Categorías: Opinión

Sosiego y pedagogía

En los próximos días comenzará un nuevo periodo político en nuestra Ciudad. Estará marcado, como ha ocurrido en la reciente campaña electoral, por el devenir de la Coalición Caballas. Es el único fenómeno que despierta interés en un escenario político insulso dominado por la resignación.
La convalidación de la amplia mayoría absoluta del PP, reiteradamente vaticinada, se daba por descontada mucho antes de la cita con las urnas. Los desmanes, errores y abusos del Gobierno de Vivas, que en cualquier otro lugar hubieran erosionado seriamente su poder, en Ceuta quedan en el anecdotario. Porque el voto que emana de las vísceras no está sujeto a los análisis racionales sobre la gestión de los gobernantes. Los acérrimos militantes de la Ceuta nostálgica y profunda defienden con su voto el statu quo actual, independientemente de las consecuencias que ello comporte. Es una cuestión de prioridades. Y la suya está muy clara. Por encima de todo, ¡no pasaran! La extensión de la mentalidad que concibe la política como un intercambio individual y directo de voluntad por favores, hábilmente manejada por Vivas, también contribuye a blanquear el régimen adornándolo con un falso barniz de carácter social.
Por su parte, el PSOE en Ceuta sigue siendo la irrelevancia por antonomasia. Su presencia carece por completo de influencia en el curso de los acontecimientos. Sus insignificantes altibajos sólo tienen valor como argumento de tertulia y en el capítulo de curiosidades.
La convulsión es Caballas. A nadie deja indiferente. Representa una innovación de futuro tan incierta como necesaria. Por eso es conveniente analizar con rigor y minuciosidad sus resultados.
Caballas es una propuesta arriesgada que rompe, de manera traumática, una concepción de Ceuta instalada en el subconsciente social durante muchas generaciones. No es fácil inculcar la idea de que un musulmán puede ser Presidente de la Ciudad votado por musulmanes y cristianos indistintamente. Para ser entendida y asumida se requiere tiempo y sosiego. No ha habido ni una cosa ni la otra. Por diversas razones (que han sido y serán objeto de otros análisis), desde que Caballas se hizo realidad hace poco más de un año, nos hemos visto obligados a librar una batalla campal, que ha dificultado, cuando no impedido, la labor de explicación. PP y PSOE se han opuesto frontalmente con una virulencia desmedida. Salvaje. Sin precedentes. Ha sido un enfrentamiento extremadamente duro y absolutamente desequilibrado. Todo el poder del sistema contra un reducido grupo de entusiastas sin más medios que la ilusión, sin más protección que la fuerza de sus convicciones. No se podía esperar un estallido electoral de un proyecto de naturaleza sumamente compleja que, además, ha sufrido un tremendo boicot desde todos los ángulos posibles. En este contexto se debe valorar el apoyo electoral de Caballas. Moderadamente decepcionante. Era perfectamente previsible que la fusión produjera disidencias en la masa electoral de ambas formaciones (la suma política nunca coincide con la suma aritmética). Pero han sido más de las calculadas. Más llamativo en el caso del PSPC, a cuya base electoral se le presuponía un mayor compromiso ideológico y, teóricamente, una mayor velocidad de asimilación. La merma de UDCE, sin embargo, está más motivada por la fatiga y el desencanto que como consecuencia de la coalición.
Pero lo realmente importante es que el resultado de las elecciones deja intactas las expectativas de futuro de Caballas. La estrategia de aniquilación de Caballas a toda costa, urdida y ejecutada por el PP, ha fracasado. A pesar de que la coalición no haya visto colmadas sus pretensiones más optimistas, es la segunda fuerza política del Ayuntamiento. Dispone de un valioso capital humano, muy activo y participativo en la vida social. Promueve un extenso conjunto de iniciativas muy atractivas para resolver los problemas fundamentales de la Ciudad. Pero, sobre todo, siente el calor de la esperanza en una Ceuta de todos construida desde la igualdad. Ahora comienza el camino. Haciendo una oposición inflexible en la defensa de los principios democráticos. Palpitando con las preocupaciones y anhelos de cada persona necesitada. Defendiendo Ceuta con el alma. Convenciendo de que otro modelo de convivencia, basado en la fraternidad sincera, es posible. Es tiempo de pedagogía. En dos mil quince, el examen.

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