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Tres detenidos por su presunta relación con un naufragio mortal de inmigrantes

La madrugada del 19 de noviembre de 2017 se escribió una de las crónicas más duras de la inmigración en Ceuta. Una crónica protagonizada por criminales y víctimas. Los primeros: los organizadores de una travesía mortal en la que perecieron, frente a las rocas de Santa Catalina, tres jóvenes subsaharianos. Los segundos: Mamadou Siradio Diallo, Amara Kaba y un tercero que nunca pudo ser identificado plenamente y que probablemente sea Kebe Ibrahim; jóvenes cuyos cadáveres fueron enterrados en el cementerio de Sidi Embarek.

Han pasado casi ocho meses de aquellas muertes, periodo en el que agentes de la Unidad Orgánica de la Policía Judicial de la Guardia Civil no han dejado de trabajar e investigar, respaldados por un procedimiento judicial que hasta hace poco ha estado protegido por el secreto de sumario y a cuyo contenido ha tenido acceso este periódico.

Aquel naufragio no fue casual. Fue el resultado de la temeraria fuga emprendida por los pilotos de la embarcación marca Tornado, cuyo único fin era escapar de la embarcación oficial del Servicio Marítimo aunque para ello tuvieron que dejar cadáveres en el camino. Y así fue. La semirrígida quedó varada, 20 de sus ocupantes se arrojaron al mar y tuvieron que ser rescatados por guardias civiles. Tres no pudieron sobrevivir, sus cuerpos fueron trasladados por los GEAS a la base del Servicio Marítimo de madrugada.

Tres hombres han sido detenidos hasta la fecha por la Benemérita, cuyos agentes los consideran presuntos autores de varios delitos: homicidio imprudente, otro contra los derechos de los ciudadanos extranjeros, denegación de auxilio, desobediencia o resistencia y pertenencia a grupo criminal. Son los llamados K.M.L., M.I.A.M. y M.A.S.H., ceutíes que figuran como investigados en esta causa por la que tendrán que responder ante un tribunal cuando se decrete la apertura de juicio oral, al margen de cuales sean sus estrategias de defensa en este caso. De los análisis de los teléfonos que se les intervinieron la Guardia Civil considera constatada la relación que presuntamente tienen con los hechos objeto de investigación.

Para llegar a estas tres filiaciones ha habido que practicar una ardua labor investigadora, desandar el camino de una travesía migratoria que terminó de la peor de las maneras, buscar rastros, huellas, vestigios en el escenario de la tragedia con la que se topó la Guardia Civil aquella madrugada en la que los pilotos de la semirrígida pudieron escapar entre la muchedumbre de personas que se arremolinaron en torno a los isleros, alertados por los gritos de los hombres y mujeres que temían perecer en el mar.

Las diligencias presentadas en el juzgado, a las que ha tenido acceso El Faro, sitúan una de las claves de la investigación en la embarcación de 8,5 metros de eslora, provista de motor de 300 caballos sin número de serie, en la que viajaron los inmigrantes. La otra, en las manifestaciones que prestaron los supervivientes. De estas se dedujo que el viaje estuvo perfectamente planificado, que el sábado ya sabían que les recogería una embarcación para pasarlos a Ceuta y que los pilotos hablaban español y árabe. Los elegidos para subirse a la Tornado conocían que esa madrugada los introducirían en nuestra ciudad, como así ocurrió, aunque nunca previendo tal resultado.

La embarcación, esa primera clave de la que tuvieron que tirar los investigadores de la UOPJ, les condujo al ceutí propietario de la misma y al conocimiento de que había sido matriculada en la Capitanía Marítima del Puerto de Santa María.

Bajo el convencimiento de que toda travesía de este tipo conlleva y arrastra una organización en la que tienen que coparticipar distintas personas, ejercientes de un rol distinto y diferenciado, se siguió investigando en torno a los movimientos que, antes de la tragedia, se habían llevado a cabo.

Se supo, por ejemplo, que la embarcación fue retirada de un desguace en Ceuta y trasladada remolcada por un coche matrícula nacional, en el que viajaban tanto su propietario como otra persona. Hubo repostaje de la semirrígida con combustible suficiente y traslado al puerto deportivo. De ahí partirían desde Ceuta a Marruecos, con dos personas a bordo, las mismas que el número de pilotos que, según los inmigrantes, les llevaron a Ceuta y con la misma ropa que los propios subsaharianos apreciaron.

La Guardia Civil hace constar en sus investigaciones, tras la inspección de las cámaras de seguridad, de la existencia de un afán en ocultar rostros con uso de capucha y sitúa a los investigados en distinto rol. Cita en dichas investigaciones cómo uno de los detenidos cuadra con la figura de presunto piloto de la lancha y cómo otro habría intervenido en el traslado, patroneo de la embarcación hasta el atraque, traslado de las compras hechas, así como salida y vigilancia al personal del Servicio Marítimo de la Benemérita, expuesto a un control constante para alertar de posibles servicios.

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