Telata de Sbuia era un poblado de Ifni alejado a unos 30 kilómetros de la capital. La guarnición estaba compuesta por la 3ª Compañía del Grupo de Policía de Ifni, al mando de un Teniente, un Brigada y un Sargento europeos, catorce policías, también europeos, y ochenta policías nativos, los cuales vivían en el poblado anexo al Cuartel de la Policía.
Al estallar los ataques al territorio por parte de las Bandas Rebeldes del Ejército de Liberación Marroquí, el comportamiento del personal de dicho Grupo de Policía fue heroico y ejemplar, destacando al Policía Antonio Pérez Pérez (Q.E.P.D.) que hizo honor al juramento ante la Enseña de la Patria. De Bailén a Sidi Ifni
Antonio Pérez Pérez había nacido en Bailén (Jaén), esa tierra de Andalucía cuyos vecinos son alegres de carácter, de buenas costumbres y de fogosa imaginación. Además, los jienenses tienen el alto honor de pertenecer a la localidad en donde las tropas del General Castaños derrotaron a las tropas del Ejército de Napoleón, al mando del General Dupont.
En 1957 a Antonio Pérez le correspondió cumplir el servicio militar en Sidi Ifni, en el Grupo de Policía, y tuvo la ventaja de que, en tanto que estaba en posesión del Permiso de Conducir, le asignaron la conducción de un Camión “GMC”, un Jeep “Pick Up”, y una motocicleta con sidecar “BMW”, cuya misión era trasladarse a Sidi Ifni a por la correspondencia, y los encargos de diverso material para el Cuartel.
El carácter bonachón y servicial de Antonio hizo posible que sus jefes lo considerasen de su total confianza, así como también tenía el aprecio de sus compañeros, quienes lo consideraban como un hermano. Era un hombre de carácter modesto, sin jamás dar mayor importancia a sus misiones, cumplidor fiel de todos sus deberes, sin miras egoístas a posteriores recompensas.
Antonio Pérez ,por su condición de conductor, tanto en la moto como en los vehículos, se conocía el territorio como la palma de la mano, siendo un hombre de total confianza de sus jefes, teniéndole en alta estima tanto su Teniente, Emilio Cuevas Puente, como el Teniente Pradillo (Jefe del Puesto de Tiliuin). Quien también le tenía en muy alta estima era el Brigada Luis Gutiérrez Nalda quien, desgraciadamente, perdió la vida al avisar al Cabo Manuel Castilla, a Antonio Pérez y al policía Vidaurreta de que se cubrieran del enemigo, momento en el que una ráfaga lo dejó malherido, muriendo horas después de una larga agonía.
El primer destino de Antonio fue en el puesto de Tiliuin. Era similar a un hotel: con agua potable, piscina, y un pequeño huerto en el que cultivaban verduras para su propio consumo.
Las magníficas cualidades de Antonio no pasaron inadvertidas para el Teniente Emilio Cuevas Puente, quién le reclamó al Teniente Pradillo que le cediese a Antonio Pérez para el Puesto de Telata. Antonio maldijo la hora en que perdió su anterior destino por las buenas comodidades que tenía, pero, por disciplina, aceptó su traslado a Telata. Once días de angustioso asedio
En horas de la madrugada del 23 de noviembre de 1957, los Rebeldes iniciaban un ataque con fuego de fusilería, ametralladora y morteros, ataque al que los policías de Telata, que estaban alerta, respondieron con energía.
Antonio Pérez recordaba con amargura el momento en el que el Teniente les ordenó que salieran fuera del cuartel para tratar de acallar a la ametralladora enemiga que les hostigaba. Fue saltar un pequeño muro y una ráfaga acabó con la vida del Cabo Manuel Castilla. Vidaurreta cayó fulminado, encontrándose de repente Antonio Pérez con un muerto y un desmayado.
Los minutos se hicieron horas, hasta que Antonio pudo trasladar a cubierto el cadáver del Cabo y a su compañero Vidaurreta. Aguardando hasta que los compañeros del interior del Puesto pudieron rescatarlos.
Antonio Pérez en sus memorias narraba con toda crudeza lo que tuvo que sufrir para poder poner fuera del alcance de la lluvia de balas enemigas a los dos compañeros recordando, además, que el Cabo Manuel Castilla tenía ya su billete para viajar hasta Llerena (Badajoz), donde iba a contraer matrimonio.
Cuando se cumplían once días del asedio, con escasez de agua, víveres, con un armamento obsoleto y escasa munición, observaron que el enemigo dejaba de hostigar y, a lo lejos divisaron los “tarbush” (tocado masculino) de los tiradores de Ifni, que se acercaban al Puesto, momento en el que el Comandante Melquiades Rico Eguibar se fundió en un abrazo con el Teniente, el Médico Civil; el doctor Vallejo y el resto de defensores de Telata, así como con las mujeres y niños que allí se encontraban.
A pesar de estar ya a salvo, aún quedaba lo más triste y doloroso: Antonio y los policías tuvieron que desenterrar del interior del Puesto al Brigada Luis Gutiérrez Nalda, al Cabo Manuel Castilla Díaz y a un soldado y, es que, el Comandante les había ordenado que destruyesen con bombas de mano todo aquello que no se podía llevar. Así, en el camión GMC conducido por Antonio se trasladaron unos 4 kilómetros, donde tuvieron que recoger el cadáver del Teniente Antonio Ortiza de Zárate y varios paracaidistas muertos. Todo ello mientras eran continuamente hostigados por fuego enemigo, en lo que se podía denominar “Caravan de la Muerte”.
Antonio Pérez Pérez fue un gran hombre, además de un héroe, tal y como lo certifican los documentos. Hoy sus cenizas descansan en el mar de Cantabria, junto con a su esposa. “...Cada persona forja su propia grandeza. Los enanos permanecerán enanos aunque suban a los Alpes...” (August Von Kotzebue).