Colaboraciones

El temor ante una inminente colonización económica global

Por momentos, no es sencillo descifrar los mimbres de la guerra comercial que tanto inquieta a los pueblos de la Tierra, desgastando ampliamente el crecimiento económico y generando desequilibrio y pánico entre los inversores.
Si bien, numerosos analistas deducen que dicho conflicto no tendrá una repercusión manifiesta en la línea ascendente del producto interno bruto (PIB), conocido también, como producto interior bruto o producto bruto interno de EEUU, es justo y obligado señalar, que los mercados se tambalean ante la inseguridad de ponderar en las expectativas que se presumen. Quizás, puedan existir razones encubiertas que se nos escapan de las manos.
Pero, según y cómo, existe una mezcla del éxito de los exclusivismos en política y de los cambios estructurales originados desde hace años en la economía mundial, inducidos más bien, por procedimientos de un determinado campo o sector.
Consecuentemente, en este contexto de giros persistentes, el apogeo del proteccionismo que pone en serio riesgo al sistema multilateral del comercio y el orden liberal internacional, auspician el desbarajuste en las medidas proteccionistas objetivamente aplicadas, que, por otro lado, producen una imagen imprecisa de esta causa. Por ello, parece oportuno poner negro sobre blanco en lo que ciertamente está aconteciendo, o qué podría suceder y cuáles serían las repercusiones desencadenantes de las reglas aplicadas.
Y, es que, la globalización es señalada como uno de los principales causantes de este horizonte, donde justificadamente EEUU es la gran promotora y el referente del libre mercado, aparte del equilibrio y la autorregulación.
No existiendo duda, que, como fuente económica, la creciente comunicación e interdependencia entre los países, se ha encargado de alejar las posibles fronteras nacionales, atajando la liberalización de la economía a nivel internacional. Primordialmente, representado por los acuerdos comerciales como el Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN) o la creación de la Unión Europea (UE).
Indudablemente, esto ha hecho acrecentar la interdependencia económica a escala global, comportando cambios en algunos de los mecanismos del sistema económico, que de alguna u otra manera se han dejado influir en mayor o menor medida.
De la globalización se ha dado paso a una manifestación observada como la ‘deslocalización del proceso productivo’, que abreviadamente supone que esta expresión es ejecutada en diferentes estados. Esto ha posibilitado a las grandes empresas trasnacionales, para bien o para mal, la propagación de los bienes gananciales al repercutir en los índices macroeconómicos de las regiones involucradas.
Al hilo de lo que está pasando, parece más bien, la pugna por el liderazgo que aconteció en el enfrentamiento político, económico, social y científico de la Guerra Fría (1947-1991) tras la segunda Guerra Mundial (1939-1945), entre EEUU y la entonces Unión Soviética o URSS.
Algunos investigadores reconocen que el hecho de que a corto plazo China se convierta por antonomasia en el gran gigante tecnológico, ha puesto en jaque la hegemonía económica americana, impidiendo que sus compañías especializadas hagan negocios con ‘Huawei’ e influyan con las de otros lugares para que tampoco lo hagan con la regularidad tradicional. Es una especie de pronunciamiento por la supremacía tecnológica y a sabiendas, admite alardear por la dominación de la economía global. Coyunturalmente es una situación de estira y afloja, en la que tanto EEUU como China no pueden alargar por mucho tiempo, fundamentalmente, por los enormes perjuicios que ello conlleva.
Mientras tanto, los mercados emergentes se sienten empujados a esta mecánica continuista, ya sea por la interdependencia económica o por las imposiciones políticas del imperialismo estadounidense.
Pero, en verdad quiénes acaban padeciendo este entramado son los propios trabajadores de las zonas acarreadas por este conflicto, que ahora parecen convertirse en los peones del ajedrez geopolítico, para percibir qué nacionalidad tendrá la capital que les desembolsará la mayor cantidad de plusvalor permitido, pudiendo ser ellos los que acaben salvando esta partida, pero, para ello, deberán avanzar eliminando las piezas enemigas y empleándose ágilmente en la estrategia a seguir.
