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Tecnologías revolucionarias para conocer el pasado de Ceuta

Usar el futuro para redescubrir el pasado. Las nuevas tecnologías, al igual que han irrumpido en nuestra cotidianidad, también forman una parte indispensable de los medios utilizados para investigar y conocer mejor el patrimonio de Ceuta.
Más allá de la rasqueta, elemento indispensable en las excavaciones arqueológicas, a día de hoy se hace uso de herramientas tecnológicas que facilitan el trabajo a los investigadores. Asimismo, estas permiten recabar datos de forma más concreta o captar información que puede pasar desapercibida por el ojo humano. Hay una amplia variedad de instrumentos tecnológicos y métodos utilizados en este campo. Fernando Villada, arqueólogo municipal, destaca los más utilizados en las indagaciones que se llevan a cabo en el patrimonio ceutí. La fotogrametría, la georeferenciación y los modelos 3D son las técnicas que más se emplean en Ceuta.
El primero consiste en analizar y definir tanto las dimensiones como la posición de un objeto en el espacio, una herramienta que Villada considera “muy útil” y que aporta información “muy relevante”. La georeferenciación ha sido otro de los grandes cambios a la hora de conocer el patrimonio. Esta permite colocar en el espacio una estructura en una localización geográfica única. “Antes teníamos más problemas para situarlas. Ahora es mucho más fácil”, comenta.
Los modelos en 3D de excavaciones también ha sido otra de las grandes revoluciones para la arqueología. Esta técnica ha permitido reproducir de forma digital excavaciones. Su uso no solo hace que el trabajo sea más cómodo, sino que permite descubrir detalles que no se logran captar sobre el terreno. Asimismo, se crea una imagen del yacimiento que perdura en el tiempo. “La excavación puede deteriorarse o destruirse, pero esa documentación la tienes tal y como la recogiste en su día”.

La fotogrametría, la georeferenciación y los modelos 3D son las técnicas más usadas

Las prospecciones geofísicas también se han incorporado dentro del amplio abanico de nuevas herramientas para estudiar el patrimonio. Se trata de una serie de métodos que permiten cartografiar una zona y localizar posibles yacimientos sin necesidad de intervenir en el terreno, es decir, sin excavar.
A través de un georradar de subsuelo, los arqueólogos pueden descubrir y delimitar nuevos yacimientos escondidos bajo un edificio o en el entorno urbano o rural. Ello permite a su vez estudiar el patrimonio sin necesidad de destruir la superficie. Esta técnica es muy útil para espacios en los que es más conveniente no intervenir, como, por ejemplo, una catedral. Esta herramienta tecnológica ha sido empleada recientemente en distintas zonas de Ceuta, como, por ejemplo, en el Parador, en la Iglesia de Nuestra Señora de África, en la Catedral de la Asunción o en Loma Luengo. Los resultados “han sido muy interesantes”, según Villada, especialmente por las posibilidades que ofrece esta técnica a la hora de investigar en edificios. “A veces es complicado trabajar en lugares construidos”, señala.
Las nuevas herramientas han aplicado en otros puntos patrimoniales de la ciudad como en el Baluarte de la Bandera, donde se llevó a cabo un estudio de microsuelo, una técnica “muy novedosa”. Los drones también se han utilizado en estudios del terreno.
La tecnología se cuela en las excavaciones para ayudar a encontrar ese patrimonio escondido que aún aguarda ser descubierto.

Un salto de 30 años para la arqueología en una sola década

los avances tecnológicos han permitido una evolución importante. Lo que hace 30 años era impensable, ahora es posible materializarlo. Tan solo en una década el salto ha sido el triple gracias a la velocidad a la que se han desarrollado estas herramientas. A lo largo de los diez últimos años se han implementado numerosas novedades al trabajo de excavación y de investigación y cada vez más se suman otras. «Evidentemente, tener estas herramientas permite hacer aproximaciones que al menos hace unos 30 años no se podían ni plantear», indica Villada. Estas nuevas técnicas también sirven de apoyo a la hora de revisar una investigación ya realizada. «Es un proceso continuo. Si no, la ciencia no avanzaría», señala. «·Hoy sabemos un poco más. Hemos llegado un poco más lejos». Villada asegura que tanto para él como para otros compañeros del gremio la llegada de estas tecnologías no la perciben «como una novedad». Estas se han ido incorporando a un ritmo distinto en función de la disponibilidad por lo que estos profesionales no lo han percibido como un cambio radical.

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