Seguramente a Anna jamás se le olvide su 59 cumpleaños, ni tampoco a su amiga Teresa ni a su amigo Morad. Cada año por su cumpleaños, Anna se autorregala una de sus mayores pasiones, viajar. De ahí surgió la idea junto a su amiga Tere de conocer la impresionante medina y perderse por los zocos de Marrakech. Pero, por miedo o prejuicios, decidió invitar a su empleado y amigo marroquí Morad, quien aceptó encantado. Así, maletas en mano, los tres juntos viajaron desde Barcelona, donde viven, hasta Marrakech el día 12 de este mes.
Tras la llegada, ya el día 13, “viernes 13”, justo el día en el que Anna cumplía 59 años, Marruecos decide cerrar todas sus
fronteras a cal y canto. Una noticia que les sorprendió durmiendo y que al despertar al día siguiente, no podían creer. Por lo que los barceloneses llamaron a todos los consulados de España en
Marruecos y no había respuestas. “La verdad es que hemos estado muy solos, muy perdidos, el Consulado no nos ha ayudado en nada, cero”, recordó Anna. Pero ante los mensajes tranquilizadores de sus familiares, realizaron la excursión por la ciudad que tenían programada para el viernes. “Llegamos a la Giralda y conocimos a unos españoles que nos hablaron de un grupo de WhatsApp y les dije que me metieran”, comentó, tras lo que explicó que gracias a los comentarios que ahí ponían otros españoles decidieron el sábado por la mañana “salir corriendo para Ceuta” ya que era la única opción “aunque a gente de otros países sí les dieron tiempo para salir”.
Para llegar a Ceuta “una odisea”. Primero, cogieron un tren hasta Tánger, donde les esperaba un primo de Morad que les recogería y llevaría hasta Ceuta, y así fue. Pero en la estación de Marrakech antes de partir en tren a Tánger se les unieron dos chicas vascas que “estaban en las mismas”, Nekane e Itxaso, por lo que el primo de Morad tuvo que alquilar un coche más grande, pero aún así era de cinco plazas, no de seis. “Como había mucha Policía por todos lados, una de las vascas tenía que ir todo el tiempo agachándose para que no la vieran”, recordó Anna.
Una vez en Ceuta, se despidieron del primo de Morad, que “no quiso cobrarnos nada, ni el alquiler del coche siquiera”, y los cinco se dispusieron a intentar cruzar la frontera. “A Morad, a pesar de ser marroquí, le pusimos en el medio para ver si colaba porque ya sabíamos que a los marroquíes no les estaban dejando pasar, pero no funcionó”, señaló. Por lo que las cuatro españolas, que sí podían pasar, le dieron al marroquí todos los dirham que les quedaban. No sin antes intentarlo todo. “Íbamos llorando desconsoladamente, Morad vino con nosotras al viaje porque yo se lo pedí y me sentía muy culpable de que ahora él se quedara atrás”, relató. Un policía español se acercó a Anna e intentó hablar con la Policía marroquí sin éxito.
Pero eso no es todo porque una vez que ya estaban en Ceuta “seguíamos sin saber qué hacer”. Fue entonces cuando “por suerte” se encontraron con la pequeña agencia de viajes de Ahmed Ayad que “nos ayudó en todo, le debemos la vida nosotros y muchos más españoles porque es un sol”. Así, fue Anna quien metió a Ahmed en el grupo de WhatsApp ‘Españoles por Marruecos’, a través del que todos los que estaban en las mismas circunstancias se ayudaban.
Aunque las españolas consiguieron llegar a casa después de pasar la noche en Málaga “como indigentes, tiradas en la calle y sentadas sobre nuestras maletas” y tras un viaje de vuelta interminable, Morad no. Él sigue atrapado en su propio país y sin poder volver a su casa para estar con su mujer y su hija de un año y medio.
Desde el sábado 14 de marzo, Morad va todos los días con su primo o su suegro a la frontera para ver si le dejan pasar. “Incluso le he dicho que intente sobornar a los policías, pero no hay manera”, reconoció Anna.
Por ello sigue en contacto con Ahmed y con el grupo de WhatsApp “para ver si entre todos podemos hacer presión y ayudarle”, aunque se siente demasiado culpable e impotente por ya no saber qué hacer. “He ido al Consulado de Marruecos en Barcelona y les expliqué el caso, pero me dijeron que no pueden hacer nada”, alegó indignada, tras lo que insistió en que no entiende “para qué están los consulados si desde ningún sitio pueden hacer nada”. Asimismo, Anna criticó que antes viajaba muy tranquila pensando siempre que “en caso de emergencia el consulado está ahí, pero ya veo que no, para nada”, por lo que está muy descontenta con el Gobierno y reconoce que en las próximas elecciones no votará. “Sin hablar por supuesto de que en ningún lado nos han tomado la temperatura ni nada por el estilo”, concluyó Anna.
Mientras, Morad sigue en Tánger, donde al menos tiene familia y una casa donde estar, la cual pone al servicio de las personas que “estén igual y lo necesiten”. Aunque reconoce que ya está cansado y “enfadado” con la Policía de su país ya que “el que tiene el pasaporte verde no lo dejan pasar y con el rojo sí, no entiendo por qué”. También está preocupado por el alcance del
coronavirus en su país.
Morad es marroquí sí, pero lleva residiendo en España desde hace 10 años y ahora su familia, su mujer y su hija, le esperan allí, al igual que Anna y su taller de costura, donde Morad trabaja.