Por otro lado, las autoridades chinas sabedoras que en escasos años los llevará a convertirse en la primera potencia del planeta, no quieren dar la sensación de resignación ante su pueblo, que todavía continúa sometido al régimen comunista. Asumiendo un control dominante en el dibujo del patrón económico y estando al corriente, que una disminución en la velocidad de su economía deterioraría la intensificación mundial y con ello los mercados financieros.
Es por ello incuestionable, el desasosiego de una hipotética recesión global ante las nuevas subidas de aranceles en Estados Unidos para las importaciones chinas; pero, atrás se hayan los procesos liberalizadores de la Unión Europea (UE) y el Acuerdo Transpacífico de Cooperación Económica (TPP) de Asia.
La réplica a la China proteccionista que no acata los criterios del comercio internacional, tanto en la UE como en EEUU, ha sido irrevocable: limitaciones a las inversiones en parcelas occidentales de elevado contenido tecnológico, que ahora pasan por las lógicas de la seguridad nacional.
La China que sonsaca la propiedad intelectual de las empresas europeas en su área territorial y en desventaja de condiciones de cara a sus clones chinos, no pasan de largo las réplicas exactas como ‘Huawei’ y ‘Xiaomi’ que lo son de ‘Apple’, protegidas ilegítimamente y beneficiadas en términos de licencias y acceso al crédito, frente a empresas extranjeras. Todo ello, sin hacer mención del ‘dumping’ social y medioambiental asiático, vendiendo por debajo del precio normal o a precios inferiores al costo, cuya finalidad es descartar la competencia y apropiarse del mercado.
Conjuntamente, ‘Amazon’, ‘Alphabet’ y ‘Facebook’ tienen suprimido el acercamiento al mercado chino, beneficiando al ‘Gran Hermano’ oriental de internet y a sus tecnologías locales como ‘WeChat’ (Tencent) o ‘Alibabá’.
En este entorno de incontrastable inestabilidad, los estados de la UE están en parte resguardados por su pertenencia al mercado interior europeo, pero no es lo mismo para los estados más pequeños, que en gran parte serían los más expuestos y afectados en este entresijo. Ratificándose en territorios como Canadá, Suiza, México, Irlanda y Corea del Sur, hasta más del 10% en la caída del PIB.
Con estas premisas preliminares, se pretende fundamentar sucintamente la denominada ‘guerra comercial’ entre Estados Unidos y China, con el precedente de los impuestos recientes que el presidente Donald John Trump ha dispuesto, en comparación con el presidente de la República Popular China Xi Jinping, que ha respondido contundentemente con impuestos a géneros norteamericanos.
Ante la permisible presunción de una colonización económica identificada por el intercambio diferencial que ha reforzado la relación de dependencia, cabría preguntarse, ¿podría China cambiar en pocos meses sus hábitos proteccionistas de tiempos pasados, para adaptarlos a los intereses americanos de hoy? Se tiene la opinión, que sería ilógico, porque a ciencia cierta los aranceles asignados por Trump proseguirán estando ahí. E incluso, se multiplicarían a largo plazo.
Pero, que este escenario pueda trascender en una guerra comercial abierta o mismamente, promover otra entre bloques económicos, está por verse. Temiendo la probable colonización económica china, como testifican los déficits de Balanza de Pagos y que comparte con estados como Reino Unido y España, al mismo tiempo, que el enorme déficit estadounidense en la cuenta de capital costeado.
Llegado a este punto, se corrobora que Trump se ha separado de la agenda liberalizadora del comercio, desplegada desde la finalización de la Segunda Guerra Mundial.
El proteccionismo ‘trumpiano’ se ha clarificado en el alza de los aranceles a las importaciones de aluminio y acero que conciernen a un extenso grupo de naciones, en las que hay que englobar las concernientes a la UE, porque su advenimiento integral no está tan claro. Pese, a que este tipo de métodos podrían expandirse a otras esferas y demarcaciones del universo, es de presentir que las acciones económicas podrían ser desfavorables.
A corto plazo, un arancel sobre las importaciones se descifra en una contracción del poder de compra de los hogares, porque la subida de los bienes adquiridos del exterior disminuye su renta disponible. Esto, evidentemente incurre de modo perjudicial en el consumo.
