“Es como volver otra vez a sentirse completa”. Así define Teresa, vecina de Ceuta, la primera vez que volvió a mirarse al espejo después de recuperar su areola. Gracias a la tinta, las agujas y las manos de Miriam, ella se ve a sí misma como la Teresa de antes.
Después de perder parte de su seno por una mastectomía, ha recuperado su areola gracias a un tatuaje. A pesar de que hace tan solo una semana que se tumbó en la camilla de la clínica en la que trabaja Miriam, ya nota grandes cambios en su vida. En principio, no tenía planteado hacerse este tatuaje.
Fue gracias a una recomendación por lo que decidió lanzarse. Cádiz iba a ser su destino principal para recrear su areola. Sin embargo, supo a través de una amiga de la existencia de Miriam, experta en microblading, micropigmentación y en tatuajes terapéuticos.
No ha vivido en su entorno el cáncer de mama. Su carácter empático y su experiencia durante su formación le hicieron plantearse ofrecer estos tatuajes de forma totalmente gratuita. “Cuando hacía las prácticas para mí esta situación era muy fuerte, soy sensible”, comenta.
“Venían pacientes como modelos que se prestaban para que aprendiéramos. Eran personas que, en muchas ocasiones, no tenían recursos económicos. No podían acceder al servicio porque es costoso”. Eso la motivó a hacer que este tatuaje terapéutico fuera accesible “porque no es una cuestión estética”, explica.
Tatuar una areola para una mujer que pasa o ha vivido el cáncer de mama no es una situación fácil para ella. De hecho, confiesa que no es extraño que tanto ella como la paciente se emocionen y salgan las lágrimas al terminar el proceso.
“Es un momento en el que una persona que no te conoce de nada se desnuda por dentro y por fuera frente a ti y que te dice que necesita esto y que va a sentirse mejor con ello”.
Momentos con doble cara
Miriam considera que estos momentos tienen una doble cara “de tristeza y felicidad”. Ha tatuado con su tinta a unas quince mujeres en Ceuta. La última mujer fue Teresa. Ella expresó que llevaba años sin verse así. “Es como devolver el tiempo”, expresa Miriam. El proceso incluso ha sido más difícil de lo que suele serlo porque, algunas de las personas atendidas, a día de hoy ya no están.
“Ha sido horrible pensar que han pasado por mi camilla mujeres que no consiguieron sobrevivir”.
Teresa recomienda a otras mujeres que hayan pasado por este proceso tatuarse. Ella ahora agradece haber seguido ese consejo. Su historia comenzó en plena pandemia.
Sin el contacto de familiares y allegados, recibió la noticia a solas. Ahí comenzó su camino de espinas y un duro proceso.
Afortunadamente, la historia tiene un buen final. “Lo tuve que vivir apartada y sola. Poco a poco fue pasando. Gracias a Dios hoy ha pasado todo y estoy bien”. El momento de ver su reflejo estuvo repleto de emociones. “Da alegría y felicidad. Ves que todo está bien y que sigues siendo tú misma”, expresa. “Llevaba dos años y medio en los que estaba muy parada. Cuando me levanté y me vi fue como volver”.
Miriam anima a todas las mujeres que estén en esta situación y que deseen recuperar su areola a visitarla en el centro Shim Clinic.
Ella considera que este tatuaje va más allá de lo estético y que el pecho femenino “es una parte del cuerpo que tiene que ver con la maternidad, la sexualidad y la feminidad. Es importante y un vínculo con sus hijos, consigo mismas o con su pareja”.