Subgobernador del Sáhara con el valor distinguido

Por desgracia en España existe una desidia y olvido a la gran labor que en beneficio de la sociedad hicieron y hacen los militares, concretamente aquí en Canarias están los hechos, las obras del general Serrador, cuyo puente lleva su nombre, más tarde el capitán general Francisco García-Escámez dejó una huella imborrable de grandes obras, desde hoteles, barriadas, dispensarios y un sinfín de pequeñas obras, la luz eléctrica la creó en Tenerife el Comandante de ingenieros Julio Cervera y Baviera, nacido en Segorbe (Castellón), donde en un suburbio de Santa Cruz casi a escondidas tiene su nombre una calle.

En este caso concreto destacar la figura de un gran soldado y excelente persona, el general Manuel Mulero Clemente, que estando al mando del Batallón La Palma XXIV, como más adelante se verá, hizo una meritoria labor como impulsor y defensor del deporte en La Palma.

Trajo varios equipos de Segunda División

Manuel Mulero Clemente, que falleció en Las Palmas de Gran Canaria siendo general de Brigada de Infantería, era el prototipo que reúne todas las cualidades de una gran persona, además de un brillante soldados. Muy pocos militares pueden presumir de la brillante hoja de servicios como la de él, en la que consta valor distinguido; muy culto al igual que su esposa, María Valenzuela Moreno, licenciada en Historia y Derecho, y autora de varios libros, uno de ellos, “Método del árabe vulgar”. Su esposo publicó un libro titulado “Los territorios españoles del Sáhara y tropas nómadas”.

En la guerra de África en 1922 participó en varios combates siendo oficial, en uno de ellos jugándose su vida recuperó un blindado que el enemigo se había apoderado, años más tarde en uno de los combates de la pasada guerra de 1936 resultó herido muy grave y al ser evacuado se negó afirmando que si sus soldados estaban allí el también tenía que estar con ellos. Entre sus muchas condecoraciones ostentaba la Medalla Militar Individual, dos Cruces de Guerra, Cruz Roja al Mérito Militar con distintivo blanco, y una condecoración del Gobierno alemán.

En el año 1952 es destinado como teniente coronel-jefe del batallón La Palma XXIX, en donde realizó una gran labor en defensa del deporte y muy vinculado con la población civil, cuyas gentes guardan un recuerdo de gratitud por sus desvelos hacia el deporte de La Palma.

Entusiasta

Gracias a mi buen amigo Argelio González Fernández, un entusiasta del deporte, entregado en cuerpo y alma al deporte de su isla en la Delegación Insular de Fútbol, quien me expuso todos los detalles y recuerdos del general Manuel Mulero Clemente, con quien estuvo siendo apenas un adolescente, y que fue su ordenanza en aquellas fechas. Argelio guarda un recuerdo de admiración y cariño a la figura de este soldado y lo mucho que hizo por el deporte en La Palma.

El general Manuel Mulero Clemente era un enfervorizado amante del deporte y defensor a ultranza del mismo; de hecho, tras su llegada al Batallón La Palma XXIX se hizo cargo de la Federación Insular con sus amistades e influencias a nivel nacional, tanto a nivel militar como político se las ingenió para traer a la Isla Bonita partidos amistosos de fútbol a disputar con la selección palmera.

Así vinieron equipos como el Mestalla, Orihuela (Murcia), Atlético de Tetuán, y el Español de Tánger, sin costar un solo céntimo, un auténtico lujo. Como recuerdo al general, la Federación insular de Fútbol de La Palma, anualmente en los premios que se otorgan a deportistas y entrenadores, lleva el nombre de Palmarés del Trofeo Manuel Mulero Clemente a la mejor labor directiva.

En palabras de Argelio González Fernández, fue un hombre muy querido y que supo ganarse a toda la sociedad palmera, por su humildad, campechanía y su amor al deporte, al que se entregaba en cuerpo y alma, especialmente a toda la isla. En el año 1954, el capitán general de Canarias en su visita a la isla de la Palma a revisar el Batallón XXIX ordena que se haga pública una felicitación al teniente coronel Manuel Mulero Clemente y al batallón por su presentación en la instrucción. Posteriormente, es destinado voluntariamente al Grupo de Tiradores de Ifni y el 13 de enero de 1957, tras su ascenso a coronel, es nombrado subgobernador del Sáhara con destino a la plaza de El Aaiún. Un excepcional soldado magníficamente preparado que se hizo cargo de la defensa de El Aaiún, que sufrió varios ataques rechazados gracias a su defensa sin bajas mortales y sí varios heridos atacantes y prisioneros.

Para llevar a cabo operaciones, el Estado Mayor designó varias columnas: la 1ª) Norte la Saquia el Hamra, al mando del coronel Álvaro Campos de Retana, la 2ª) Centro al Sur de la Saquia el Hamra, al mando del coronel Manuel Mulero Clemente, 3ª) Sur al sur, al mando del teniente coronel Artalejo Campos. Tras estas operaciones, el general-jefe del Sector del Sáhara envía un telegrama al coronel Mulero: “…Felicito a Vd. Y componentes de la Agrupación de su Mando por el valor, entusiasmo y disciplina y alto grado de instrucción observado durante las últimas operaciones llevadas a cabo contra bandas rebeldes, demostrando que son dignos soldados del Ejército Español…” (General José Héctor Vázquez).

De nuevo un escrito 2/593 del general-jefe de tropas del Sáhara le felicita por su discreción y ejecución en las operaciones desarrolladas en dicha provincia, por cuyo motivo más tarde sería condecorado con la Encomienda con la Placa de la Orden de África.

El 7 de mayo de 1959, con motivo de una parada militar en Las Palmas, cuyo mando de la fuerza lo ostentaba el coronel Mulero para rendir honores al general Roger Charles Gordet, gobernador y comandante superior de las Fuerzas Armadas del África Occidental Francesa, el emocionado general galo le impuso la Medalla de Caballero de la legión de Honor Francesa y la Cruz del Valor Militar. Estaba al mando del Regimiento de Infantería Canarias 50, todo un excepcional soldado que entregó a la patria nada menos que 58 años, 7 meses y 20 días de servicio.

El fallecido general Manuel Mulero Clemente rubricó con letras de oro con el ejemplo de su vida lo que el santo Tomás escribió “…La virtud es el hábito que perfecciona al hombre, distinguiéndole a obrar bien tanto con sus compañeros, el ejército, la patria…”.