Seguismundo:
Es verdad, pues: reprimamos/ esta fiera condición, / esta furia, esta ambición, / por si alguna vez soñamos. / Y sí haremos, pues estamos/en mundo tan singular, / que el vivir sólo es soñar;/ y la experiencia me enseña, / que el hombre que vive sueña/ lo que es, hasta despertar. Sueña el rey que es rey, y vive// con este engaño mandando, / disponiendo y gobernando;/ y este aplauso, que recibe/prestado, en el viento escribe/ y encenizas le convierte/la muerte (¡desdicha fuerte!) :/ ¡que hay quien intente reinar/viendo que ha de despertar/en el sueño de la muerte! //
Sueña el rico en su riqueza,/ que más cuidados le ofrece;/sueña el pobre que padece/ su miseria y su pobreza;/ sueña el que a medrar empieza,/ sueña el que afana y pretende,/ sueña el que agravia y ofende,/ y en el mundo, en conclusión,/ todos sueñan lo que son,/ aunque ninguno lo entiende./ Yo sueño que estoy aquí,/ destas prisiones cargado;/ y soñé que en otro estado/más lisonjero me vi./¿Qué es la vida? Un frenesí. /
¿Qué es la vida? Una ilusión, / una sombra, una ficción, /y el mayor bien es pequeño; que toda la vida es sueño, /y los sueños, sueños son…
Pedro Calderón de la Barca
- Hemos tenido un sueño… Un sueño que se ha repetido durante varias noches y siento en mí su dulzura cuando me despierto, aún durante un buen rato. ¿Qué sueño es ese, tal vez me preguntéis curiosos? Bueno, ya que os he desvelado el secreto os lo contare:
- En el sueño se me allegan las imágenes de algunas de las playas que he ido conociendo a través del transcurso de la vida y de mis viajes. Unas veces aparecen las extensas playas de Cádiz de arenas amarillas, doradas por el sol, que se extiende desde Cortadura hasta más allá de San Fernando por todo el litoral, y concluye en Bolonia, junto a Los Lances en Tarifa. Son playas abiertas azotadas por los vientos, que no dan continuidad a la calma, donde en los días de temporal la arena te golpea con la furia de una fiera salvaje.
- En otros momentos, son las playas del litoral del Estrecho las que ilustran en imágenes los sueños… Y, se me allegan las imágenes de la Bahía Norte, desde la aplacerada Benítez, a las rocosas de Calamocarro y Benzú; playas agrestes, indómitas, inconquistables, sin el color esmeralda tan característico de la Bahía Sur- Ribera, Chorrillo, Almadraba y Tarajal-, pero su tiente de azul obscuro le dan grandeza y profundidad al mar que las rodea.
-Y, sorteando el litoral anterior, las playas de Ibiza -donde navegué dos campañas- se avienen como un bálsamo, como una referencia constante a la calma y a la belleza de sus cristalinas calas turquesas y transparentes, donde al sumergirte en sus aguas pareciera que fuera aparecer un dios mitológico, o una sirena varada que te pronunciara mágicas palabras cubiertas de amor amante llenas de pasión…
- Sin embargo, lo sorprendente no son los recuerdos de estas esplendidas playas lo más recurrente de los sueños; sino lo que a continuación os apuntaré: Cuando la visión de las playas está en su mayor apogeo, ya sea agitada o en calma, comienzan a llegar gente enferma por el virus, y se adentran en el mar, y se sumergen en ella cubriéndoles la cabeza, como en un bautismo renovador de la vida. Y, estos se retiran curados dando gracias a Dios; y, otros, constantemente se allegan de manera ininterrumpida en una rueda que no acaba nunca, para introducirse en las aguas y curarse…
- He de deciros que estos sueños tan recurrentes de cada noche, me tienen desasosegado e inquieto, porque en el recuerdo bíblico de la niñez, cuando don Francisco Bohórquez nos contaba aquellos sueños del faraón de las siete vacas, que sirvieron para guardar trigo en abundancia, para los sietes años de escases que habían de venir, me golpea en las tinieblas, como si se tratara de un aviso o una revelación por entregar…
-Y, ¿qué puede tener el litoral o las playas de extraordinario que pudiesen contrarrestar al virus? No se halla a nuestro alcances el saberlo, y los sueños -bien sabemos, como dijera Pedro Calderón de la Barca*, en "La Vida es Sueño"-: «sueños son…»; y no pueden ser unas referencias que nos comporte el tener que seguirlas; sin embargo, cuando reflexionamos sobre ello, pienso: ¿Acaso la sal y las sales marinas que contiene el mar, el yodo, la brisa tan alcanforada, el sosiego y la calma que dan las crestas blanquecinas de las olas, la frialdad de las aguas al sumergirte que limpian el cuerpo, el sol abrazador que quema la arena y los guijarros, y el paisaje estremecedor y único de la tierra y el mar besándose y fundiéndose en un eterno abrazo, pueden estimular acaso la curación de los enfermos?
-Al cabo, es sólo un sueño, un sueño recurrente que me asalta cada noche y me sosiega el alma, y aún cuando despierto nos dura durante un buen rato del nuevo día. La verdad, no sabemos por qué se allega este sueño, y si acaso una voz que habitara otro lugar y otra diferente dimensión los dejara en los sueños… No lo sabemos, no podemos saberlo, es claro, pero los sueños están ahí, y seguirán estando por tiempo sin término… Sólo algunos, aquellos que tienen la sabiduría de descifrarlos -como en la estampa bíblica- continuarán creyendo en ellos….
