Ya saben que por estas cosas de la edad, todo mengua y se deteriora. Aquí estoy esperando para comprarme un nuevo par de gafas. A los que no 'semos' unos intelectuales de teorías propias nos gusta recordar.
Hace años, escuché a alguien que contaba una anécdota del diestro Luis Miguel Dominguín. Un día, jugándose la vida -dado por supuesto que aquel toro ya se la había jugado y la iba a perder, a manos de él o de las de otro-, toreaba mientras un señor -de los del señorío de entonces-, le incripaba. A voces le insultaba en cada lance. Situación complicada entre él, el toro y aquel capullo.
Al día siguiente Luis Miguel se había informado, era el óptico del pueblo. Se acercó a su negocio, pidió ver al dueño, y cuando le tenía en su presencia le pidió unas gafas para probárselas. Al pronto le espetó: ¡Estas gafas están rotas, sólo se ven hijos de puta! El óptico las cogió se las puso y le dijo: "Es cierto señor sólo se ven hijos de puta".
Ayer me encontré por aquí tomando café, por Los Barrios, a mi amigo Pepe (No te preocupes que te he cambiado en nombre amigo y nadie sabrá nunca que te llamas Julio). Me comentaba de cómo está hasta los mismísimos cojones de ver con que 'fachatez' se ríen los políticos de todo y de todos. De cómo se descojonan en nuestra cara, ya hasta de su propia competencia. Jugando con letras e historietas mientras las mercantiles de transportarnos por nuestro estrecho hacen lo que tienen que hacer, generar ingresos y aumentar su cuenta de resultados. Hablando, hablando y hablando, sin decirnos nada.
De cómo se les llena la boca con los ausentes de Ceuta, los hijos de Ceuta en la península y demás sandeces. Del dialogo y de sus brillantes negociaciones mientras por aquí -¿sabe señor presidente?- muchos tenemos algunos problemillas allí. Con padres muy mayores y algunos enfermos. Hijos menores que viven allí de matrimonios anteriores. Familia con la que queremos vernos pero en casa, en nuestra casa, en nuestra Ceuta. Que es también una de las suyas.
Pues eso señor presidente, usted sí tiene quien le escriba, mi amigo Pepe no; ya estoy yo en ello. Que cuando venga por alguna Casa de Ceuta, o a hermanarse con Algeciras, o a hacerse las fotos con las otras 17 comunidades autónomas, piense que si realmente las tiene igual de largas. Demostrado ha quedado que no.
Bueno, rectifico. Para alicatar los frontispicios de obra civil, sueldos de directivos autonómicos, crear administraciones paralelas y clientilizar... llega, proporcionalmente, pero llega como en la vecina Andalucía. Para el resto de competencias mucho, mucho dialogo.
Siempre he pensado que lo mejor es hablar y negociar, aunque tampoco le veo dando un puñetazo en la mesa. Sinceramente, no. Pues debería, debería. Igual hasta se sorprendían en su partido. Creo incluso que usted sería el primer sorprendido.
Pero no se preocupe que quitando a alguna muchacha opositora, legal, tocada y togada -que de momento no se ha vuelto como el resto-, los demás como mucho le pondrán verde en la cafetería, en el Pleno, mientras le saludan al pasar o pactan con usted en la trastienda.
Y sabiendo que su mayor riesgo ciudadano es que le pongan en facebook uno de los nuevos emoticonos de 'me enfada' -algo del todo letal- seguiremos, desde aquí los repudiados, mirando lo ancho que puede llegar a ser un estrecho...
Y vuelvo a la realidad. Se acerca la chica de la óptica con las gafas y le comento: ¿Me las puedes cambiar no sea que vea algo que no quiero?