Sospechan que otro ceutí haya sido reclutado para hacer la yihad en Siria

Se llama Abdelhuaed, natural del Príncipe aunque residía en el Recinto. Su familia denunció la desaparición hace una semana y no sabe nada de él. Ha dejado mujer y dos hijas de 4 y 3 años

Fatima bebe pequeños sorbos de agua con ajo porque así puede controlar una tensión que le subió cuando hace cuatro años cuando su marido cayó enfermo y murió y que le ha llevado a desvanecerse varias veces y a no dejar de llorar porque desde el pasado lunes no sabe nada de su hijo. Con una chilaba en la que guarda con celo el móvil del que espera la llamada del quinto de sus ocho hijos, Fatima no puede asegurar si se ha ido o no a Siria a hacer la yihad, pero lo que sí reconoce es que “esta vida es una mierda y es un niño bueno, con 27 años, siempre trabajó en la obra y estaba en paro, pero ahora ha dejado aquí a una mujer, a dos niñas, a mí, a sus hermanos... y sólo pedimos tener alguna noticia”.
El pasado domingo Abdelhuaed se fue a Castillejos como de costumbre a comprar fruta y verdura y a la peluquería y luego estuvo en su casa, como era habitual, junto a su mujer y dos hijas de cuatro y tres años. Como su esposa, que ahora trabaja en el Plan de Empleo, salió a trabajar temprano el lunes, él se ocupaba de cuidar a la pequeña de sus hijas mientras la otra va al colegio y llega su esposa para comer todos juntos. Pero el lunes él no quiso comer. Puso la excusa de que haría Ramadán como solía hacer una o dos veces por semana y se fue. Ya no regresó. Su mujer llamó preocupada a su suegra por si estuviera con ella por la noche, pero las noticias no fueron alentadoras. Y siguen sin serlas. Ni rastro de él. Sus hermanos salieron a preguntar a los vecinos, a sus amigos del zoco de Príncipe Alfonso. Nadie quiso decir nada aunque en la calle resuena Siria, como siempre y cada vez con más fuerza. La madre tiene esperanzas de que no sea así porque aún no ha recibido ninguna llamada, como suelen hacer los que se van, para decir que han marchado.
Él siempre ha sido “un niño muy bueno”, explica mientras observa su fotografía y se seca las lágrimas. Trata de pensar que volverá a verle pero reconoce que nunca viajó, nunca se fue de casa y que desde que se casó con 23 años se centró en su familia y, como siempre, en seguir siendo como era. “Venía a la casa, donde se criaron mis ocho hijos, me daba un beso en la frente...ahora quizá ya no me lo vuelva a dar”. Llora mientras sus dos hijas pequeñas, que aún viven en la casa, lamentan lo que está sucediendo. Conocen los rumores del posible viaje a Siria pero nadie dice nada. La denuncia se puso el pasado día uno en la Guardia Civil y en la Policía Nacional, que trabaja en el caso con prudencia.
Nunca, en 27 años, durmió fuera de casa. “Es un chico bueno, normal, aunque no es muy inteligente”, reconoce la madre explicando que siempre se dejaba llevar por los otros y que le faltaba personalidad, por lo que no les parece descabellada la idea de que quizá le hayan convencido para irse a Siria y hacer la yihad. “Pero ni siquiera lo sabemos con seguridad, no vamos a mentir, si al menos nos hubiera llamado sabríamos algo de él pero ni una noticia y aunque los comentarios en la calle sean esos, nadie nos ha dicho que esa fuera su intención”.
Su mujer está destrozada, reconoce la madre, que la quiere como a su propia hija. “Es de Fez, hija de mi hermana y yo la crié desde los siete años. Se enamoraron y decidieron casarse cuando fueron más mayores. Entonces les dejé una casa que tenía en el Recinto alquilada, en la calle Tetuán, donde formaron su familia y tienen dos hijas pequeñas”. Desde que se quedó en paro Abdelhuaed cobraba la ayuda y ahora el trabajo de su mujer les permitía salir adelante con más comodidad. “Ella se ha pedido unos días de vacaciones, no se lo cree, está destrozada y ninguno nos explicamos nada”. Fatima, la madre, dice que la denuncia está puesta a nivel internacional, tal y como le recomendaron hacer las Fuerzas de Seguridad cuando acudió a pedir ayuda para que en todas las fronteras se esté pendiente del caso.
Espera sus noticias y si tiene que hablar del ambiente que rodeaba a su hijo, simplemente explica que es “el que hay en el zoco, normal aunque el Príncipe ya no es lo que era”, dice señalando a la puerta de su casa ubicada en la zona de las Casas Nuevas a los pies de la barriada. Está haciendo la comida y procura mantener la calma. Piensa en sus nietas y en su nuera, en que va a recibir una llamada de su hijo porque “él es bueno y no puede hacernos esto”. Y en lo que no piensa es en que no va a volver a verlo. Simplemente llora. Quiere recibir noticias. “Y si como dicen, está en Siria, al menos sabré donde está”.

La marginalidad del Príncipe vuelve a ser escenario de un posible caso

Mientras los padres y hermanos de Nordim, el menor de 16 años que les informó de, hace poco más de un mes, que se había ido a Siria a hacer la yihad y que no iba a volver, siguen esperando noticias de su hijo, otras tres familias, dos del Príncipe y una del Sardinero, ya no esperan noticias de los tres ceutíes que abrieron el camino de la marcha a Siria para luchar con la insurgencia contra el régimen de Al Assad. Cada vez son más los que deciden unirse a los rebeldes mientras este último caso, el de Abdelhuaed, aunque tiene todos los tintes de seguir el mismo derrotero, aún no está claro porque no hay llamada que anuncie a la familia, como en el resto de los casos, que se encuentra en la frontera turca o en territorio sirio. Y por el medio, los lodos de la marginalidad impregnados de desempleo, falta de perspectivas y un tema del que pocos se atreven a hablar claro pero que está ahí. Abdelhuaed estudió en el Tarajal, colegio donde se hizo la foto que ilustra este reportaje, y luego en el Instituto Abyla. Aunque se sacó un título como jardinero siempre trabajó en la obra pero llevaba tiempo en paro desesperado por la situación.