Que Tánger es una de las ciudades de Marruecos donde más incidencia está teniendo el coronavirus no es un secreto. Hasta tal punto que varios brotes surgidos en julio y agosto acabaron por cerrar distritos de la urbe y, a fecha de hoy, han provocado que sus vecinos no puedan salir de ella sin un permiso especial que tienen que conceder las autoridades.
Un medio francés, Ouest-France, se ha hecho eco de la situación que viven sus habitantes en un reportaje. En este, el periodista recoge las escenas que se dan a diario en el distrito de Merchane: “Una treintena de personas esperan frente al edificio colonial del Pasha, el alto funcionario que tiene derecho a la vida o la muerte durante los viajes. Todos los días, decenas de personas se reúnen aquí para pedirle un permiso de salida de Tánger”, escribe.
Según señala, desde el inicio del confinamiento en Marruecos (que cuenta con 68.605 casos activos y 1.292 víctimas de la pandemia a fecha de este viernes) ha sido “imposible” salir de la ciudad, salvo eso sí por motivos médicos o profesionales “urgentes”. Unas restricciones que se endurecieron aún más en la víspera del Eid al-Adha a finales de julio, y que afectó a ocho grandes ciudades del país (Tánger, Tetuán, Fez, Meknès, Casablanca, Berrechid, Settat, Marrakech).
Aunque la medida se contemplaba para una duración de alrededor de dos semanas, sigue vigente en Tánger. Ouest-France se hace eco de un testimonio de una de los vecinas: “Mi padre está muriendo en Rabat. Quiero estar al lado de su cama” , suplica una joven. Otros, que habían reservado habitaciones en hoteles para irse de vacaciones unos días, han tenido que descartar esa opción.
Tánger se ha convertido en una fortaleza de la cual es muy difícil salir y cuyas calles patrullan unidades del Ejército y vehículos blindados cuyo objetivo es disuadir a la gente que pretenda incumplir las medidas sanitarias.
A pesar del despliegue, algunos consiguen huir sin el permiso oficial. “Y no todos son atrapados o rechazados”, prosigue el reportaje, en el que una residente, Ahlam Monir, señala: “No he visto a mi hija ni a mis nietos en seis meses. Le imploré, con lágrimas en los ojos, al agente que finalmente accedió a dejarme subir al tren. La gente está agotada física y nerviosamente. ¡Qué difícil!”, admite esta señora de la limpieza.
Entre los últimos lugares donde se han detectado brotes en la ciudad está la Mezquita Siria. Allí, este mismo viernes los resultados del laboratorio desvelaron que varios fieles que acuden regularmente al templo sagrado dieron positivo en coronavirus, informa el digital Tanja24.com.
Al conocerse que los casos se dieron entre devotos que acuden a la mezquita, las autoridades tomaron la decisión de cerrarla temporalmente y hasta que se controle la situación en la comunidad religiosa. Se pretende evitar con ello una transmisión comunitaria que descontrole la situación.
El cartel en el que se indica que el espacio sagrado permanecerá cerrado ya cuelga en la entrada del lugar. Por el momento, se prevé que sean dos semanas las que esté cerrada la mezquita. Fuentes que consulta dicho medio aseguran que se ha tomado esta decisión “para proteger a los fieles y sus familias de contraer la epidemia”.
Estos casos son los primeros de su tipo desde la reapertura parcial de mezquitas en Tánger y Marruecos.
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