Esta mañana, al pasar por el puerto y concretamente a la altura de los supermercados y cafeterías populares del lugar, observé en uno de los costados de los arriates, que estaban pintando de blanco, estampadas las banderas tanto de la Ciudad Autónoma de Ceuta, como la de nuestra querida España. La impresión fue muy fuerte para mis retinas y mi cerebro actuó enseguida. El himno de nuestra patria caballa me vino como un flash: “Ceuta mi ciudad querida…”. Y también pude tararear en silencio el de nuestra querida España: “Taralala...”.
Y es que por fin hemos reaccionado ante el miedo de propagar a los cuatro vientos que Ceuta pertenece al Reino de España. Sin ocultarnos como ha pasado hasta ahora. Recuerdo una escultura que era un cañón de los antiguos y todo lo que se montó por colocar la pieza artillera, su boca de salida, hacia un lugar u otro. Aunque seamos unos vecinos privilegiados estamos en terreno africano y los tratados internacionales valen para algo. Igual que Gibraltar está en terreno de nuestra querida Península Ibérica y siendo linde con España. Seguimos en lo mismo. Tratados y más tratados.
Sin embargo, lo que está pasando en la Aduana del Tarajal ha pasado de castaño a oscuro. Los informes que tengo sobre la mesa han saltado a primera plana cuando Juan Vivas ha declarado que dejar en manos del vecino país las instrucciones para la regulación del tráfico de mercancías, tanto a pie como en coches pateras, a nuestras Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado destacadas allí, no tiene ni pies, ni cabeza. Aquí lo que cabe es una mesa negociadora donde ambos países pongan las condiciones necesarias para un correcto entendimiento comercial entre ambas partes.
Se sabe que tras las muertes en zona marroquí de varias porteadoras transfronterizas, Marruecos puso un punto y aparte entre el comercio atípico que se mantenía en el ‘Tarajal II’. Donde sólo personas con pasaporte marroquí y con residencia en la zona de Tetuán podían tener el privilegio de acometer este trasiego de mercancías. Que sea con recaudación de impuestos indirectos por parte de los agentes de aduanas destacados en la zona marroquí, aquí no me meto. Pero señores, gracias a este comercio atípico había un montón de personas que cada día podía llevar un sueldo a casa. Desde los almacenes peninsulares desde donde partían los camiones cargados, a otros almacenes de aquí en Ceuta, los propios porteadores y los almacenes que servían para luego ser transportadas las mismas hasta un sinfín de destinos que, incluso, extrapolaban el territorio alauita.
Eran muchas las bocas que alimentaban todo este tinglado. Sin embargo, a raíz de tener conocimiento el Gobierno central de toda la corrupción que había, mandaron nuevos inspectores hacia está zona y está provocando todas las alteraciones que se están viviendo hoy en día. Pero lo principal y es lo que se está oyendo ahora, es que ya volverán las golondrinas a volar. Sólo hay que esperar el tiempo necesario para que vuelvan las antiguas guardias donde el precio era ya aceptado antes de pasar por la zona de influencia del aduanero que tocará en turno. Esperemos que sea verdad o sino tendremos alguna desgracia en las avalanchas que se están originando en este punto concreto de la geografía caballa, producto de los cacheos exhaustivos por parte de Marruecos y la entrada de uno en uno. Son muchos los que quieren entrar y muchas las pegas.
Nosotros, como siempre, somos los perjudicados. ¿Hasta cuándo está situación? Es lo que quieren saber los pobres hombres y mujeres que tienen la suerte o la desgracia de tener que utilizar esta vía de entrada hacia Marruecos.