Teresa María Fernández, nacida en Madrid pero vecina de Ceuta durante muchos años, ha fallecido de manera repentina en Mumbai (Bombay), en la India.
Las vidas de cuatro indios y un ciudadano libanés se salvaron después de que la familia de esta mujer española de 67 años, declarada en muerte cerebral en el prestigioso hospital Jaslok, aceptara la donación de sus órganos y cumpliera así una de sus voluntades.
Como facultativo especialista de análisis clínicos, Teresa María Fernández trabajó en el Laboratorio del Hospital de Cruz Roja hasta 2005, unos 20 años sumando su paso por el 'José Lafont', y al marcharse de Ceuta lo hizo en el Hospital Torrecárdenas, en el mismo servicio. En los últimos 10 o 15 años ha sido tutora en este mismo centro sanitario de Almería.
"Sus residentes siempre han dicho de ella que ha sido la mejor tutora que han tenido y de la que han aprendido, no solo sobre medicina, sino también de la vida", han destacado sus hijos, Arturo y Aitana Pérez Fernández.
Sus seres queridos la describen como luchadora, con una "fuerza impresionante" y cabezota "porque defendía lo que creía justo hasta el final". Su entorno la define como "superdeportista": le gustaba hacer trekking, el submarinismo y la equitación. Pero su mayor afición era viajar y una vez que se jubiló –hace seis meses, en junio– quería hacerlo por todo el mundo. Recientemente recorrió Corea del Sur, Países Bálticos, Islandia, Guatemala...
"Como madre ha sido espectacular. Siempre se ha preocupado por nosotros aunque estuviese a mil kilómetros. Con sus nietos igual, supercariñosa, y muy solidaria con los demás. Intentaba hacer ver a la gente lo bueno de la vida", la han recordado sus hijos en su vuelo de regreso a España.
La misa funeral por Teresa Fernández será en la iglesia San Francisco de Ceuta, el próximo martes 17 de enero, a las 20:00 horas.
Estas Navidades las pasó en casa, todos juntos en la ciudad autónoma, y su camino y el de sus hijos se separó en Málaga ya que ella tenía previsto el vuelo a Mumbai.
La española visitaba la India como turista en un grupo cuando el 5 de enero sufrió un ictus hemorrágico. Aunque la llevaron de urgencia al hospital Jaslok, donde fue operada por un neurólogo y un neurocirujano, su estado no mejoró y, tras las pruebas pertinentes, se determinó la muerte cerebral.
Sin saberlo, emprendió su último viaje internacional, una de sus grandes pasiones, el pasado 4 de enero de Madrid al país asiático. Un destino que ya había visitado en ocasiones anteriores –este era su cuarto viaje–. En una de las excursiones, en concreto a la Isla Elefanta y a la Puerta de la India, se despistó del grupo y, aunque no tardaron en reencontrarse, Teresa María Fernández vivió ese tiempo que se le hizo eterno con nerviosismo.
Ya a bordo del autobús, empezó a sufrir un dolor de cabeza muy intenso y, unos minutos más tarde, una hemiplejia en la parte derecha de su cuerpo. Justo en ese instante pasaban junto al hospital, uno de los mejores de Mumbai, donde pararon y la llevaron a urgencias. Poco después entró en coma, la intubaron y una hora después, tras pedir el consentimiento a su hija, también doctora en el Hospital de Calahorra (La Rioja), la metieron en quirófano para una craniectomía descomprensiva.
En cuanto sus hijos se enteraron de lo ocurrido, empezaron a tramitar su viaje al país asiático y gracias a la ayuda que recibieron en Madrid a pesar de ser festivo por Reyes, consiguieron que la Embajada les expidiese el visado. Ese mismo 6 de enero por la noche volaron a Bombay, donde llegaron al día siguiente.
La familia de Teresa Fernández destaca el magnífico trato humano de todo el personal del hospital Jaslok, desde el servicio de seguridad a los sanitarios, con la salvedad de la administración ya que la sanidad no es gratuita y las empresas tratan de facturar por cualquier gestión, incluso por llevarse el cuerpo de su madre.
Tras tres o cuatro días tratando de recuperarla, en los que sus hijos no pudieron ni comer ni dormir, los médicos practicaron la prueba de muerte cerebral a la española el día 10 de enero dando resultado positivo, al igual que la repetición programada horas más tarde. El 11 de enero a las 8:34 horas se declaró su muerte cerebral. Un día duro.
Sus hijos explicaron que su madre siempre quiso donar sus órganos cuando falleciese y cumplimentaron todos los formularios para que así fuese. Todo excepto las córneas porque, como ella decía de sus ojos "grises-azules preciosos", y ahora rememoran sus hijos emocionados, "iba a ser muy raro ver el mundo desde una persona que no era ella".
Al menos tuvieron la oportunidad de despedirse de ella, de darle la mano, poniéndole música como 'Eso que tú me das' de Jarabe de Palo o los mensajes de audio de sus amigos para que los escuchara.
Finalmente, Teresa María Fernández fue incinerada, otra de sus voluntades, aparte de que la familia tenía que enfrentarse a una espera de dos o tres semanas para poder repatriar su cuerpo a España.
La gestión con los seguros ha sido otra de las odiseas burocráticas a las que se han enfrentado sus hijos, una auténtica "lucha" que, vaticinan, continuarán "peleando" en España para que se hagan cargo de los gastos. Critican el trato "inhumano" e "insensible" cuando solicitaron un avión medicalizado para trasladarla a España y poder acabar así con su sufrimiento.
Según la Organización Regional y Estatal de Trasplante de Órganos y Tejidos de la India (ROTTO-SOTTO), el pulmón, hígado y riñones de Teresa María Fernández fueron entregados a pacientes indios. Su corazón se destinó a un ciudadano libanés. Sus huesos y tendones también fueron donados. Su hígado ayudó a salvar la vida de un médico de 54 años de Mumbai, según informaron medios de comunicación indios.
La prensa se hizo eco del fallecimiento de Teresa María Fernández ya que se trata de la segunda paciente que ha donado todos sus órganos en la India en lo que va de año 2023. La importancia de este gesto radica en la superstición de la población en torno a este asunto. "Nos paraban hasta en el ascensor para darnos las gracias", comentan. Eso es lo único que los reconforta ahora, que su muerte ha hecho posible que otras cinco personas puedan seguir viviendo.
Arturo Pérez Fernández ha querido agradecer a su hermana Aitana todas las gestiones que ha realizado para que su madre pueda descansar, algo que valora con gran admiración.
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