Tal vez mañana Pedro Sánchez nos cuente si pactará con Puigdemont, cómo será el pacto, qué pedirá definitivamente y de qué manera encajará el acuerdo en la Constitución.
Tal vez mañana oiremos hablar de nuevo de la guerra de Ucrania, que parece que se ha acabado desde que empezaron las matanzas entre Gaza e Israel. Al parecer una noticia solapa la otra con la extraña sensación de que ya no hay guerra.
Tal vez mañana la ONU ponga de acuerdo a Israel y a Gaza para que miles de personas inocentes dejen de morirse como chinches.
Tal vez mañana el aceite tenga una etiqueta antirrobo como tienen las botellas de whisky para que suene la alarma si pretendemos robarla.
Tal vez mañana la princesa Leonor jure su lealtad a la patria delante de diputados, senadores, presidentes de comunidades autónomas, algún obispo, ministros, jueces, militares. Lloraremos emocionados la mayoría de edad de la futura reina de España por la gracia de Dios.
Tal vez mañana toda la pedofilia denunciada por el defensor del pueblo pague las tremendas heridas que ha producido y que la santa madre iglesia sea llevada al banquillo.
Tal vez mañana los bancos devuelvan los millones de euros que les dimos ya que están ganando dinero a espuertas y poniendo el grito en el cielo porque quieren subirle los impuestos.
Tal vez mañana saldremos a las calles pensando que todos somos responsables de lo que pasa a nuestro alrededor. No miraremos a los demás culpabilizándolos de nuestros males sin observar la conciencia hipócrita que nos delata.
Tal vez mañana intentaremos sentarnos en una mesa y pongamos sobre ella toda la corrupción a la que estamos acostumbrados. Nos atreveremos a preguntar esperando una respuesta clara y argumentada sin miedo a represalias.
Tal vez mañana llamaremos a las cosas por su nombre, quitaremos la máscara a un lenguaje sofista que nos vende gato por liebre.
Tal vez mañana exista la actitud de mejorar las cosas para todos y por todos y no sólo pensando en uno.
Tal vez mañana seamos más auténticos sin tapujos, sin escondrijos y reivindiquemos otras formas de entender la vida desde el respeto, desde la tolerancia, desde la empatía con los diferentes.
Tal vez mañana podamos educar para formar a ciudadanos críticos, encargados de lidiar con el futuro que les toca.
Tal vez mañana pensemos que la felicidad puede ser un logro colectivo, una tarea conjunta, una propuesta para mejorar mientras mejoramos en la medida de lo posible.
Tal vez mañana no esperemos un milagro, una salvación, un rescate divino, un gordo de la primitiva o una herencia de un tío en América.
Tal vez mañana será hoy, ahora, en este momento, en este instante.
Ya no hay mañanas en el calendario. Hoy es el día de mañana.