Tanto el Ramadán como la Semana Santa conllevan, entre los practicantes de ambas religiones, algunos cambios en sus hábitos alimenticios durante esos días. Por este motivo, El Faro de Ceuta se acercó al mercado central para ver cómo influye ello en el funcionamiento dada la coincidencia de fechas entre las dos celebraciones.
El tendero de Frutas y Verduras Dris, Dris Mohamed, explicó que se nota el cambio a la hora de vender productos para hacer harera. Así, durante esta época se dispensa más cilantro, perejil o apio. Por lo demás, más o menos “lo de siempre”, dijo Mohamed. En estos momentos lo que prima, añadió, son productos de temporada, como las mandarinas y las naranjas.
Para hacer harera es necesaria ternera, así que eso es de lo que más se vende en estos tiempos en los puestos de carne del mercado. En uno de ellos, Sora Aleh manifestó, eso sí, que le estaban pidiendo prácticamente de todo, como pollo, pinchitos o filetes aliñados o empanados.
Francisco Guzmán estaba ahí para comprar condimentos para hacer puchero. Los filetes a la plancha que se llevó son, aseguró, para comerlos mañana o el lunes. Ni ayer, siendo viernes de cuaresma, ni Jueves ni Viernes Santo los tomará. “En Semana Santa, pescado, y este fin de semana, pollo y ternera”, explicó, antes de zanjar el asunto diciendo que, “puesto que estamos todo el año comiendo carne, no pasa nada por no tomarla unos días”.
Así pues, el pescado es otra opción para estos días entre la comunidad cristiana. María Ángeles Ares compró merluza para guardar la cuaresma. Además, según contó, los viernes suele tomar pescado, que le gusta más que la carne.
Ana Gómez, con su hija Noah, tenía previsto cocinar ayer garbanzos con bacalao, pero, en en su caso, la elección del menú fue porque le “encanta” esa comida, puesto que, aunque sea cristiana, no se considera “muy practicante”.
También entre los musulmanes hubo quien eligió esta opción. Una mujer llamada Yourian se llevó boquerones para hacer tallín, un plato que también lleva tomate, pimientos, ajo y cilantro al gusto de cada cual.
Igualmente se le puede echar patata y es un plato que se puede añadir perfectamente a la mesa durante la ruptura del ayuno. Yourian aseguró que era precisamente lo que le faltaba, pues en casa ya tenía para hacer harera, breuas de pollo, empanadillas, dátiles y chuparkia.
Desde dentro, Abdelkader Bumedian aclaró que se come mucho pescado durante la época de Ramadán. Eso sí, su impresión es que “a los musulmanes les gusta más el pescado grande”, aunque ambas comunidades se llevan de todo: gallo, rape, rodaballo, salmonete, merluza, dorada, lubina, calamares, pargos, samas, gambas, boquerones o lenguado, entre otros.
Hacía poco, una señora había recogido unos salmonetes grandes y boquerones, y justo en ese momento José Antonio Giménez había adquirido medio kilo de chipirones que tenía previsto comer ayer. Y es que, además de ser viernes de cuaresma, como dijo Giménez, “el pescado es para comérselo el mismo día, no para guardarlo”. Marina Rodríguez también iba a comer ayer pescado, en su caso gambas y almejas, acompañado con verduras para hacer un puré y unas fresas de postre.
Sin embargo, el puesto estrella estos días es el de los dulces. Desde hace seis años, Nadia Marsowi acude a por ellos al mercado. Además, en esta época de Ramadán, los niños lo agradecen, porque “les apetecen”, así que ayer tocaba comprar breuas, además de empanadillas y pan, claro. Otro día puede que toquen tortas para el café o chuparkia, con sésamo y miel.
Precisamente para comprar chuparkia estaba allí Juan Gallego, quien elogió la “variedad exquisita” del puesto y que ya tenía en la bolsa cus cus y “pan moruno”.
Y es que, incluso en tiempo de Pascua, los productos de consumo en Ramadán son muy demandados también por quienes profesan religiones diferentes. Otro ejemplo es el de Agustín Marañés, quien iba a comprar pastas a pesar de que hay otros dulces más típicos para los cristianos en esta época, como los huesos de santo y las torrijas.
También había algunas trabajadoras del hogar comprando para la casa. Una de ellas comentó que sus empleadores le estaban arreglando los papeles para legalizarse. “A ver si tenemos suerte”, concluyó con un esbozo de sonrisa en su cara.