señor!” y escuchar sus palabras; tú no podías hablar. No pisaba el suelo, siempre se movía sobre un palanquín que llevaban doce príncipes… Su imperio de pompa y boato era un “imperio sangriento” forjado con la sangre derramada de los pueblos indígenas; la sangre de la que el presidente de México culpa ahora a los españoles… Moctezuma vulneraba todos los derechos. Estaba imbuido en la religiosidad azteca, que decía que al Sol había que alimentarlo de sangre humana para que pudiese salir cada mañana. Los sacrificios humanos y las masacres eran constantes. Además, tiranizaba a los pueblos que había logrado dominar, obligándolos a pagarle tributos altísimos en un claro sistema de expolio. Vivir en México en aquella época era muy difícil... En los festivales sagrados, si un niño tenía un remolino en la cabeza lo sacrificaban”.

“…Se olvida de que la conquista no fue hecha [sólo] por Cortés: fue hecha por los aliados de Cortés, que eran los tlaxcaltecas, enemigos de los aztecas, y por un numerosísimo conjunto de pueblos tributarios que odiaban el dominio de los aztecas. Tenochtitlán era un imperio de pavor, de sangre y fuego…Ya se produjo, y yo la viví, en 1992, cuando vinieron a España representantes de los indígenas de América. A algunos los recibió el rey Juan Carlos, se plantó un árbol en la Casa de América... Esa paz respecto a los indígenas ya se hizo. Hubo muchas ceremonias tanto aquí como en México. Lo que reivindica López Obrador es como el llanto petitorio de una persona con escasísima formación”.

Lo anterior entrecomillado no lo digo yo, lo dice un descendiente directo de Moctezuma. Pues este vizconde extremeño, Carrillo de Albornoz, viene a sustentar, con sus declaraciones el año 2019 a la prensa, cuanto en mis artículos vengo exponiendo, en el sentido de que los españoles conquistadores de Méjico pudieron cometer allí abusos e injusticias propios de hace 500 años, cuando no existían los derechos humanos y la conquista y evangelización estuvieron autorizadas por las llamadas “bulas alejandrinas” dadas por el papa Alejandro VI a los Reyes Católicos.

Asegura que una rama de la Casa de Moctezuma, de la que él desciende, es la que surgió del quinto matrimonio de Isabel. A su muerte en 1550, Cano Saavedra regresó a Cáceres con sus hijos varones.

Por eso, la obra de España en América hay que enjuiciarla con la mentalidad de hace 500 años, pero nunca con la actual, como López Obrador pretende. Allí los españoles no cometieron genocidio, que después sí existió por parte de las mismas potencias colonizadoras que inventaron la “leyenda negra” la que luego lo cometieron, como el mismo vizconde cacereño corrobora.

Además, creo que es de pura lógica y sentido común. ¿En qué cabeza cabe que las propias víctimas de genocidio, tras haberlo sufrido, luego se hubieran ido a vivir al país genocida (hipotéticamente España), para seguir establecidos en ella 500 años después y habiéndose emparentado la anterior nobleza mejicana con la española?. Esa es una prueba convincente de que en Méjico los españoles no cometieron genocidio, aunque sí hubiera ciertos excesos reprobables, propios del tiempo en que aquellos hechos se vivieron, que no pueden juzgarse con la mentalidad mucho más avanzada y humanitaria de 500 años después.

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