A las diez de la mañana comenzaba el servicio de autobuses desde el centro de la ciudad hasta la ermita de San Antonio, a la que se trasladaron cientos de ceutíes para disfrutar de la romería en honor al santo más popular de Ceuta.
No fue hasta casi dos horas más tarde, cerca de las 12 del mediodía, cuando el presidente en funciones de la Ciudad, Juan Vivas, llegaba hasta la ermita donde ya se encontraban los mayores del Programa de Envejecimiento Activo de Sanidad y la consejera en funciones del área, Adela Nieto.
A pesar de las nefastas previsiones meteorologías que se pronosticaban, tanto caballas como foráneos fueron fieles y no faltaron a una cita que, según comentaban, contó con más afluencia que años anteriores. De hecho, los fieles agradecieron que el tiempo diese una tregua y, pese a la ausencia de algunos rayos de sol, el ambiente “más fresco” con respecto a otras romerías fue bien recibido.
Los actos daban comienzo con la misa oficiada por el vicario general de la ciudad, Francisco Jesús Fernández, que además contó con la participación del coro de los Remedios.
Finalizado el oficio religioso, comenzó uno de los momentos más esperados de la romería: la procesión de San Antonio por las inmediaciones de la ermita. Al son de las campanas del templo, el popular santo inició su recorrido, como siempre a hombros de los porteadores de la hermandad y seguido por numerosos fieles, bajo los sones de la Banda de Música Ciudad de Ceuta. Un recorrido especial porque por primera vez el cortejo pasaba por los inaugurados exteriores que rodean a la ermita. Su entrada al templo tras su recorrido procesional fue ovacionado por los fieles que despidieron al santo entre vítores y aplausos.
Una vez en el templo, daba comienzo otro de los momentos más esperados de la romería: la entrega de los panecillos de San Antonio. Casi una hora antes, los asistentes comenzaban a guardar su turno para ser los primeros en hacerse con el preciado “bollito”, una muestra de la devoción de los ceutíes por cumplir una tradición que forma parte indisoluble de la historia local.
Largas colas se formaron para conseguir uno de estos preciados panes que, según la tradición, otorgan suerte a su poseedor y que debe guardarse un año entero hasta la noche de San Juan, en la que se tira al agua para alimentar a los peces.
Es el conocido como el ‘pan de los pobres’, con el que San Antonio dio ejemplo y ayudó a los más necesitados. La Cofradía también lo hizo este jueves con el reparto de más de 4.500 panecillos bendecidos.
Un panecillo acompañado por la suerte, aunque no es el único favor que presta San Antonio, ya que la tradición lo apunta como santo casamentero al que acuden las jóvenes para pedirles marido y también hay quien le reza para encontrar un objeto perdido.
Cumplida la tradición del pan, llegó el momento de hacer una parada y disfrutar de la oferta gastronómica de esta romería. Todo un clásico es ya la tortillita de camarones, fiel a su cita anual desde San Fernando (de donde proceden estos cocineros), o la paella, aunque fueron muchos los que también optaron por llevar su propio almuerzo y así entre tortilla, empanada o filetes pasar el día en familia o entre amigos.
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