Opinión

Transfretana: Notas sobre la revista del IEC (y 2)

Trasnfretana: segunda etapa 1993-2001

Tres son los números que aparecie- ron en esta nueva época de la revista, con vocación de publicación transversal, en la que podían intervenir los miembros de cual- quiera de sus secciones, fueran numerarios o correspondientes.
Alberto Baeza, que había tenido una gratificante experiencia editorial a cargo de la colección de publicaciones de la Caja de Ahorros y Monte de Piedad de Ceuta, contó con Diego Sastre Ruiz para la composición y maquetación de los dos primeros números, que llevan fecha de 1993 y 1994, siendo im- presos en talleres de Granada y Algeciras.
El número 7 de Transfretana salió en 2001, después de muchas vicisitudes, entre otras la sucesión en la responsabili- dad editorial de Simón Chamorro Moreno, José Manuel Pérez Rivera y Ramón Galindo Morales desde 1997 hasta ese momento. Co- menzada la maquetación y diseño por Diego Sastre y Antonio San Martín, su retraso hizo que se terminara cuando la mayor parte de las publicaciones del IEC se estaban haciendo ya en la propia institución, al contar con Enrique Gómez Barceló como maquetador, desde 1999.
Para el formato de estas tres ediciones se optó por un tamaño 263 x 190 mm, con encuadernación en rústica con cubiertas a color y solapas, imprimiéndose el interior en papel satinado blanco, con ilustraciones en blanco y negro de buena calidad. Estuvie-ron entre las 150 y las 200 páginas y, como en la etapa anterior, fue una publicación no venal.
La ampliación del número de miembros ofreció nuevas firmas en las ediciones de 1993 y 1994 como las de Darío Bernal Casasola, Guillermo Gozalbes Busto, Enrique Gozalbes Cravioto, Francisco Sánchez Montoya, Fernando Villada Paredes, José Szmolka Clares, Manuel Merlo García del Vello y colaboradores externos como José Luis Barrio Moya, Manuel Navarro Capel o José María de Campos Setién, pero también vemos las de algunos fundadores del Instituto que no habían estado en la primera época como Manuel Lería y Ortiz de Saracho, Antonio Aróstegui Megías, José Fradejas Lebrero o Luis López Anglada.
Tímidamente fueron apareciendo, junto a las temáticas clásicas de historia, ar- queología, literatura y lingüística, las de botánica, bibliografía, filatelia, numismática, poesía o teatro, pero siguió siendo lo que clásicamente se denomina una revista de artes y letras.
En esos momentos ya había diferencias de opinión sobre modelos de revista a implementar, que apuntaban por un lado a las ediciones alternas entre la temática de historia, artes y letras con la científica, y por otra con la edición de una nueva serie, de la que hablaremos más tarde y que se denominó Transfretana Monografías. Fue un debate en el que Antonio Aróstegui Megías, director entre 1997 y 1998, tuvo gran peso y del que podemos decir que salió el Boletín Informativo del Instituto: IEC Informa, cuyo primer número lleva fecha de noviembre de 1998, es decir, días después de ser elegido como director Simón Chamorro Moreno.

"Hemos de decir que, como en la etapa anterior, estos tres números guardan algunos tesoros de la bibliografía local de autores ya desaparecidos que pasan casi inadvertidos, quizá por la distribución reducida que se hacía de estas publicaciones como por no estar aún en edición digital, lo que sabemos que está a punto de ser resuelto"

