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Cuando tocan a la ‘familia’: así amedrentaron a la UDYCO de Ceuta tras sus golpes antidroga

La investigación de la UDYCO sobre la quema de propiedades particulares de sus agentes, protegida hasta ahora por la figura del secreto de sumario, evidencia la relación de esos daños con autores intelectuales que quisieron desmembrar y romper esta unidad policial

Un kiosco regentado por una familiar directa de un componente de la UDYCO atacado hasta en tres ocasiones (a la tercera fue la vencida y terminaron calcinándolo). Dos coches de agentes quemados. Más intentos de causar daños entre unos casos y otros.

En junio del año pasado, la Policía Nacional lograba detener a cinco personas presuntamente implicadas en delitos de conspiración, coacciones, represalias y organización criminal. Todo ello con el trasfondo del tráfico de drogas.

Ellos eran los supuestos brazos ejecutores de una acción bien pensada y premeditada por quienes habían sido objeto de investigaciones, por quienes vieron mermada su capacidad de traficar con hachís a gran escala al ser protagonistas de las operaciones realizadas por esta unidad. Es lo que sospecha la propia UDYCO y lo que ha dejado reflejado en los informes presentados en sede judicial a cuyo contenido ha tenido acceso este periódico una vez ha sido levantado el secreto de sumario.

Se tocó a ‘la familia’ y esta respondió con ataques que tuvieron como finalidad desmembrar la unidad policial. Las quemas ocurridas se encuadraron en lo que se viene a considerar como un atentado, bien lejos del mero vandalismo que de forma permanente afecta a nuestra ciudad y que obedece a multitud de factores.

En el caso de marras, la UDYCO concluyó que “los posibles autores intelectuales de estos hechos se encuentran relacionados con la desarticulación de una organización criminal dedicada al tráfico de hachís, en la que se procedió a la detención de 23 personas y al decomiso de más de cinco toneladas de droga”.

Las cantidades económicas derivadas de las expediciones de droga eran elevadas. El daño fue inmediato. Hablan de la Monte. “Esta operación supuso un grave impacto en las redes del narcotráfico ya que fue desarticulado un modus operandi que estaba generando muchísimas ganancias económicas a los traficantes”, se concreta en uno de los informes policiales trasladados al Juzgado.

"Venganza" contra la UDYCO

La respuesta no tardó en llegar. La víctima principal era la UDYCO por ser la autora de los golpes que habían mermado el negocio del narcotráfico. La cultura del fuego está asentada en los delincuentes que actúan según un esquema piramidal propio de la mafia: si tocan a uno de sus miembros responden en bloque para cortar de raíz a quienes son molestos.

Las investigaciones desarrolladas por la Policía y protegidas hasta ahora por el secreto de sumario han permitido hilar los indicios para dar con una estructura de respuesta delictiva que pretendía no solo romper la unidad sino causar temor en los familiares más próximos a sus componentes.

Con permiso judicial se intervinieron conversaciones telefónicas a los ya investigados en las que figuraban expresiones como “venganza” o “acabo de llegar de hacer una misión”, como parte de la mensajería intercambiada entre investigados poco antes o después de producirse los daños en las propiedades.

A la mensajería se añadió el hallazgo de fotografías alusivas al ámbito de la droga o a las armas, como por ejemplo imágenes de uno de los investigados portando armamento o a bordo de una semirrígida rodeado de fardos que con toda seguridad contenían hachís.

Son los últimos eslabones de una cadena, los que representan los ejecutores de los delitos, aunque la clave de esta investigación ha radicado en ir más allá, en llegar hasta quienes la Policía ha considerado autores intelectuales de las quemas, para lo que han contado con el respaldo judicial.

En su investigación la UDYCO recalca cómo tras producirse las quemas se hacían grabaciones de estos atentados para dejar constancia del ‘trabajo cumplido’. Vídeos de corta duración y fotografías tomadas al momento de estas quemas fueron recuperadas de teléfonos intervenidos.

Incluso durante una inspección ocular en el escenario de un incendio los agentes interceptaron a un joven grabando la zona y grabándoles a ellos. Confesó haber recibido 10 euros por hacer esa grabación.

“La acción de grabar el vehículo siniestrado se debe a que al ser un encargo, el autor del incendio debe justificar su acto al inductor para poder cobrar el trabajo”, concluyen los investigadores en el informe trasladado al juzgado.

“Resulta llamativo” la recuperación de vídeos “cortos o fotografías casi al instante de haberse cometido el hecho delictivo. Son grabaciones hechas bajo una apariencia de ocultación, descartando la de cualquier videoaficionado. La persona que hace estas fotos o las grabaciones se encuentra en connivencia con el presunto autor”, añade.

Llegar a la autoría intelectual de los delitos es sin duda la gran obsesión de cualquier investigador. En este y en otros casos de envergadura, las fuerzas se invierten en dar con quienes alimentan la comisión de estas acciones.

En el caso de marras, la UDYCO vinculó rápidamente estos atentados con la respuesta de los grupos presuntamente vinculados al tráfico de drogas que desarticuló. Ninguno de los detenidos por estos daños había sido siquiera sometido a investigación de esta unidad o detenido.

