España y Marruecos han activado el
protocolo de devolución de la escasa decena de inmigrantes subsaharianos que estaba encaramada en el espigón de Benzú, que separa Ceuta del vecino país. Siete jóvenes se habían quedado en la cima de esta valla, sobre las concertinas,
eran los que no han podido seguir la carrera emprendida por sus compatriotas que, con más fuerzas, llegaron hasta el CETI. Tras permanecer algo más de dos horas sobre el vallado, rezando, gritando, implorando, haciéndose señas y gestos con la gente que les miraba desde la barriada de Benzú buscando esa empatía obtenida, se ha activado el protocolo de devolución de todos ellos.
Han ido bajando uno a uno. Se ha seguido el protocolo establecido, conforme iban siendo descendidos a territorio español se entregaban a las autoridades del vecino país. Así con todos. Se cumple una devolución en caliente como las que se llevan a cabo cada vez que se produce un intento de entrada de este tipo. Las personas que quedan en la valla no consiguen la meta. Son dos imágenes opuestas: por un lado, la protagonizada por quienes no han podido cruzar después del esfuerzo enfrentándose ahora a un futuro incierto y, por otro, la de quienes están en el CETI.
Marruecos procederá al traslado ahora de todos ellos a la base para ordenar su identificación. Durante el tiempo que han permanecido encaramados estaban siendo controlados por componentes de la Guardia Civil a pie de espigón y, en Marruecos, por la Gendarmería así como por unidades marítimas por si alguno caía al mar. Sobre las concertinas algunos lloraban, otros rezaban y miraban al cielo. Al final se ha cumplido con el destino que se ha convertido en norma en la Frontera Sur de Europa, la devolución de todos ellos a las autoridades del vecino país. Es la norma aplicada que no tiene variación alguna.