Vivir con el temor de perder su hogar. Esta es la situación de los cuatros ocupantes de la casa número 17 de San Amaro, quienes ven como cada día la obra de entubado de combustible de la petrolera local Ducar, que pretende unir la factoría de la compañía en San Amaro con el muelle de Levante, se acerca cada vez más a su casa, sin saber en qué lugar queda su vivienda en este proyecto del cual no tienen más información.
La situación, confiesa esta familia, es estrenaste y les genera bastante ansiedad, ya que ven como, a poco metros de la puerta de su casa, hay una zanja abierta cuya dirección continúa directamente hasta una parte de la vivienda.
“Estos señores de la Ducar sabemos que quieren entrar por aquí (por su casa), pero nadie ha venido a explicarnos nada. Tenemos el temor de que nos vayan a echar la casa abajo, si lo vamos a poder recuperar, si vamos a perderla”, explica con incertidumbre Francisco Ramón Paredes, titular de esta casa portuaria.
Él mismo cuenta que el inmueble, que forma parte de las casas portuarias, se la concedieron a su abuelo en 1968, trabajador por aquel entonces del Puerto. En esta vivienda han crecido varias generaciones de su familia, entre ellas su padre y él, y ahora ven como el que ha sido su hogar durante años, puede desaparecer a causa de esta obra.
La situación familiar de Ramón no es fácil, ya que vive en esta casa con su esposa, hijo y la pareja de éste, manteniéndose sólo con una pequeña ayuda que él tiene, ya que el resto de ocupantes está desempleado, por lo que les genera una mayor angustia pensar que puedan quedarse sin casa.
Precisamente durante este año, las casas portuarias, tanto las de San Amaro como las de la Junta de Obras del Puerto, han entrado en un proceso de desafectación, con la intención que la Autoridad Portuaria pueda ponerlas a la venta, en un principio, a un precio social para que los mismos inquilinos de estas viviendas puedan adquirirlas. Esta situación hace sospechar a Ramón que la compañía petrolera quiera intervenir antes de la venta y conseguir derribar la casa para poder pasar sobre el terreno y completar así su obra de conducción de combustible.
“Yo creo que estos señores se quieren aprovechar antes de que nos la vendan, para hacer aquí lo que a ellos les de la gana y esto es como el David contra Goliat y tampoco es así, es una injusticia que a ver cómo sales”, lamenta. Además, en el caso de que finalmente la obra de canalización culmine sin necesidad de afectaciones, Ramón admite que no es plato de buen gusto para nadie el saber que por debajo de su casa pasan seis tubos que transportan combustible desde la factoría hasta el muelle de Levante.
Por este motivo han puesto el caso en manos de un abogado, que tras encargar un peritaje externo, se han percatado de que no existe, por parte de la Consejería de Fomento, autorización para la realización de esta obra. El único permiso que han encontrado data de 2016 sin una solicitud de prórroga posterior, por lo que se presupone que en la actualidad están trabajando sin licencia. Además, se observa que se ha cambiado el trazado del proyecto, ya que en un principio la canalización se iba a dar por la playa, especificando desde la Consejería que se le otorgaba la licencia a condición de que no afectara a terceros, especialmente a las edificaciones de la zona.
Pese a esta situación, los trabajos no cesaron durante el mes de agosto de trabajar y ya están a las puertas de la casa de Ramón. Sólo pararon, explica, cuando presentaron antes el Juzgado de Primera Instancia número 5 una demanda de suspensión de obra contra la compañía. Pese a ello, los trabajos se han vuelto a reanudar hace apenas unas semanas.
Después de meses de incertidumbre, sólo apenas unos días fue cuando Ramón y su familia tuvo el primer contacto con la compañía petrolera. “Se presentaron para decirnos que querían hablar con nosotros y le dijimos que no con nosotros ya no tiene nada que hablar, que lo lleva nuestro abogado”, recriminó ante los representantes.
No saben cuál va a ser la postura de la empresa a partir de ahora y Ramón tiene el temor de perder su casa, pero sobre todo, la incertidumbre de no saber qué va a pasar con él y con su familia.
Estoy con vosotros, familia
estamos artos de obra aver cuando acaban ya que nos tiienen el barrio patas ariba
Ya está bien que siempre tengan que pagar los pobres. Injusticia total.