Lo grave de las tragedias es que las normalicemos y asimilemos como algo lógico la aparición constante de cuerpos sin vida en el mar. Eso está pasando en Ceuta, eso está ocurriendo en una frontera que, desde su cierre en marzo de 2020, ha provocado un auténtico desastre en muchas familias. Los jóvenes, carentes de futuro, se arrojan al mar, buscan bordear los espigones de la muerte quedando muchos de ellos en el camino. Solo aparecen algunos cuerpos, de otros nada se sabe. Si a la verificación de la muerte constatada en la aparición de un cadáver le añadimos la hilera de desaparecidos, de los que nada más se supo, el resultado es estremecedor.
Lo que está pasando en la Frontera Sur no interesa. Los medios nacionales no miran a esa fosa común que crece a nuestra vista, mientras que las autoridades simplemente evitan pronunciarse porque han normalizado lo que sucede. Y eso es grave, porque normalizar la tragedia supone ni siquiera extrañarse por las muertes constantes de jóvenes y menores o considerar lógico que se tengan que enterrar a toda rapidez porque en Ceuta no haya neveras operativas ni dispongamos de una sala para guardar durante un tiempo prudencial esos cuerpos con el objetivo no solo de ser identificados sino también reclamados por sus familias.
Pero esto no interesa. En esto nadie repara. En Ceuta parece que preocupa más que unas señoras, con todo su derecho, se bañen con burkini en el Parque Marítimo que lo que está ocurriendo. Preocupa más las serpientes de las barriadas que las infraestructuras dignas para afrontar esta tragedia como se debe. A ningún partido le he escuchado o leído una sola crítica por el déficit de instalaciones sanitarias mortuorias que tenemos.
Ya no solo es que no importa, es que este auténtico drama pasa a nuestro lado y genera rechazo. Hay a quienes les molesta que hablemos de lo que sucede, que narremos las tragedias y que hagamos seguimiento a lo que está sucediendo. Y lo hacemos porque es una auténtica barbaridad tanta muerte, nunca se ha visto que en una semana se encuentren 3 cadáveres y desaparezcan otras tantas personas de las que nunca se ha sabido si están vivas o muertas. Eso ocurre aquí al lado, no hace falta irse a otro país para fotografiar la barbarie entre fronteras cuando la tenemos delante de nuestros ojos.
Ni a España ni a Marruecos les interesa hablar de esto porque lo han normalizado, porque han etiquetado las muertes, porque solo reaccionan ante lo que tiene consecuencias políticas directas. Esta sangría parece que no va con ellos.
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