El representante del país luso en Ceuta fue uno de los primeros en llegar hasta el lugar del accidente y se hizo cargo de la situación y coordinación de la catástrofe. Un año después recuerda lo sucedido con ‘El Faro’. José Ríos, cónsul de Portugal en Ceuta, fue la primera autoridad en llegar al lugar del accidente aquel trágico 8 de septiembre de 2010. La escena le impactó y todavía hoy recuerda perfectamente algunos detalles de todo lo vivido. En los los días siguientes se encargó de realizar las gestiones para repatriar los cuerpos y de atender tanto al resto de heridos como a los familiares de todos ellos. Días imborrables que le han marcado personalmente. Ríos, una persona tranquila, aunque muy activa, recibió a ‘El Faro’ en su despacho del centro de la ciudad. Por cuestiones de seguridad y las actuales recomendaciones internacionales prefiere no mostrar su rostro en una fotografía. A pesar de ello, su cercanía y la pasión con la que cuenta todo lo que vivió demuestran que fue toda una suerte para quienes sufrieron la tragedia contar con su apoyo.
–¿Cómo recuerda aquel día?–Es uno de los días en que peor me he sentido. Nunca había presenciado un accidente tan fuerte, ni el traslado a la morgue de Castillejos, ver los cadáveres, algunos jóvenes y luego el proceso de embalsamar los cuerpos. Yo pasé dos o tres noches que no pude conciliar el sueño porque se me venía continuamente a la cabeza la imagen del autobús y cómo los Bomberos de Marruecos sacaban los últimos cuerpos. Aquel día recuerdo que llegué a Ceuta más allá de las once de la noche tras pasar todo el día en Marruecos. Además, al día siguiente, a primera hora, también estuve allí. También recuerdo mucho el traslado de los cadáveres, que fue la primera vez que se hizo. El delegado del Gobierno de Ceuta ofreció una colaboración muy valiosa y también pusieron mucho de su parte el presidente de la Ciudad y los respectivos Gobiernos de Marruecos y España. Yo me empapé de todo porque era el que estaba más cerca, pero es cierto que hubo muy buena coordinación. Al día siguiente tuve el honor de que viniera el ministro portugués para la Comunidad Europea y ofreció la rueda de prensa para facilitar los datos que se conocían entonces.
–Usted destaca la colaboración que hubo, pero en su día la gente se quejaba de una falta de coordinación y problemas en la frontera. ¿Cómo lo vio usted?–La colaboración fue excepcional. El paso por la frontera era muy rápido. Tanto la Policía Nacional como la Guardia Civil se portaron de forma maravillosa. Recuerdo que traje desde la península seis coches fúnebres para trasladar los cadáveres y no hubo ningún problema. Precisamente fue más complicado encontrar los coches porque en Algeciras no había disponibles y hubo que traerlos desde Granada, Ciudad Real e incluso de Córdoba.
–¿Qué pensó nada más llegar al lugar del accidente?–Yo me enteré porque me lo comentó una persona que vino al despacho. Al pillarme a pocos kilómetros lo dejé todo y salí corriendo para el lugar del accidente. La escena era dantesca. Recuerdo ver los cuerpos por el suelo y a otras personas encerradas entre los hierros... fue una impresión fortísima. Pero claro, en ese instante tienes que sacar fuerzas de donde sea porque debes recoger las documentaciones y hacer tu trabajo. Por suerte, las autoridades marroquíes estaban haciendo ese trabajo de una forma excepcional. Por suerte fue todo colaboración. Sólo puedo tener palabras de agradecimiento hacia ellos. De hecho, la canciller de Rabat, el asesor del embajador e incluso el embajador de Rabat se desplazaron hasta el lugar.
–Usted estuvo en contacto con los familiares de las víctimas. ¿Ha vuelto a contactar con ellos?–Tuve la oportunidad de estar varios días con algunos de ellos. Hay que tener en cuenta que hubo varias personas que se quedaron entre diez y quince días en el hospital Universitario y yo estuve visitándoles. A raíz de aquello hubo un par de parejas que me llamaron el pasado diciembre para felicitarme las Fiestas y como forma de agradecimiento. Fueron dos matrimonios que tuvieron ese detalle. Me llamaron al móvil y yo casi ni me acordaba de ellos hasta que me explicaron que nos conocimos en el accidente. Ésto te anima a seguir adelante y a pensar que si vuelve a ocurrir una cosa así uno debe volcarse al máximo.
–Imagino que ese fue el día más duro que usted ha tenido que vivir como cónsul de Portugal...–Sin duda, ese fue el día más duro. Efectivamente, fueron dos días muy tristes para mi. El impacto de ver aquel autocar fue algo tremendo. Uno se imagina que tendrá que dedicarse a temas consulares relacionados con turistas, cuestiones de oficina, barcos portugueses, coordinación de rutas y cuestiones similares, que es para lo que nosotros estamos aquí. Desde luego, lo que menos se imagina uno es que algún día te llegará la hora de ver una imagen como aquella del autobús accidentado en la cuneta.
–¿Volvería a actuar igual si se viera en otra circunstancia similar?–Es que creo que fue, dentro de todo lo malo que pasó, un trabajo muy duro, pero también muy sencillo por la colaboración tan grande que tuve. Las autoridades portuguesas, marroquíes y ceutíes se portaron de forma exquisita. El delegado del Gobierno fue una persona encantadora. Recuerdo que le pedí una serie de necesidades y rápidamente estaba a mi disposición. El presidente de la Ciudad exáctamente igual. Lo cierto es que tengo que poner un sobresaliente tanto a las autoridades españolas como a las marroquíes. Fue una labor muy dura, pero salió lo mejor posible. Tras el accidente todos los familiares estuvieron llamando al consulado para agradecer el trato y el funcionamiento. Las Embajadas estuvieron geniales en su trabajo, no debemos olvidarlo.