Tres son los números que aparecie- ron en esta nueva época de la revista, con vocación de publicación transversal, en la que podían intervenir los miembros de cual- quiera de sus secciones, fueran numerarios o correspondientes.
Alberto Baeza, que había tenido una gratificante experiencia editorial a cargo de la colección de publicaciones de la Caja de Ahorros y Monte de Piedad de Ceuta, contó con Diego Sastre Ruiz para la composición y maquetación de los dos primeros números, que llevan fecha de 1993 y 1994, siendo im- presos en talleres de Granada y Algeciras.
El número 7 de Transfretana salió en 2001, después de muchas vicisitudes, entre otras la sucesión en la responsabili- dad editorial de Simón Chamorro Moreno, José Manuel Pérez Rivera y Ramón Galindo Morales desde 1997 hasta ese momento. Co- menzada la maquetación y diseño por Diego Sastre y Antonio San Martín, su retraso hizo que se terminara cuando la mayor parte de las publicaciones del IEC se estaban haciendo ya en la propia institución, al contar con Enrique Gómez Barceló como maquetador, desde 1999.
Para el formato de estas tres ediciones se optó por un tamaño 263 x 190 mm, con encuadernación en rústica con cubiertas a color y solapas, imprimiéndose el interior en papel satinado blanco, con ilustraciones en blanco y negro de buena calidad. Estuvieron entre las 150 y las 200 páginas y, como en la etapa anterior, fue una publicación no venal.
La ampliación del número de miembros ofreció nuevas firmas en las ediciones de 1993 y 1994 como las de Darío Bernal Casasola, Guillermo Gozalbes Busto, Enrique Gozalbes Cravioto, Francisco Sánchez Montoya, Fernando Villada Paredes, José Szmolka Clares, Manuel Merlo García del Vello y colaboradores externos como José Luis Barrio Moya, Manuel Navarro Capel o José María de Campos Setién, pero también vemos las de algunos fundadores del Instituto que no habían estado en la primera época como Manuel Lería y Ortiz de Saracho, Antonio Aróstegui Megías, José Fradejas Lebrero o Luis López Anglada.
Tímidamente fueron apareciendo, junto a las temáticas clásicas de historia, ar- queología, literatura y lingüística, las de botánica, bibliografía, filatelia, numismática, poesía o teatro, pero siguió siendo lo que clásicamente se denomina una revista de artes y letras.
En esos momentos ya había diferencias de opinión sobre modelos de revista a implementar, que apuntaban por un lado a las ediciones alternas entre la temática de historia, artes y letras con la científica, y por otra con la edición de una nueva serie, de la que hablaremos más tarde y que se denominó Transfretana Monografías. Fue un debate en el que Antonio Aróstegui Megías, director entre 1997 y 1998, tuvo gran peso y del que podemos decir que salió el Boletín Informativo del Instituto: IEC Informa, cuyo primer número lleva fecha de noviembre de 1998, es decir, días después de ser elegido como director Simón Chamorro Moreno.
Hemos de decir que, como en la etapa anterior, estos tres números guardan algunos tesoros de la bibliografía local de autores ya desaparecidos que pasan casi inadvertidos, quizá por la distribución reducida que se hacía de estas publicaciones como por no estar aún en edición digital, lo que sabemos que está a punto de ser resuelto. Algunas de ellas son las noticias que dio Alberto Baeza sobre el reflejo de la Conquista en el diario de Morosini y los documentos del espionaje de Ruy Díaz; los artículos de Guillermo Gozalbes sobre la presencia del padre Contreras en el siglo XVI en Ceuta, o los apuntes para el estudio de la Ceuta Califal; el descubrimiento de Antonio Aróstegui de una documentación inédita de la familia Arruda; o el de José Fradejas al dar a conocer la relación sobre la colocación de la estatua de Carlos IV en 1794.

Transfretana Monografías

Si bien es cierto que esta serie se inicia con la vocalía de publicaciones encomenda- da a Alberto Baeza Herrazti y continúa con los sucesivos vocales de publicaciones como Simón Chamorro Moreno, José Manuel Pé- rez Rivera, Ramón Galindo Morales, Alvaro Velasco Aured o Rocío Valriberas Acevedo, el trabajo será mucho más coral, con la inter- vención continua de Simón Chamorro, que ostentará la dirección entre 1998 y 2015, tras el efímero paso por la misma de Antonio Aróstegui Megías entre 1997 y 1998, y casi siempre con el trabajo del maquetador de la institución.
Se haneditado nueve monografías entre 1994 y 2008, con las mismas características editoriales de la segunda época de Transfre- tana, que dan a la imprenta trabajos mono- gráficos de un solo autor, recopilaciones de trabajos sobre temáticas concretas -en ambos casos con aportaciones de las secciones de ciencias-, hasta actas de Congresos y Colo- quios en los que tuvo participación el IEC.
La primera de las monografías, de fecha noviembre de 1994, es la derivada de la memoria de excavación de 1979 de “Un vertedero del siglo III en Ceuta”, en el entorno del paseo de las Palmeras y la Gran Vía, escrita por Emilio A. Fernández Sotelo. El Dr. Fernández Sotelo, que entre otras excavaciones importantes, fue el director de la que
En “Estudios sobre sanidad pública en Ceuta” Simón Chamorro contó para la co- ordinación con Antonio J. Ruiz Moya y José María Sánchez Romero. Cerca de treinta au- tores para nueve estudios mayoritariamente sobre temas sanitarios y bioclimáticos, que muestran el giro que la investigación ya en- tonces había dado en pro de los equipos de trabajo, de los que forman parte médicos, farmacéuticos, biólogos, sociólogos...

