Dice el ministro Marlaska que el “reparto” de menores “va a ser una realidad”. Con una inmigración infantil cosificada hasta por el Gobierno de España, el mismo que atribuye todos los males a la máquina del fango, nos ha salido un conflicto político de la chistera sin haberlo previsto.
A Vivas le pilla, como casi todas las cosas, en mitad de la tostada. A un lado tiene el Gobierno de España al que le debe lealtad, al otro un partido que hace tiempo que dejo de hacer política con sentido y que ahora le ha salido con la rabieta de niño malo de Vox negándose a aceptar traslado de menores.
Dice el alcalde que él se debe a Ceuta antes que a las siglas. Así que, si el PP bloquea ese reparto, Vivas asegura que él seguirá votando que es necesario ejecutarlo. Veremos cuánto tiempo es capaz de mantener el discurso y hasta qué punto los parlamentarios de su partido, los que él mismo puso en lista, defienden en sus foros esa misma postura.
Sería bueno escucharlos, más que nada por saber en qué punto está el debate. Así, entre preguntas sobre el racismo y fútbol, podrían colar alguna sobre qué sucede en el seno del PP para que no se den cuenta del daño que hacen quienes están bloqueando el traslado de menores. Pueden hacerlo, debiéndose a Ceuta más que a sus siglas, como dice el alcalde.
Ese principio de solidaridad, esa defensa de los derechos del niño parece que importan bien poco a aquellas comunidades autónomas que parecen obviar, para lo que quieren, lo recogido en la Constitución. Hemos escuchado a Marlaska y su compromiso, pero no a Feijóo, el jefazo de los populares.
Lo más triste en que en medio de todo esto solo hay niños, nada más. Niños, leyes y derechos. Parece que se nos olvida lo más importante.