Para entender el presente hay que pasar las páginas un libro hacia atrás y conocer el pasado. Hace poco más de 100 años España y media Europa estaban inmersas en otra gran y fulminante pandemia. La mal llamada Gripe Española mató entre 1918 y 1920 a más de 50 millones de personas en el mundo. Tras un siglo aún no se sabe con exactitud cuál fue ni la causa ni el lugar donde se originó.
En Ceuta morirían unas 800 personas entre civiles y militares. En aquellos años el recién inaugurado Hospital O’Donnell con 800 camas sería de vital importancia para luchar contra el virus.
En el Museo Histórico Militar de Ceuta, que se encuentra en el Castillo del Desnarigado, tienen cañones, transistores de la Primera Guerra Mundial y la joya de la corona que es una culebrina de bronce portuguesa de la segunda mitad del siglo XVI.
Pero también tienen una pequeña galería con lápices de mercurio rojo, paquetes de cura, un esterilizador metálico que funcionaba con un mechero, un transfusor de sangre, hilos de sutura que aún están intactos sin abrir conservados en formol, una fumigadora, mochilas de curación, una bolsa sanitaria para los grupos de Caballería y alguna que otra cartera con botiquín de urgencias.
Es solo una pequeña muestra del material del que dispone el Hospital Militar y del que nuestros soldados harían uso cientos de años atrás en las diversas batallas a las que se tenían que enfrentar.
El Museo fue declarado Bien de Interés Cultural del Patrimonio Histórico el 22 de octubre de 1997. El castillo en el que se sitúa, con más de 605 años de historia, debe su nombre a un pirata que surcó el mar Mediterráneo y decidió soltar el ancla en Ceuta, la perla del Mediterráneo.
El cabo primero José Antonio Aranda Soto, que lleva años destinado a ser el encargado del mantenimiento del Museo, cuenta la historia del Desnarigado. Su nombre proviene de un esclavo bereber fugado de las minas del Rif al cual le habían amputado la nariz durante su cautiverio. El Desnarigado escapó junto a otros esclavos y llegaron hasta la Ceuta portuguesa.
Los primeros planos del castillo datan del año 1693 y se construyó para defender a una ciudad estratégica por su ubicación y su proximidad con la península a través del Estrecho del enemigo.
La fortaleza estuvo abandonada durante muchos años y no sería hasta 1975 cuando se reabriría. Durante muchos años, el castillo se estuvo reformando y rehabilitando hasta 1864 para albergar el Museo que contiene entre sus paredes hoy día. El 5 de octubre de 1984 el capitán general de la II Región Militar, Ricardo Rivas Nadal, y el alcalde de Ceuta, Francisco Fraiz Armada, presidieron el acto inaugural del museo. Se recuperaba así un edificio que debido a la dejadez se encontraba muy deteriorado.
Museísticamente hablando, la Batería se compone de seis salas, además otros espacios como terrazas y la atalaya donde se encuentran ubicadas algunas piezas que por su tamaño no caben en estos espacios. En la planta baja está la sala de cañones, de infantería, de caballería, de ingenieros, de cuerpos comunes y servicios y la de artillería.
Además, en 1989 un grupo de soldados destinados al castillo y con dotes para la pintura, pintaron sobre las paredes de una estrecha galería a todas las patronas y patronos de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado: Ejército de Tierra, Guardia Civil y de la Armada.
El museo, que depende del Centro de Historia y Cultura Militar de Ceuta, también está sufriendo las consecuencias del coronavirus. Antes abría de lunes a viernes de 8 a 2 de la tarde y los fines de semana de 10 a 2, pero ahora en sus salas solo se escucha el silencio. “Es el silencio de los museos en tiempos de pandemia”, explica el director del Centro de Historia y Cultura Militar de Ceuta, el coronel Carlos Busto Díaz.
Como aficionado a la historia ha leído y escrito mucho sobre la Gripe Española de 1918. “En aquella época Europa estaba inmersa en la Primera Guerra Mundial, por lo que sólo los medios españoles hablaban de esta gripe y de ahí que se la denominase Gripe Española, pero en realidad se dice que se originó en las trincheras. Al desplazarse los militares a otros lugares, igual que está pasando en nuestros días, se propagó”, comenta.
Los hospitales recibían heridos de las diferentes acciones militares que se producían en sus alrededores, en las cabilas de Anyera, Tagramet o El Biut, lo que hizo necesario que se construyera el Hospital de O’Donnell.
El futuro del museo ahora pasa por recoger todo el material que utilizaban los militares médicos del Hospital de O’Donnell y reunir todas esas piezas en una sala dedicada a sanidad militar.
Al director del Centro de Historia y Cultura Militar de Ceuta le gustaría que el museo sea un punto de paso obligado para todas las familias de Ceuta. Aunque los museos son instituciones culturales, pretenden acercar sus salas a la ciudadanía por lo que esperan que todo esto pase para poder reabrir sus puertas y llevar a cabo todos los proyectos culturales que tienen en mente.
Además, también contemplan la ampliación del actual museo a un antiguo edificio emblemático de Ceuta como es la Rampa de Abastos, situada en el paseo de la Marina para conmemorar los 20 siglos de presencia militar en Ceuta y en el Museo del Desnarigado.