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Tres años de casi nada

Así parecen ser las cosas, guste o no. El global de 4-3 que arrojó al Real Madrid sobre la cuneta ante el Dortmund ha consumado tres temporadas de José Mourinho en el club madridista en la que únicamente ha podido conquistar un título respetable: la Liga de la temporada 2011/2012. El dineral derrochado en confeccionar una plantilla de ensueño y el soportar constantes salidas de tonos del portugués, que han provocado una notoria devaluación de la imagen del Real Madrid, han servido de poco, de muy poco. Pese a que desde el sector madridista se ha intentado reivindicar a su entrenador reseñando el mérito de llegar a tres semifinales consecutivas, e incluso la superioridad ante el Barça exhibida por el equipo en los últimos tiempos, lo cierto es que esta temporada el club blanco aspirará, como mucho, a la Copa del Rey, que podría hacer compañía a una Supercopa de España cuyo valor es anecdótico, sin que el hecho de llegar más o menos lejos de la Copa de Europa pueda ser considerado más que una mera mención especial. El hito del FC Barcelona de alcanzar seis veces consecutivas las semifinales no ha servido, en ningún momento, para mitigar los puntos oscuros de su temporada, por lo que en el caso del Real Madrid tampoco debería serlo así, siempre que se considere a éste a la altura de aquél.
Visto el resultado, uno puede llegar a pensar que la fórmula de dar el poder absoluto a Mourinho, dejándole hacer y deshacer cuanto placiera aunque ello supusiera dañar directa o indirectamente al club, no ha sido un sacrificio compensado por los resultados, ni en lo que se refiere a los éxitos deportivos, ni al propio juego que ha desplegado la escuadra capitolina. Además, en el caso de que Mourinho abandone su desempeño actual, dejará atrás un equipo colmado de cuestiones conflictivas que difícilmente podrá resolver ningún otro entrenador del mundo, ya que, si algo positivo tiene el luso, es su capacidad para extender e inculcar la fiereza de su autoridad con pocas fisuras, un estilo muy parecido al de sir Alex Ferguson que, en la actualidad, apenas ellos pueden permitirse. Mucho me temo que el control del vestuario por el nuevo entrenador será cuestión de aceptar la voluntad de los pesos pesados del vestuario en buena medida. La cuestión es tan compleja que parece poco probable ver a Ancelotti, Heynckes o cualquier otro recién llegado enfrentarse a un vestuario para imponer su legado. Ni tampoco, por otro lado, los grandes líderes del equipo que durante estos tres años han sido ninguneados en repetidas ocasiones estarán dispuestos a permitir que esto ocurra. La experiencia radical de lo vivido con Mourinho les fortalecerá para cerrar filas y evitar algo parecido, perjudicando seriamente la libertad con la que un entrenador debe contar a la hora de desarrollar su trabajo, especialmente para sortear situaciones que anteriormente imperaban en el club y que le hicieron un daño atroz a largo plazo.
A esto se suma el grave déficit futbolístico que el Real Madrid presenta y que el modelo de Mourinho, pese a su cierta eficacia, no ha conseguido resolver. El recurso del contraataque se ha explotado con creces y ha concedido buenas alegrías importantes al equipo blanco, pero su regularidad en los momentos calientes no ha sido la esperada. Asimismo, el engranaje defensivo del técnico ni ha encajado ni se ha engrasado para funcionar al ritmo, la tensión y con la duración que requieren a los retos más relevantes, los que están a la altura de la calidad de la plantilla. Se ha saboreado a un Real Madrid más parecido, en la práctica, al Inter de Mourinho que a su rocoso Chelsea, lo cual es una pésima noticia para lo que se espera de un club con una historia tan brillante.
Habrá que ver si, como parece apuntar, este tercer año cerrará el primer ciclo de Mourinho en el Real Madrid o si será un curso más en su trayectoria en la capital. A pesar de que su situación en el equipo blanco es cada vez más insostenible por los innumerables problemas y enemigos que arrastra, sería una verdadera lástima para los madridistas que un proyecto en proceso de maduración que ha arriesgado y perdido tanto se aborte para comenzar uno nuevo, sobre todo cuando el balance no ha sido tan favorable como se presumía, como podría llegar a ser si se continuara apostando por esta línea, que inevitablemente debe recaer sobre Mourinho tal y como está confeccionada ahora mismo. Paradójicamente, este cierre del ciclo podría darse en un momento clave en el que el acérrimo rival, el FC Barcelona, flaquea seriamente y parecen despuntar interesantes expectativas para el Real.

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