"El tiempo pasa. Nuestro Instituto, fundado en 1969, ha cruzado ya la barrera del medio siglo, y ocupa un lugar destacado en la historia cultural de nuestra ciudad que frecuentemente rebasa los límites nacionales, gracias a los temas abordados por sus diferentes secciones como por la brillantez de quienes lo han hecho posible, formaran parte o no de la institución"

La monografía número 4 la componen las actas del Coloquio “Cerámica nazarí y mariní” celebrado en el Museo de Ceuta en la primavera de 1999, con la colaboración del I.E.C. y su edición se realizó por Asuka- dio por resultado el descubrimiento de la Basílica Tardorromana, y ha sido quien más ha publicado en esta colección.
Las monografías 2 y 3, aparecidas en 1995 y 1997 fueron coordinadas básicamente por Simón Chamorro Moreno y estaban enfocadas a publicar estudios de la sección de ciencias que tenían gran interés pero que no encontraban acomodo en los formatos del IEC. En “Estudios sobre el medio natural de Ceuta y su entorno” Luciano Alcalá Velasco resaltaba como la Junta Rectora de 1992 había “intentado que el I.E.C. cambiara ese halo de institución arcaica -vinculada casi exclu- sivamente a la historia- con que muchos la identifican, en beneficio de una imagenactual y plural, igualmente comprometida con temas y problemas contemporáneos”, y apuntaba a temáticas como el Medio Ambiente como prioritarias. En este número estaban ya los principales referentes en nuestra institución de estos temas: José Luis Ruiz García, Francis- co J. Martínez Medina, Lotfi Mohamed Aisa y Simón Chamorro Moreno.
La experiencia de albergar las actas de una reunión científica se repitió con la monografía número 5, que contiene las actas del I Coloquio internacional de estu- dios sobre Africa y Asia, que organizaba el
I.E.C. y la Editorial Algazara, siendo direc- tor del evento el presidente de la Editorial y miembro de nuestra institución Jesús F. Salafranca Ortega. Sin duda fue un coloquio muy variado en temas, con la participación de numerosos investigadores de varios países. Con los mismos organizadores, el número 8, en 2008, ofreció las actas del VI Coloquio internacional de estudios sobre Africa y Asia y que se mueve en los mismos parámetros de la anterior monografía.
Pero como ya anticipábamos línea atrás, Transfretana monografías tiene en el Dr. Fernández Sotelo su máximo cola- borador, pues en los números 6 (2001) y 7 (2005), ofreció dos nuevos estudios sobre “Los silos en la arqueología ceutí”, con los cuales continuaba dando a conocer su visión y experiencia de las excavaciones de espacios dedicados al almacenamiento de desechos urbanos iniciado en la monogra- fía inaugural de la serie. También la número 9 (2008) dedicada a las “Excavaciones en Ceuta. Plaza del Cristo (I)” tiene su firma, y sabemos que hay en preparación al menos un número más.

Epílogo

El tiempo pasa. Nuestro Instituto, fundado en 1969, ha cruzado ya la barrera del medio siglo, y ocupa un lugar destacado en la historia cultural de nuestra ciudad que frecuentemente rebasa los límites nacionales, gracias a los temas abordados por sus diferentes secciones como por la brillantez de quienes lo han hecho posible, formaran parte o no de la institución.
Tenemos también un sitio en los archivos y las bibliotecas de entidades prestigio- sas nacionales y extranjeras con el fruto de su trabajo, pero a veces, aunque solamente sea para asomarnos al espacio de lo cotidiano, bien merece la pena hacer una pequeña crónica, que ponga negro sobre blanco, nombres, apellidos, lugares y fechas que se van perdiendo en nuestra memoria.

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