Canta el Boss en “We take care of our own” (Cuidamos de los nuestros), ‘dónde están los ojos, los ojos con la voluntad de ver/dónde están los corazones que sobreviven con piedad/dónde está la promesa que brillará de costa a costa’.
La canción es una clara alegoría a la necesidad de mirar societalmente, a mantener un sentido de comunidad y a que ‘cuidemos de los nuestros’, a que cuidemos de las personas en un sentido amplio.
En el discurso springsteeniano se puede interpretar la crítica al individualismo y a la pérdida de un sentimiento de pertenencia grupal, males sociales que tienen parcialmente su base en la desigualdad social. Como nos recuerdan los autores del libro “La desigualdad en España”, recientemente publicado, una sociedad sin expectativas de movilidad social es fácil presa del individualismo -que destruye la comunidad- y del autoritarismo, que a su vez destruye derechos.
Pero el envite es aún mayor: ¡si no combatimos la desigualdad, lo pagaremos con la democracia!, apunta Berna León, uno de los autores del libro.
Una definición contemporánea de la desigualdad, desde una perspectiva sociológica, vendría dada por la condición de desigual acceso no solo a los recursos, sino también a las oportunidades y a los derechos. Aunque hay discursos que legitiman la existencia (e incluso necesidad) de la desigualdad, -normalmente reforzados por posturas defensoras de la meritocracia-, cuando planteamos ejemplos de desigualdad social acentuada, las implicaciones éticas surgen con fuerza: ¿por qué una mujer tiene menos posibilidades de desarrollar su carrera profesional en puestos de dirección que un hombre (la brecha es del 23%)? ¿por qué vivir en un barrio desfavorecido de Sevilla implica tener una esperanza de vida de 8,8 años menos que residir en un barrio de renta alta? ¿por qué el 25% de los niños y niñas de menor nivel socieconómico tiene casi cuatro veces más probabilidad de repetir curso que el 25% de los niños y niñas de mayor nivel socioeconómico en España? o, ¿cómo puede existir una diferencia tan amplia, en términos de renta media por persona -casi 16.000 euros-, entre el centro de Ceuta y el barrio de El Príncipe o Cortijo Moreno?
La lotería natural -las características genéticas y las habilidades intelectuales con las que venimos a este mundo- y la lotería social -la situación donde se nos ubica según la situación socio-económico-cultura-, lleva consigo una serie de desigualdades de todo tipo, y la única forma de compensarlas para creer en una igualdad de oportunidades, un mínimo y correcto funcionamiento del ascensor social, y de una meritocracia “creíble” y efectiva, pero también para salvaguardar la propia democracia, es a través de políticas públicas que promuevan una redistribución (por ejemplo, a través del refuerzo del sistema educativo público, incluida la formación profesional, que vehiculiza potencialmente la posibilidad de una mayor igualdad) y una gestión pública eficaz que coadyuven a volver a confiar en nuestro sistema.
Desde el punto de vista sociológico, la desigualdad social es el mayor obstáculo que nos impide tener esos ojos con la voluntad de ver, de tener esos corazones que sobreviven con empatía, y la principal piedra en el camino de que la promesa brille de costa a costa.
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