El año va tocando a su fin y las conversaciones sobre las posibles subidas de sueldo empiezan a tomar protagonismo en los coloquios de amigos y empresas. Es normal que los trabajadores estemos expectantes de las decisiones que se tomen en ese sentido y es normal que todos esperemos que nos suban nuestros emolumentos.
Por otro lado, vamos conociendo el balance de resultado de las empresas y nos sorprende gratamente que tengan balances muy positivos y generosos. En el 2022 los medios de comunicación nos informaban que la banca alcanzó un beneficio récord de 20.800 millones y en 2023 las estimaciones de crecimiento rondan el 30% y vuelven a calificar el beneficio como récord histórico. Dos años muy buenos para los bancos y empresas.
Atrás dejamos el miedo de quiebra del país por la subida del salario mínimo, fijado en 1.080 euros mensuales en 14 pagas. Aquella medida parecía el fin del mundo; la banca rota de España por la destrucción de empleos y la imposibilidad de los empresarios de hacer frente a tan generosa subida. Esa no era la reflexión de ningún político, era la meditada cavilación de simples funcionarios del estado que a la vez esperaban una generosa subida de sueldo.
"El año va tocando a su fin y las conversaciones sobre las posibles subidas de sueldo empiezan a tomar protagonismo en los coloquios de amigos y empresas"
Este año la propuesta de la patronal CEOE es de un 6% para los dos próximos años, 1.112 el primero y 1.145 el siguiente. Una propuesta realizada por los empresarios y, por tanto, no podemos tacharla de descabellada, mas bien, desde mi punto de vista, un poco rácana, pero eso no deja de ser la visión personal de un trabajador que, a pesar de cobrar mucho más de ese salario mínimo, no pierde la perspectiva de lo que es y de donde viene.
Este año después de conocer la propuesta de la CEOE que, por cierto, esta algo alejada de la propuesta de la administración, hemos vuelto a tener la misma conversación. Les decía a mis queridos contertulios que España no se había ido a pique por la subida del salario mínimo y que las empresas y bancos habían tenido muy buenos resultados. Ellos siguen pensando que con tanta subida de sueldos las empresas van a pique y, por otro lado, siguen esperando que la administración sea generosa con la subida a los funcionarios. No fuimos capaces de ponernos de acuerdo y en el grupo de WhatsApp perdí por mayoría.
En el grupo se piensan que soy un infiltrado, un espía, no sé de quien. Yo dije que como trabajador pensaba que era positivo que subieran, que no se puede ser tan egoísta y pensar que un trabajador que cobra poco más de 1.000 euros puede llevar a los empresarios a la ruina y pretender que nos suban a nosotros que cobramos mucho más. La respuesta fue que nosotros no somos trabajadores, que somos funcionarios y, por esa razón, les tuve que explicar que un funcionario no es otra cosa que un trabajador del Estado y que habían perdido la perspectiva de lo que eran. Ni mas ni menos que trabajadores del Estado.
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