Tras la toma en 1492 por los Reyes Católicos de Granada, sucedió que, por un lado, gran parte de los árabes vencidos se refugiaron en Marruecos, tanto por razones geográficas de cercanía como por el origen que la propia invasión árabe de España había tenido 781 años antes.
Y, de otra parte, aquella primera marcha de nuestro país de los perdedores de Granada vino casi a coincidir con la expulsión de los judíos por el Decreto de 31-03-1492, que también muchos de ellos fueron a parar al entonces Reino de Fez (actual Marruecos), principalmente a Tetuán, Rabat y Xauen y otras localidades marroquíes. Vemos, pues, cómo la primera expulsión de musulmanes y judíos fue casi simultánea. El primer contingente de los primeros (unos 40.000) se estableció, sobre todo, en Tetuán, reconstruyendo dicha ciudad bajo la dirección de Al Mandari. Otros se marcharon a Argel y Túnez. Luego, en una segunda época tuvo lugar la expulsión de los moriscos por Felipe III en 1609; éstos, como se sabe, eran musulmanes que tras la rendición de Granada se quedaron a vivir en España, pero que por haberse levantado en armas en las Alpujarras granadinas, fueron primero distribuidos por otras regiones y después expulsados. Muchos de ellos fueron repartidos por Extremadura, donde la población morisca más importante la tuvo el pueblo de Hornachos (Badajoz) con unos 3.000, que tras su expulsión emigraron a Rabat, fundando allí la República corsaria del Salé, que adquirió un enorme poderío político y gran pujanza económica formada por una burguesía enriquecida por el corso. No fue reintegrada al Sultán marroquí hasta el año 1668.
Tanto los moriscos como los judíos expulsados tuvieron que salir de España a prisa y corriendo, quedando ante una dramática situación que les hacía de vagar por calles y campos de Marruecos sin apenas medios de subsistencia. Ello les obligó a organizarse por su cuenta en Marruecos, porque, además, fueron muy mal acogidos por los propios musulmanes antiguos, dado que los llegados de España eran de costumbres más liberales que eran radicalmente rechazadas por los más ortodoxos. El cronista Luis Cabrera Córdoba, refiere: “Se sabe que en tierras de Tetuán han apedreado y muerto, con otros géneros de martirios, a algunos moriscos que no habían querido entrar en las mezquitas con los moros”. Y, habiendo sido marginados por unos y otros, se hicieron con pequeñas embarcaciones y se dedicaron al corso, cometiendo actos de piratería en la mar, asaltando y atracando a mano armada embarcaciones españolas cargadas de mercancías que saqueaban y luego llevaban las robadas para su reventa en Marruecos, incluso adentrándose tierra adentro en las ciudades y pueblos costeros españoles, en los que igualmente se dedicaban a perpetrar robos y a llevarse españoles capturados como rehenes, conduciéndolos a puertos marroquíes, principalmente Río Martín, Rincón del Medik y Tetuán, quedando luego los cautivos encerrados en casas secretas y en muchos casos eran luego vendidos como esclavos, exigiendo otras veces el pago de un elevado rescate a los familiares o a las autoridades españolas.
Las capturas en el mar y robos en las costas las realizaban los moriscos, mientras que los judíos hacían de mercaderes en las compra-ventas y cobro de los rescates. Refiriendo anécdotas de su intermediación, fray Pedro Ortiz de Loyando, dice 1618: «Los judíos (…) decían que ellos, yendo y viniendo a Ceuta nos traerían los cautivos que quisiésemos, para lo cual nos ofrecieron unos roles, que allá llaman minutas, de los cautivos que había en Tetuán”. Musulmanes y hebreos, pese a su tradicional enemistad, formaron una fuerte alianza en la que se entendían perfectamente para repartirse los pingües beneficios obtenidos con la compraventa de sus capturas. Y así fue como nació un mercado o tráfico ilegal de mercancías y personas, cuyas transacciones comerciales solían concertarse la mayoría en Ceuta y Tetuán, casi siempre con la intermediación de religiosos españoles de ambas ciudades que se encargaban de pagar los rescates, socorriendo a los cautivos, a sus familias y haciendo grandes obras de caridad liberándolos, entre los que destacó el padre Fernando de Contreras, que llevó a cabo una ingente labor caritativa rescatando a miles de rehenes convertidos en esclavos, porque por entonces todavía existía la esclavitud en África y era tolerada por la mayoría de los países. Los cautivos eran llevados casi siempre a Tetuán, donde eran encerrados en casas y mazmorras destinadas a su tráfico. Cada uno de ellos era tasado como si de un animal se tratara,y se compraba y vendía como mercancía por un precio que guardaba relación con su edad, estado físico y sexo.
El documento más antiguo que se conoce es uno de 1548 que da noticias de judíos interviniendo en los negocios del corso. Muerto Al Mandari en 1541, le sucedió en el gobierno de Tetuán su viuda, Sit al Hurra, hasta que su yerno, Hasen, la desplazó en 1542. Este Hasen, era del linaje de los Mandari, al que nos vamos a encontrar al frente de los destinos de Tetuán en 1548. Por esas fechas, una comisión enviada por don Diego Pacheco, marqués de Villena, para rescatar cautivos de Marruecos, con el importe fijado en una manda testamentaria del anterior marqués, da cuenta de que destina a tal fin un millón y medio de maravedíes con los que se liberaron 74 cautivos, lo que da una media de 20.270 maravedíes por cada uno, aunque los precios eran individualizados. Entre los propietarios de esclavos destacaba Isaac ben Prime o Ben Ibrahim, jeque de los judíos tetuaníes y, por eso mismo y por estar bien considerado entre sus ciudadanos judíos y moriscos, «ayudó a favorecer siempre la redención, e hizo con mucha voluntad y lealtad todo lo que a ella tocaba, andando siempre metido en dichas redenciones”. Una mención honorífica para Isaac, así lo pone de manifiesto. Tenía dos esclavos a medias con el alcaide Hasen. De su propiedad eran siete esclavos más, y sirvió de mediador para la venta de un cautivo que estaba en Alkazarquivir en poder de otro hebreo, Moisés Rute, con lo que el conjunto de sus ventas ascendían a más del 10 por 100 del total de las mismas.
