Un día después del incendio que este martes arrasó con más de 10 hectáreas de monte en la zona del arroyo de Calamocarro, la tranquilidad vuelve lentamente a los vecinos afectados por este fuego.
Y es que pese a darse por extinguido a las ocho de la tarde del mismo martes, reconocen que han pasado la noche en vela, sobre todo después de que apenas unas horas más tarde, Bomberos tuviera que acudir de nuevo para sofocar un conato de incendio en una parte que por la mañana ya habían arrasado las llamas.
“No se ha podido dormir, pensando que se podía reavivar otra vez, porque ayer fue mortal”, explicaba una de las afectadas, que pese a ser la casa de su hija, no se ha movido de allí. En el caso de esta vecina, estaba en el centro cuando vio las llamas y recibió la llamada de su hija, alertándole de que su casa se estaba quemando.
Cuando llegó corriendo al lugar, asegura que la situación era horrible, ya que las llamas se podían ver a sólo unos metros de la vivienda. “Esto era para morirse”, cuenta aún conmocionada, mientras con ayuda de su otra hija limpian toda la suciedad provocada por el humo y las cenizas que aún se pueden ver en la casa.
Narra cómo una vez dado el aviso al Servicio de Extinción de Incendios y Salvamento, sus mismos nietos, que estaban en la piscina, corrieron con garrafas de agua hasta los distintos focos que veían, para intentar sofocarlo, aunque sin éxito.
Pocos minutos después, multitud de personas de los distintos servicios de emergencias rodeaban la casa, actuando en las labores de extinción. Momentos de tensión, ya que confiesan que tenían el temor de que todo su patrimonio se esfumara en cuestión de minutos, pasto de las llamas.
Un trabajo intenso de los Bomberos, que los afectados valoran con gratitud, ya que vieron la lucha que mantuvieron contra el fuego hasta por la noche. Por la noche, sobre las nueve y pico, empezó otra vez, “vinieron los Bomberos, pero ya nos quedamos toda la noche pensando que iba saltar otra vez”, recuerda la mujer.
Ahora, apenas 24 horas después del inicio del fuego, toca investigar las causas de lo que pudo suscitar el incendio, así como analizar el daño provocado en esta zona, de un alto valor ecológico. Ricardo Ugarte, biólogo de Obimasa, se desplegó con el resto de Brigadas Forestales hasta la zona, donde han podido ver los resultados tras toda la superficie quemada.
“El inicio parece ser que es aquí, en la parcela del paintball. Es una parcela con muchos alcornoques, pinares, mucho matorral y un herbazal alto de zarzales”, explica el experto que, con la cámara en mano, estaba tomando imágenes para compararlas con las aéreas que ya tenían para ver la totalidad de la vegetación que se ha quemado.
En un primer visionado, al margen del matorral de zarzas, está afectado un pinar, mezclado con varios eucaliptos, y ejemplares de alcornoques. También ha llegado a un pequeño bosque de cipreses y a árboles frutales, cuyo origen se remonta a las antiguas huertas que había en la zona.
“Es una pena porque había buenos ejemplares aquí. Había pinos piñoneros de, como mucho, 70 años, que tenían los más grandes. También había una media alta de los 50, 60 y 70 años de los pinos. Esto es un poco de lo que sí se va a perder”, detalla Ugarte.
Un verdadera lástima, ya que algunos de estos ejemplares ya contaban con una avanzada edad y se encontraban en perfectas condiciones. Y es que la zona del arroyo de Benzú-Calamocarro, además de ser un Lugar de Interés Comunitario (LIC) por su diversidad de especies, también es una Zona de Especial Protección para las Aves (ZEPA).
Sobre el terreno, además de las Brigadas Forestales de Obimasa, que siguen perimetrando la zona para evitar que elementos aún candentes que puedan saltar a la vegetación, también se encontraba trabajando el Servicio de Protección de la Naturaleza (Seprona) de la Guardia Civil, que será el encargado de determinar las causas que pudieron provocar el incendio.
“Ellos están tomando datos (Seprona), ya tomaron ayer algunos y siguen tomando más para ver si pueden dar con el origen y con las causas”, explica Ugarte en relación a la labor que ahora tiene por delante este servicio del Instituto Armado.
Por su parte, la investigación de las Brigadas Forestales se centró en evitar que el fuego se reavive y hacer trabajos de prevención en las zonas colindantes para minimizar al máximo los riegos para que se dé un nuevo incendio.
Los expertos hablan de que el fuego tiene una huella propia, que es la que ahora están siguiendo para poder determinar qué es lo que ha provocado que Ceuta pierda diez valiosas hectáreas de monte.
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