Es un año sumamente importante, éste en el que nos encontramos.
En realidad todos los años de la vida del ser humano son importantes, pero cada uno de ellos tiene sus características especiales que destacan sobre las obligaciones normales, las corrientes, las de cada día, que naturalmente tienen su importancia específica. No debemos olvidar que el ser humano, cualquiera que sea éste, es importante aunque algunos no se lo crean y otros abusen de ese valor. Conviene ser sensatos, todos, para que nuestra labor sea beneficiosa para la humanidad. El año que estamos viviendo es un tiempo en el que se nos quiere examinar a los españoles y yo añadiría que se trata de unos exámenes muy importantes que requieren una excelente preparación de todos los que vamos a tomar parte en esos exámenes, que no son otros que las votaciones que van a ser convocadas sucesivamente. Es una acción muy importante esa de depositar el voto en una de las urnas electorales, ya que con ello estamos eligiendo a quienes han de gobernar el sistema de vida de la sociedad - de la nuestra - en los años venideros. Nuestra sociedad - la española - no puede ser ajena a cuanto en el mundo viene ocurriendo. Hoy día es más importante que nunca lo que viene ocurriendo en el mundo y las tendencias de expansión que se prefiguran como posibles. España no puede bajar la guardia, sino aumentarla todo lo que sea necesario para estar al día en la defensa de nuestra integridad. No se trata de grandes manifestaciones a favor de nuestros intereses sino una preparación concienzuda y eficaz, en todos los sentidos. España es Europa y este concepto se ha de fortalecer con rapidez y solidez. Las palabras, por muy prometedoras y halagüeñas que resulten, ya no son suficientes y hay que ir a hechos concretos que pongan de manifiesto la solidez de nuestro continente, que tiene motivos para verse amenazado seriamente. Todo ello tiene, naturalmente, sus exigencias, que son importantes a la par que necesarias para nuestra integridad y libertad dentro de los campos que han ido definiendo, a lo largo de los siglos, nuestro carácter y entidad. A veces se olvidan esas realidades, que son exigentes, para presentar unos planes de acción en los que todo iría sobre ruedas. Pueden resultar muy atractivos para quienes están pasando por unas situaciones angustiosas y para ellos vaya todo mi respeto y deseo de que sus problemas se resuelvan tan pronto como sea posible pero, tal vez, las soluciones que por algunos se les ofrecen no sean las más adecuadas y ni siquiera posibles. Estas consideraciones y las anteriores nos obligan a trabajar seriamente en este año cuajado de elecciones.