La Delegación del Gobierno de Ceuta prevé tener terminadas “durante los primeros días de junio” las obras de reforma estructural que está acometiendo en el paso del Tarajal e implementar durante ese mismo mes la instalación del equipamiento de
“frontera inteligente” que permitirá conocer al dedillo “quién entra y sale” de la ciudad autónoma. El Ministerio del Interior implementará en la ciudad autónoma un control doble: el Sistema de Entrada-Salida (SES) ordinario de Schengen y otro adaptado a la excepcionalidad que hasta ahora ha permitido a los residentes en la
provincia de Tetuán acceder a Ceuta sin visado. El mantenimiento de este marco está en cuestión y de hecho el Ministerio de Política Territorial, en su encargo de redacción del Plan Estratégico local a Tragsatec, establece que uno de los tres “ejes” sobre los que debe gravitar la asesoría del medio propio en la elaboración de los documentos es “la inclusión de ambas ciudades en el Espacio Europeo Sin Fronteras o Tratado de Schengen con el objetivo de visibilizar los límites de la
frontera sur de la
Unión Europea”. La encomienda se elaboró, eso sí, en otro paradigma, el de la crisis que condujo a España y el país vecino a darse la espalda durante, como poco, los últimos diez meses, escenario que se ha reconducido tras el apoyo de Sánchez al plan marroquí para el Sáhara Occidental y el inicio de una “nueva etapa” basada, entre otros pilares, en el “respeto mutuo a la soberanía y la integridad interritorial”. En ese nuevo marco, según las fuentes consultadas por este periódico, “todo” depende de los pactos que se alcancen entre ambos países. Una de las opciones con la excepcionalidad de Schengen es limitarla sin suprimirla y restringirla a las localidades más próximas a Ceuta, no al más de medio millón de personas que, como poco, viven en la región de Tetuán. El SES ordinario es un sistema informático automatizado para el registro de viajeros de terceros países cada vez que cruzen una frontera exterior de la UE. El sistema deja constancia del nombre de la persona, el tipo de documento de viaje, sus datos biométricos (huellas dactilares e imágenes faciales) y la fecha y lugar de entrada y salida. Todo ello “con pleno respeto a los derechos fundamentales y la protección de datos”.
También anota las denegaciones de entrada y está llamado a acabar con el sellado manual de pasaportes, que ralentiza el tránsito, no proporciona datos confiables sobre los cruces fronterizos y no permite una detección sistemática de viajeros que han excedido la duración máxima de su estancia autorizada.