Al ascender el importe de las transacciones, el presunto deslizamiento de éstas y la producción de la demanda doméstica estribará en la capacidad y disposición de los consumidores, al ser reemplazados los productos y en respuesta a los cambios en el precio respectivo. Así, las medidas proteccionistas comprimen las exportaciones del país que las acoge.
Por otra parte, las circunstancias de fluctuación inducen que tanto las empresas como los hogares, economicen más y gasten menos, implicando una bajada en la actividad económica.
Seguidamente, presentando algunos de los hallazgos de trabajos precedentes, es menester atender a los modos en que los distintos actores se manejan y reformulan este marco temporal.
En un análisis del Banco Central Europeo (BCE) editado en abril de 2018 en ‘Macroeconomic Implications of Increasing Protectionism’, se efectúa la simulación en los efectos de una guerra comercial de dos años entre EEUU y China. El BCE evalúa un desplome del PIB de EEUU en 1,5 puntos. No obstante, China liquidaría menos bienes a EEUU, pero, paralelamente conseguiría más mercado entre otros estados.
En cuanto al resto de circunscripciones, la decadencia en la confianza motivada por el conflicto, ocasionaría un endurecimiento en las posiciones financieras internacionales, que totalizaría al PIB mundial un desmoronamiento de 0,75 puntos. El empeoramiento circunstancial acabaría por ser un duro revés para China. En resumen, nadie ganaría, más bien, fracasarían.
Análogamente, una investigación del Banco de España elaborada en febrero de 2018, se plasma la estimación en la dimensión de las recientes disposiciones proteccionistas, cotejando una realidad laxa con otra de aranceles más ofensivos, examinando las consecuencias del PIB y la inflación de ambos actores. Los resultados no pueden ser otros: la economía estadounidense se colocaría entre la más perjudicada, porque tras cuatro años su PIB recaería a 0,2 puntos menos en la primera simulación y 0,5 en la segunda.
Con todo, en la vertiente de la inflación las señas proteccionistas arremeten con más dureza sobre China, subiendo la inflación en 0,3 puntos para el primer supuesto y en 1 para el segundo, respectivamente. Además, el informe expone que los terceros países más dañados reincidirían en Canadá y México en primer orden, correspondido a la estrecha relación comercial que conservan con EEUU, continuados en menor calibre con la UE, Japón y el resto de Asia.
Pese a que Irlanda, Reino Unido y Alemania son los estados de la UE que más perjudicados quedan del fuego superpuesto entre Washington y Pekín, el diario ‘El Economista’ prevé que con escasa diferencia del 7%, las exportaciones españolas estarían en dificultad por la supuesta guerra comercial.
Aun reconociendo que España es uno de los socios europeos menos referidos ante una intensificación de las tensiones, los datos proporcionados por el Ministerio de Economía revelan que las ventas al exterior se destinan principalmente a la zona euro. Exportando a las dos grandes potencias casi dieciocho mil millones de euros al año. En concreto, la balanza de las ventas no ha dejado de crecer: el 4,8% se consigna a EEUU, casi doce mil quinientos millones de euros y el resto, cinco mil quinientos millones, o lo que es lo mismo, el 2,3% del total, tiene como receptor a China.
Comparablemente, entre los años 2007 y 2017 las exportaciones de la UE a China, casi se han triplicado hasta los doscientos mil millones de euros. Igualmente, el continente asiático exporta mayores volúmenes a la Unión que a Estados Unidos.
En el acuerdo económico transatlántico EEUU-UE los flujos de inversión extranjera directa son más fuertes y las políticas proteccionistas menos desmedidas. A pesar de ello, con el propósito de apuntalar el crecimiento y atenuar el alcance de la crisis, los representantes chinos están promoviendo otra táctica comercial para abrirse a sus socios más inmediatos y de la UE.
Pudiendo sostenerse, que, en el presente paisaje de escepticismo y proteccionismo instado por Estados Unidos, la comunidad europea y Asia pueden dilucidarse como las vencedoras de la globalización.
Actualmente, a pesar que la guerra comercial se ha mostrado como una campaña tecnológica, el problema realmente es más amplio. China empezó a contrapuntear económicamente: primero, valiéndose del bajo valor monetario de su mano de obra y, segundo, de la mercantilización de productos.
En esta tesitura, las empresas con la intención de extender sus bienes gananciales, encontraron en la deslocalización de la producción el dispositivo ideal para crear producciones a unos precios comparativamente exiguos, tratando de amoldarlos en mercados que pudiesen absorber la oferta.
