Un joven marroquí llamado M.L. aceptó una pena de 3 años y 1 día de cárcel después de que en la madrugada del pasado 7 de septiembre la Guardia Civil le detuviera con casi 3 kilos de hachís dentro de una pequeña mochila cuando cruzaba a Ceuta. Con ese petate pasó a nado, bordeando el espigón del Tarajal. Y lo hizo en una madrugada de especial presión en el mar ejercida por los nadadores.
Aquella noche la Benemérita auxilió a varios inmigrantes y, entre ellos, también a M.L. con la diferencia de que, al registrar la pequeña mochila que portaba, encontraron casi tres kilos de hachís en un interior. La droga estaba repartida en 295 cápsulas con forma ovalada de lo que resultó ser hachís, valorado en 5.540 euros y con un THC superior al 4%. Entró en prisión un día después y ayer lo que hizo fue confesarse culpable de un delito contra la salud pública en su modalidad de notoria importancia, por lo que aceptó la pena de 3 años y 1 día de cárcel amén del pago de 4.800 euros.
Este inmigrante es uno más de los motores humanos –así se les denomina- usados por las pequeñas redes dedicadas al tráfico de drogas para introducir mercancía en nuestra ciudad. Son utilizados para tal fin, sabedores de que intentan por todos los medios cruzar a Ceuta. En ese trayecto se les da droga para que la pasen a nado bordeando los espigones a cambio de dinero. Son varios los que ya han sido detenidos por las fuerzas de seguridad desde el cierre de la frontera del Tarajal. Y la nota común es que la práctica totalidad de los que ya han sido juzgados han recibido una condena. El perfil del inmigrante del que se aprovecha el narcotráfico se expone prácticamente a diario en nuestra ciudad.