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Templete en el Revellin

Si en algo coincidimos los ceutíes, es en la fría, anodina y en parte abandona plaza que da acceso al Teatro Auditorio del Revellin. Que aprovecho la ocasión para destacar su elaborada programación de eventos y la nueva puesta de venta por Internet todo un éxito y eficacia plena. La plaza del Revellín, que según he leído se llamara acertadamente Nelson Mandela, es un lugar céntrico pero totalmente desaprovechada, con lo falto que estamos en nuestra ciudad de lugares para el disfrute del ocio. Pero cuando se organizan actos en ese lugar, su fisonomía cambia, la plaza se llena de ciudadanos con ganas de participar y llena de vida. El escenario que se instala no deja de ser un modesto escenario de tablones, no acorde con su lugar privilegiado.
Pienso que la construcción de un Templete en esta plaza como existen en numerosas ciudades de nuestro país le daría personalidad y contenido. En estos templetes se celebran pequeños conciertos, recitales, cantautores, actuaciones de grupos de carnaval, coros navideños, flamenco… y ahora que estamos en estas fiestas, Papa Noel y los Reyes Magos recibir a los niños. El hierro forjado manifiesta unos ritmos lineales, curvos y elásticos que con las estilizaciones vegetales de la barandilla crearían en el conjunto de la plaza un aire modernista. Los templetes  o quiosco de música, es una construcción festiva, típica del siglo XIX y principios del siglo XX, siendo una estructura circular o semicircular ubicada en las plazas diseñado para acomodar la ejecución musical de las bandas en los conciertos al aire libre. Los templetes son una construcción muy abierta, simétrica con relación al eje central (forma panóptica) y de planta poligonal que consta de un zócalo del que el piso más o menos elevado forma la escena que debe de cumplir con los requisitos acústicos, mientras que proporciona el abrigo necesario para el tiempo variable. Su estructura normalmente en madera o en metal, cuyas columnetas llevan un techo en pabellón de escaso desnivel. Materiales ligeros, forman los armazones articulados y adornados.
Aunque el uso del término "templete" es muy genérico y se aplica a construcciones de muy diversas culturas y épocas, estas estructuras suelen compartir dos rasgos comunes: una marcada función simbólica, y un coste relativamente reducido debido a su pequeño tamaño. Estas características han favorecido que los templetes hayan servido en numerosas ocasiones como laboratorio de pruebas para nuevos conceptos estilísticos, generándose piezas de elevado valor artístico. Recuerdos del
Teatro Cervantes
El ceutí afincado en Barcelona Ofelio Martín, nos recuerda como era aquel Teatro Cervantes: Estaba situado en pleno corazón de nuestra querida Ciudad, es junto con el Apolo, el otro local cinematográfico que nos divide a los "caballas" en las tardes domingueras. Bien es verdad que hay proyecciones durante los siete días de la semana, pero no es menos cierto que los domingos tiene algo especial. El reencuentro con los amigos del trabajo, de la oficina, del colegio o instituto en día festivo, el buscar la cómplice oscuridad al lado de nuestra chica, el entretenimiento y esparcimiento durante dos horas o sencillamente, el disfrute de una buena película. Todo ello y algo más, lo encontramos en éste querido y recordado Cine Teatro Cervantes. Ubicado en la céntrica, tranquila y arbolada Calle Padilla, calle que se extiende desde el Paseo de Colón hasta el mismísimo Revellín. El local, por su parte exterior, aparece pintado de color crema, rematando sus esquinas y por su parte baja el adorno de ladrillo revestido. En ambos lados están situadas las taquillas de venta de localidades. En su parte baja central, tres grandes puertas de madera y cristal dan acceso al vestíbulo del patio de butacas, aunque solamente la situada justamente en medio, es la que permanece siempre en servicio. En la parte más alta de la fachada del edificio y sobresaliendo de ésta, se encuentra la cabina de proyección. Pequeñas ventanitas la jalonan a modo de aspilleras para paliar el enorme calor que hay en su interior. A la izquierda, se encuentra la taquilla de balconcillo y general e inmediatamente el acceso a ambas localidades en un lateral formando un estrecho y largo callejón. De los empleados más entrañables y populares, quizás podamos destacar a Guillermo, y el anciano señor Rubio. Amador, el encargado, es el responsable de que todo marche bien, aunque en estos años cincuenta, no hay alborotadores ni gamberros que puedan perturbar la normal proyección de la película. Además, una pareja de la Policía Armada (los grises) permanentemente de servicio en el local o en sus alrededores, se encargan de impedir cualquier anomalía extracinematográfica. Así que la labor a desempeñar por el señor Amador queda muy favorecida y simplificada.
