Hace más de tres años que Ceuta sufrió una de las peores catástrofes medioambientales de su historia. Unas maniobras militares en el monte de la Tortuga desencadenaron un grave incendio que arrasó más de 30 hectáreas y dejó tras de sí importantes pérdidas a nivel de flora y fauna.
Fue en octubre de 2015 y aunque poco tiempo después se llevaron a cabo trabajos de limpieza y de ciertos preparativos para la futura recuperación de la zona, desde Septem Nostra consideran que estas tareas han sido a todas luces insuficientes para restablecer todo el valor ecológico de esta área de García Aldave.
“Una de las consecuencias del fuego al no actuar a tiempo es la desaparición de la cobertura vegetal que lleva a la erosión del suelo y lo vuelve irrecuperable”, explica el presidente de Septem Nostra, José Manuel Pérez Rivera. Es lo que ha ocurrido en parte del terreno que hace algo más de tres años fue pasto de las llamas. “Debido a que no se inició un proceso de reforestación inmediato hay zonas que ya no se podrán reforestar”, añade.
La pendiente del terreno sumado a las lluvias que arrastran la cobertura vegetal terminan de convertir en insalvable un terreno sobre el que se podía haber actuado con mayor inmediatez. Esta parece ser, a juicio de la asociación ecologista, la tónica habitual en una ciudad donde los estragos causados por los incendios no reciben el tratamiento adecuado. “En cuanto se produce un fuego hay que adoptar medidas urgentes para sostener la cobertura del suelo y que no se pierda. Si no se actúa pronto, es irrecuperable”, apunta Pérez Rivera.
Esta situación deriva de una “falta de visión global y planificación” por parte del Gobierno local, tal y como estima el ecologista. “No existe un Plan de Gestión Forestal para hacer un diagnóstico de los montes y establecer si los usos que se les dan son correctos o no”.
Pérez Rivera recuerda que Ceuta cuenta con dos montes declarados Bien de Interés Cultural o BIC y es necesario “establecer unos objetivos mínimos de conservación, difusión y, por qué no, de aprovechamiento a nivel turístico o socio-educativo”. Es la manera, insiste, de “limitar usos” que sean compatibles con el entorno medioambiental.
En el caso del monte de la Tortuga, cuestiones como la falta de una respuesta inmediata han llevado a que parte de este terreno no pueda ser reforestado. “El no haber actuado antes y adoptar medidas preventivas, que es lo que hacen en cualquier sitio, junto con tareas de mantenimiento, ha derivado en un proceso de erosión”.
El ecologista urge a “no demorar” más la recuperación del suelo que aún pueda ser susceptible de reforestar “porque cada día que pasa es más difícil de recuperar”.
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