Se puede decir que tras 22 años del estreno de Mulán, la originaria, la de dibujos animados (ni siquiera de animación por ordenador, suena raro hablar hoy de los añorados dibujos animados), Disney se podía permitir realizar una nueva versión para llegar a otras generaciones de jovencitas y jovenzuelos…
En la política de la compañía de revitalizar sus clásicos con repartos de carne y hueso le ha tocado turno a esta rareza, una protagonista femenina que lucha contra los elementos y la sociedad, una guerrera que no necesita que la salven, toda una chica de acción tan difícil de ver en las historias de Disney y que ya en su momento se convirtió en una estupenda excepción.
Como también excepcional es el hecho de que se haya estrenado en streaming por culpa del puñetero monotema que tiene a la Humanidad con el corazón encogido. La plataforma de Disney+ vino para quedarse, para dar mucha guerra a las que aún hoy dominan el mercado, y sacar rédito de un estreno con tirón que no merece la pena que pase sin pena ni gloria por el cine, supone un alto grado de inteligencia empresarial, de esa de la que no andan precisamente cortos en la casa de Mickey Mouse…
En lo que se refiere a la historia, para los más despistados, Mulán cuenta la historia de una joven bastante especial en el amplio sentido de la palabra que a escondidas va a la batalla contra los invasores del norte en lugar de su padre, en delicado estado de salud y haciéndose pasar por un hombre, hasta convertirse en una de las mayores guerreras de la historia de China.
La puesta en escena, un tanto fría en lo visual y carente de emoción, aunque impecable en lo técnico y con escenarios naturales espectaculares, se antoja de argumento pueril con malos y buenos absolutos en su concepción y plana en su desarrollo, a medio camino entre lo infantil y lo juvenil, sin llegar a cubrir del todo las expectativas de unos ni de otros. El dinamismo de la propuesta, sin embargo, y las poderosas coreografías bélicas no permiten que las dos horas de metraje se digieran de forma agradable, aunque aportaría una sensación general más convincente que los escenarios fuesen mucho más multitudinarios, a ver si va a resultar que lo de que hay tanta gente en China no es más que un bulo.
Seguramente cumple con su función recaudatoria con el sobrenombre de “remake” para airear el producto y mostrárselo a los más jóvenes que no pudieron disfrutar de él cuando se estrenó. Y es una pena que se lo pierdan, porque dicho producto era bueno. Hasta ahí el argumento podemos comprarlo, y el hecho de que no hayan calcado como en otros proyectos como el caso de Aladdin, homenaje lo llaman, es un punto en favor de esta versión de Mulán. Pero si tocas algo bueno, conviene, eso sí, pequeño gran inconveniente, que no te salga algo peor…