El patio de butacas, adornado con grandes cortinas de terciopelo azul, es de forma cuadrangular y tiene pequeños palcos a ambos lados. Palcos no muy elevados respecto al nivel del suelo de las butacas de platea y que son ocupados casi en exclusividad cuando hay algún espectáculo teatral, ya que son muy frecuentes las actuaciones en este local de recitales de Antonio Machín, Pepe Córdoba, Emilio el Moro o bien las Tunas Universitarias que por Navidad acostumbran a visitarnos. La pantalla de proyección es amplia y alargada. La técnica del Panorámico primero y del Cinemascope y sonido estéreo después, tuvieron en éste cine su primera y exclusiva implantación. La Túnica Sagrada y Demetrius y los gladiadores, fueron las dos primeras películas proyectadas con tales técnicas. En 1916 se inauguró el Teatro Apolo Otro teatro fue el bautizado Salón Teatro Apolo, que comenzó su andadura en agosto de 1916. Estuvo en funcionamiento hasta el final de la década de los sesenta. Un año antes se inauguró, el 31 de julio de 1915, el Teatro del Rey, a escasos veinte metros de la plaza que da acceso al Teatro Auditorio del Revellin. Obra del arquitecto portugués Álvaro Siza. Aquel teatro, tras la proclamación de la II República se le cambió el nombre, siendo bautizado como Teatro Cervantes. Ofelio Martín no describió con todo detalle sus butacas… Patio de butacas, balconcillo y general, situadas en el piso superior y cuyo acceso se efectúa por unas largas y pronunciadas escaleras, son las otras dos modestas localidades. Ambas de asientos de madera y separadas del piso inferior por una rectangular barandilla de mampostería rematada en su alto por un pasamanos de madera barnizada en toda su extensión. A ambos lados de la grada frontal y central se encuentran dos rellanos donde se aprovecha para fumar un cigarrillo o bien refrescarse con una cerveza u otro refresco en el pequeño ambigú allí existente. La comunicación de las gradas laterales se efectúa por una especie de túnel situado por la parte inferior bajo la grada frontal, a cuyo término se encuentran los servicios. Durante la época estival, la política cinematográfica llevada por éste Cine es muy curiosa y barata. Cada día se cambia de película y el precio de general es de 2,50 pts. Las funciones son las normales con los horarios de siempre, ósea a las 15, 17, 19, 21 y 23 horas. La película proyectada, al siguiente día es exhibida en el cine de Verano Terraza Cervantes, para al siguiente en el Terramar de Hadú. Aunque hay que recordar que esto es anterior al Cinemascope. En comparación y como referencia, diremos que el trayecto del autobús Puente Almina- Plaza de Azcárate, vale 0,45 pts. Sencillamente 45 céntimos. Aún existen la perra gorda y la perra chica. O lo que es lo mismo, las monedas de 10 y 5 céntimos respectivamente.
El otro teatro fue el salón Apolo, el arquitecto Luciano Alcalá, nos lo describe: Era de planta casi rectangular y con algo más de 500 m. y correspondía al patio posterior de la casa de Miguel Sala y Luisa Gabarrón, sita en el número 20 de Camoens con esquina a González de la Vega. Su costado daba a esta última calle con una longitud aproximada de 25 metros y lindaba, al fondo, con una finca de Concha Calcaño y, por su izquierda, con el inmueble del actual casino militar.
El patio de butaca tenía una capacidad para 500 personas distribuidas entre el patio y los seis palcos de platea. Tras el foso de la orquesta ser abría un escenario de reducidas dimensiones y con escaso espacio para los decorados y los camerinos. Los accesos se repartían entre las calles González de la Vega y de Camoens, por las cinco puertas de la fachada lateral y a través del "café Apolo" y un portal ubicado en el piso bajo de la casa de Miguel Sala. Tres escaleras comunicaban con el nivel superior, en el se situaba la grada "general"- con unas 700 plazas-, donde desembocaban seis vomitorios dispuestos según la simetría axial del conjunto. A la altura del paraíso se encontraba la cabina de proyección. Al analizar la distribución del espacio interior, llaman poderosamente la atención la configuración y las proporciones de los distintos elementos.
En el diseño exterior, se apreciaba una cierta contradicción en el tratamiento simétrico de una fachada lateral, cuyo plano no era perpendicular al eje del edificio. Por otro lado, se detectaba una falta de correlación entre plantas y alzado en cuanto a la situación de los vanos correspondientes a puertas y ventanas. En cualquier caso, la composición general obedece a un esquema de claro sabor academicista, con dos cuerpos superpuestos, el inferior, a modo de zócalo, con un lenguaje epidérmico uniforme de sillería almohadillada y huecos adintelado, el superior dividido en tres lienzos franqueados por pilastras y rematado el central en un frontón, con la bandera por acrótera. pero a pesar de este ortodoxo planteamiento y de y una acertada sucesión vertical de los vanos (puerta adintelada - balcón enrasado- ventana circular) coronados por molduras enlazadas, la desproporción de algunos elementos del orden corintio, la ausencia de una disposición bajo el fastigio y la asimetría de los paños laterales, restan belleza al conjunto. Sobre el arquitecto, autor del proyecto, fue Santiago Sanguinetti Gómez, natural de Ronda (Málaga). Como técnico del Ayuntamiento, Sanguinetti interviene en las obras municipales, de una de las épocas de mayor auge en Ceuta. Como profesional en ejercicio libre, también redacta bastantes proyectos de los destacamos el Hotel Hispano-Marroquí, el Teatro del Rey, y el citado Teatro Apolo.  

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