Después del alcaide Hasen y del cadí Monfada, éste de Ben Prime es el mayor porcentaje de ventas en esta redención. Respecto a su atribución de jeque o saij de los judíos, debió ser más un cargo político que religioso. Posiblemente fuera el responsable de los actos de la comunidad ante la autoridad ajena que los gobernaba, mientras que el gran rabino, como en el caso tetuaní de Bibas, que sabemos lo ejercía desde 1530, sería sólo el gran director espiritual, celador de las leyes religiosas. Un viajero de principios del siglo XVIII, cita todavía el mismo cargo en la judería de Fez que él visitó, posiblemente un descendiente. Hay otro hebreo, en esta redención de 1548, que trae al mercado tetuaní cinco esclavos del rey de Vélez y que estaban en aquella población. También en Alkazarquivir nos encontramos un hebreo dueño de esclavos, un tal Isaac Arbas. Por éste y otros que veremos más adelante, se registra la existencia de una colonia judía en Alkazarquivir, como lo evidencian también los restos arqueológicos de sus tumbas más antiguas.
Por un libro manuscrito de cuentas sobre pago de la redención de cautivos realizado en 1579 en Tetuán por los religiosos de la Merced, que actuaban siguiendo instrucciones de Felipe II, se sabe que fray Rodrigo de Arce y fray Luis de Matienzo pagaron un total de siete millones de maravedíes, donde aparece el jeque judío de Fez, Jacob Chicotillo, que le vendió a los redentores 539 onzas de la moneda de África que previamente habían adquirido los frailes de Ceuta; luego, pasaban también a Tetuán cargados de mercancías que con éstas y las monedas pagaban el rescate de los cautivos. En las operaciones aparecen también otros hebreos, como Inda Conçote, vecino de Fez, Moisés Maymarán, Judá Castil de Mekinés, Jacob Hachuela de Salé; este último era un activo comerciante que viajaba mucho a Ceuta a concertar con los religiosos redentores. No sólo vendían esclavos, sino que hacían trueque de éstos por mercancías. Inda Conçote incluso tenía una cédula para poder sacar cautivos castellanos y llevarlos a Ceuta, que les pagaban cuando los religiosos iban de Ceuta a Tetuán, alquilaban una casa desde diciembre de 1579 hasta el 11-01-1580; el propietario arrendador del inmueble era Abraham Tubi, que también era vendedor de esclavos. Y también vendían esclavos los judíos Onaco, Jayón Mordafay Alia o Alillo, Abraham Menagui, Buscaite y otros. Pero el que más destacaba era Samuel Pimienta, que hacía de todo, era propietario de esclavos, comisionista, corredor, emisario y cajero. En esta redención de 1579 se liberaron 170 cautivos, de los que 43 pasaron por las manos de Pimienta
En 1607 tuvo lugar una redención en Ceuta de cautivos llevados de Tetuán, porque el Marqués de Villarreal no quería que por entonces los religiosos pasaran a Berbería que estaba implicada en guerras civiles que estallaron entre los hijos de Ahmed al Mansur a la muerte de éste. En Tetuán era alcaide Alí Guduber, que representaba al Sultán, y el almocaden Ahmed an Naqsis, general de los guerreros que defendían aquella ciudad y también acosaban a la guarnición ceutí. En la operación intervinieron Haim Mejías o Mexías, Cohen y Jacob Cofre en presencia de de Mohamed Botaibo y Jusepe Mejías, intérpretes de hebrero y árabe, respectivamente. Estos dos últimos simbolizaban la perfecta convivencia judeo-morisca y eran muy conocidos en Ceuta.
La entrega de 22 rescatados se hizo en esta ciudad libre de derechos y alfaquequería. Para ello, previamente Moisés Mejías dirigió una carta al Marqués de Villarreal, facilitándole los nombres de los cautivos que los redentores querían rescatar. El judío trajo a las afueras de Ceuta a los patrones con sus esclavos y allí, a la sombra de las murallas de la fortaleza, se realizaron los trueques, compras, ventas, concierto y rescate.
La anterior redención se formalizó mediante escribano que comenzaba recogiendo: «En la ciudad de Ceuta, que es en las partes de África, estando a la entrada de la Puerta que sale al campo y camino que va a Tetuán, a 12-09-1607, por ante mi, Toribio de Palacios, escribano del reino y de la presente redención, los padres redentores rescataron de Hach Jusepe, moro, vecino de Tetuán, siendo intérprete Jusef Mexías, judío, 22 cautivos...». En la redención fue también protagonista Mejías el Gordo de 1583, con una dilatada presencia en Marruecos que sólo igualan los moriscos de rancia estirpe, como los Monfadal, los Botaibo, los Bu Alí, los propios Mandari con los cuales llegaron a Tetuán en 1484.
Este José Mejías de 1607, residente en Ceuta, no sólo era patrón e intérprete, sino comisionista e intermediario, y en Ceuta lo hacía en nombre del alcaide tetuaní, Alí Guduber, que tenía preso a un escucha de Ceuta. La mediación no resultó difícil, puesto que había acuerdos previos sobre escuchas. En esta ocasión el escucha sólo hacía 20 días que había caído en manos enemigas y los religiosos concertaron con Mejías que lo trasladara a Ceuta.