¿Cómo entender una acción vengativa salvo que esta hubiera sido encargada por otros objetivos reales de la acción policial? Fruto de las investigaciones se pudo saber que mantenían un control directo sobre los agentes, que conocían datos sobre sus propiedades particulares o incluso otros cercanos a su núcleo familiar y movimientos.

“La gravedad de los hechos supera el daño material sobre el patrimonio”

“Los ataques buscan, mediante la coacción, amedrentar el trabajo de los policías, ya que buscan la presión familiar para que el agente deje la unidad investigadora y por tanto facilitar así la actividad del tráfico de drogas”, advirtieron los investigadores.

Por eso resultaba importante contar con el respaldo judicial para continuar con las investigaciones que podían llevar a avanzar en los pasos. “La gravedad de los hechos supera el daño material por incendio sobre el patrimonio de agentes o de sus familias... buscan la venganza para deshacer la unidad investigadora para poder mantener el tráfico de drogas”.

La UDYCO no tiene dudas, y así lo refleja en su informe contenido en las Diligencias Previas 183/16 seguidas en el Juzgado número 1. Estos daños fueron la respuesta a las operaciones Mytruck y Monte, de verano de 2015, que terminaron con la detención de varias personas y el decomiso, en total, de más de diez toneladas de hachís. “Se detuvo a personas muy reconocidas y vinculadas al mundo del narcotráfico que no habían sido detenidas con anterioridad o en ningún momento se pudo lograr su procesamiento.

Con esta situación o sensación de impunidad, que mantenían todos ellos, tuvieron que hacer frente a una detención y posterior ingreso en prisión, lo que provocó una situación de indignación anormal en los detenidos”, expone.

Es en ese marco en donde las investigaciones alcanzan ese grado en el que la acción y el encargo intelectual se dan la mano, investigándose a ese círculo “familiarizado con el delito que no duda en emplear la violencia ante cualquier amenaza contra ‘la familia’, como así se hacen llamar, que provenga del exterior, incluyendo la Policía, tomando un carácter o tinte mafioso”.

Para la UDYCO no hay duda de que las quemas a propiedades vinculados con sus agentes fue la respuesta del círculo próximo a los investigados, que buscaba así “vengar” a sus amigos, ya que “podría haber puesto en riesgo el negocio del tráfico de drogas en el que tendrían participación algunos de ellos”.

En los informes policiales se recogen conversaciones, motes, anécdotas e imágenes que vienen a perfilar “ese cariz mafioso” que “tomaban algunas de sus conversaciones”.

Hablan entre sí como miembros de ‘la familia’, se refieren a su jefe como ‘el comandante’ y tras producirse las detenciones de implicados en la última de las operaciones elevaron el tono de sus mensajes incluyendo amenazas físicas y verbales contra todo aquel que opinara en redes sociales o en grupos contra sus amigos, llegando a revisar perfiles para conocer, con nombres y apellidos, quiénes eran los que hacían esos comentarios.

“En esos tintes mafiosos resulta llamativo la utilización del daño físico”

Antes de los arrestos tampoco variaban mucho de actitud, recogiéndose más intercambios de mensajería al mismo nivel. El hecho de que uno de los agentes atacado fuera el que realizó el seguimiento clave para la identificación de varios de los detenidos en la Operación Monte es relevante para la UDYCO.

“Ese ataque puede tener una doble intencionalidad. La venganza por haber atacado a los miembros de ‘la familia’ o que con el achante del agente, que podría dar lugar a su retirada de la unidad investigadora, hacer que desapareciera la amenaza a su organización criminal, pudiendo así continuar con la actividad delictiva del tráfico de drogas, que sería el objetivo verdadero de sus integrantes, la continuidad en el delito y el consiguiente beneficio económico”.

“En esos tintes mafiosos resulta llamativo o resalta la utilización del daño físico sin ningún miramiento, e incluso llevado a la muerte, en la que Ceuta no es testigo excepcional de estos hechos sino que tristemente se han vivido en los últimos 25 años”.

“El incendio”, añade la UDYCO, “no es delito de daño en sí, sino el objetivo final para llevar a cabo la venganza, excluyéndose cualquier acto de vandalismo ya que se han producido en tres ocasiones y además en esas madrugadas que se han producido los hechos, no hubo ninguna actuación por parte de Bomberos, lo que confirma el dolo y excluye la causalidad de un acto vandálico”, concluye.

La judicialización de este caso terminará sentando a los presuntos implicados en el banquillo en una situación concreta que no es ajena a otros episodios que, de forma cíclica, han sufrido las fuerzas y cuerpos de seguridad en el ejercicio de sus funciones.

Lo vivió a finales de los años 90 y principios de 2000 la Guardia Civil, con quemas constantes de vehículos particulares de agentes y amedrentamientos a sus familias, en un periodo en el que el narcotráfico, el tráfico de mercancía a bordo de planeadoras y la exposición del poder fruto de la acción delictiva era algo tan inmoral como demasiado común.

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