Es por lo que las tentativas de Trump han sido infructuosas por sustituir algunas de las importaciones y a la par revertirlas, porque especialmente atentan contra los intereses de las sociedades más poderosas del mundo, no solo en la parte técnica, sino inclusive, en el factor automotriz o del calzado y la ropa, entre otras.
A pesar que hasta el momento la guerra ha quedado meramente en el ámbito económico, no se desecha que se remonte a una colisión directa y a complejidades regionales entre potencias, llegando al ejemplo de Venezuela, donde Rusia ha iniciado el establecimiento de bases militares.
No obviándose que el discurso del partido comunista chino ha tomado un énfasis más nacionalista y con la utilización de un pronunciamiento bélico, es una potencia industrial que achica a sus competidores más próximos, lo que complica su reposición en las cadenas de provisiones globales.
Esta ascensión podría poner en peligro la mejoría económica pronosticada para el presente año, menoscabando significativamente la seguridad de las empresas y los mercados financieros; descomponiendo como no podría ser de otra forma, las cadenas de suministro y deduciendo a corto plazo un tercio de punto porcentual del PIB mundial
En definitiva, una progresión que se prolonga en las rigideces comerciales, dejará destapar mayores advertencias para la estabilidad, el empleo y el nivel de crecimiento en su conjunto, con una quiebra de la cooperación comercial internacional, en el que no existirán triunfadores en un círculo demasiado convulso y donde de alguna u otra manera la mayoría de las regiones se verán dañadas.
Por consiguiente, el multilateralismo ya no ronda alrededor de EEUU y es que la guerra comercial, podría ofrecer a la UE la ocasión para estimular nuevas negociaciones que lleven a importantes acuerdos. De ahí, que los vínculos y coaliciones euroasiáticas parecen enfilarse a un mayor desarrollo y fortalecimiento.
Finalmente, en atención a las variables taxonómicas mencionadas, parece probada la preocupación sobre la secuencia del sistema multilateral de comercio. Pese a que es dificultoso determinar el impacto real de esta guerra, las connotaciones demuestran que una disyuntiva a gran escala adquiriría un desenlace para las tres principales potencias del mundo como la UE, EEUU y China.
Visto en estas líneas que no concurren alteraciones en las políticas y administración económica de China y, sin apenas un engranaje que deje a las empresas europeas concursar en igualdad de condiciones, Occidente se introduciría en un callejón sin salida.
Recuérdese al respecto, que China como el mayor abanderado de la globalización, ha sido la más agraciada de las economías emergentes. La evolución de su PIB ha estado por encima del 6,7% en los últimos veinte años, adquiriendo su punto máximo un incremento del 14,23% en 2007 que pausadamente ha ido desacelerando.
Como se ha señalado a lo largo y ancho de este pasaje, se sostiene que lo que verdaderamente está derivando es la sombra de una ‘Guerra Fría’ de signo tecnológico, que aparentemente divide a la humanidad en dos bloques bien definidos. Toda vez, que estamos hasta un momento histórico decisivo, porque China abandona el modelo sustentado en exportar, para pasar a abanderar otro en el que lo esencial es importar.
O, lo que es igual, un desafío para China y una oportunidad para el mundo.

Entradas recientes

Nueva normativa para quienes viajen en helicóptero a Málaga con perros y gatos

Solo para Ceuta y Melilla. Una nueva normativa se aplica para los viajeros que se…

03/07/2024

La solidaridad de Ceuta cruza fronteras y llega hasta Marruecos

La plataforma solidaria de Ceuta ha logrado cumplir su propósito de donar ayuda humanitaria a…

03/07/2024

El horario de las bibliotecas: quejas de los opositores

Julio es sinónimo de vacaciones de verano, de exámenes finales, de cerrar los libros y…

03/07/2024

Le piden 10 años de prisión por tocamientos a una menor

El tribunal de la Sección VI de la Audiencia Provincial de Cádiz con sede en…

03/07/2024

La escalera que ningún vecino de Zurrón quiere

La escalera ubicada en la parte externa del barrio de Zurrón, en Ceuta, al lado…

03/07/2024

La parte exterior del Banco de Alimentos, finalizada al 80%

Los trabajos para la futura nave del Banco de Alimentos prosiguen a pasos agigantados en…

03/07/2024