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(*) Pedro Calderón de la Barca (Madrid, 17 de enero de 1600-ibidem, 25 de mayo de 1681) fue un escritor español, caballero de la Orden de Santiago, conocido fundamentalmente por ser uno de los más insignes literatos barrocos del Siglo de Oro, en especial por su teatro.
Tras dictar testamento el 20 de mayo, falleció a las doce y media de la mañana del domingo 25 de mayo de 1681, dejando a medio terminar el auto sacramental encargado para ese año, La divina Filotea. Su entierro fue austero y poco ostentoso, como deseaba en su testamento: «Descubierto, por si mereciese satisfacer en parte las públicas vanidades de mi mal gastada vida».20 Su cuerpo fue enterrado en la capilla de San José de la iglesia de San Salvador, donde estuvo durante ciento cincuenta y nueve años. Así dejaba huérfanos los teatros quien fue considerado uno de los mejores escritores dramáticos de su época. La obra teatral de Calderón de la Barca significa la culminación barroca del modelo teatral creado a finales del siglo XVI y comienzos del XVII por Lope de Vega.
OBRA:
Según el recuento que él mismo hizo el año de su muerte, su producción dramática consta de ciento diez comedias y ochenta autos sacramentales, loas, entremeses y otras obras menores,30 como el poema Psale et sile (Canta y calla) y piezas más ocasionales. Aunque es menos fecundo que su modelo, el genial Lope de Vega, resulta técnicamente mejor que aquel en el teatro y de hecho lleva a su perfección la fórmula dramática lopesca, reduciendo el número de escenas de esta y depurándola de elementos líricos y poco funcionales, convirtiéndola en un pleno espectáculo barroco al que agrega además una especial sensibilidad para la escenografía y la música, elementos que para Lope de Vega tenían una menor importancia.
Utiliza frecuentemente piezas anteriores que refunde eliminando escenas inútiles; disminuye el número de personajes y reduce la riqueza polimétrica del teatro lopesco. Igualmente, sistematiza la exuberancia creativa de su modelo y construye la obra en torno a un protagonista exclusivo. En cierto modo, purga el teatro de Lope de sus elementos más líricos y busca siempre los más teatrales. Ángel Valbuena-Briones ha señalado que en su estilo cabe distinguir dos registros:
-En un primer grupo de obras Calderón reordena, condensa y reelabora lo que en Lope aparece de manera difusa y caótica, estilizando su realismo costumbrista y volviéndolo más cortesano. En ellas aparece una rica galería de personajes representativos de su tiempo y de su condición social, todos los cuales tienen en común los tres temas del teatro barroco español: el amor, la religión y el honor.
En el cultivo de este último tema destaca Calderón en obras como El alcalde de Zalamea, en que se enfrentan el honor individual (o lo que es lo mismo, la dignidad humana, no costumbre social o externa) de un labrador rico, Pedro Crespo, cuya hija ha sido violada por un aristócrata capitán de los tercios del famoso general don Lope de Figueroa, con el honor corporativo o esprit de corps de este último. En este drama, una de las obras maestras de Calderón luce la verdad humana de los caracteres y la sabiduría y experiencia del héroe, Pedro Crespo, que aconseja así a su hijo Juan antes de que marche a la milicia con unos versos justamente célebres…. En otras ocasiones aborda las pasiones amorosas que ciegan el alma, en especial los celos patológicos que aborda en El mayor monstruo, los celos o en El médico de su honra, entre otros dramas.
-En su segundo registro, el dramaturgo inventa, más allá del repertorio caballeresco, una forma poético-simbólica desconocida antes de él y que configura un teatro esencialmente lírico, cuyos personajes se elevan hacia lo simbólico y lo espiritual. Escribe entonces fundamentalmente dramas filosóficos o teológicos, autos sacramentales y comedias mitológicas o palatinas.
Calderón destaca sobre todo como creador de esos personajes barrocos, íntimamente desequilibrados por una pasión trágica, que aparecen en El príncipe constante, El mágico prodigioso o La devoción de la cruz. Su personaje más conocido es el desgarrado Segismundo de Polonia de La vida es sueño, considerada como la pieza cumbre del teatro calderoniano. Esta obra, paradigma del género de comedias filosóficas, recoge y dramatiza las cuestiones más trascendentales de su época: la libertad o el poder de la voluntad frente al destino, el escepticismo ante las apariencias sensibles, la precariedad de la existencia, considerada como un simple sueño y, en fin, la consoladora idea de que, incluso en sueños, se puede todavía hacer el bien.30 Tiene esta obra varias versiones hechas por él mismo. También se apunta en ella, aunque muy en segundo plano, el tema de la educación, tan desarrollado posteriormente en el siglo XVIII.
En este segundo registro, lleva a su perfección el llamado auto sacramental, pieza alegórica en un acto de tema eucarístico destinada a representarse el día del Corpus. Por mencionar sólo algunos, citaremos El gran teatro del mundo o La cena del rey Baltasar.
En cuanto a dramas filosóficos, su obra maestra es, sin duda, La vida es sueño; El médico de su honra y El alcalde de Zalamea en cuanto al drama de honor, aunque hay también piezas comparables como El pintor de su deshonra (h. 1648) o A secreto agravio secreta venganza (1635).