Hace unos días cuando mi hijo me invitó a desayunar, a la una de la tarde, en un populoso lugar de reunión situado en las proximidades del Puerto ceutí, viva la buena vida y las buenas juergas que deben de disfrutar los jóvenes de ahora, antes de coger el barco que lo iba a trasladar hacia el cuartel donde está haciendo la instrucción para ingresar en nuestro Ejército Español, en el de las dos y media de la tarde, omitiremos la empresa, hacia la zona extremeña de Cáceres, me empezó a hablar, en el citado bar, de una cosa que le había sucedido en su actual lugar de entrenamiento. Como fue muy curioso y a la vez extraño le puse mucha atención hacia lo que me contó.
“Estaba haciendo un servicio de imaginaria, que es mantener vigilados a los reclutas durante el tiempo que se encuentran en las dependencias durmiendo, para evitar que sean molestados y a la vez que no molesten a sus compañeros de la compañía, evitando a la vez que salgan o entren de la misma sin autorización de los jefes de servicios, en el Cuartel donde estoy haciendo la instrucción para poder pertenecer a nuestro glorioso Ejército, cuando sobre la una de la madrugada aproximadamente escuché un ruido que rápidamente identifiqué con el característico del cimbreo de las barandillas que hay en las escaleras que tenemos para la subida hacia la primera planta. Yo me encontraba en la zona baja en la entrada de las habitaciones de una de las compañías. Me puse raudo y veloz en movimiento dirigiéndome hacia el citado lugar y empecé a escudriñar por la zona donde da al hueco, de la misma, para intentar ver o querer ver, que fue al final lo que pasó, si alguien o algo estaba en el lugar y poder investigar un poco. Al no encontrar ningún indicio razonable al principio pues me dispuse a subir hacia la primera planta, no antes sopesar que si alguien de los mandos viniera y no me encontrara en la zona baja me podría dar una bronca, pero pensé a mis adentros que a esa hora no vendría nadie, pues subí hacia la primera planta, entré en la compañía y revisé con minuciosidad todos los rincones de la misma con un resultado negativo ante mis pesquisas, bajándome seguidamente hacia la parte de donde estaba vigilando primariamente.
La verdad que no me dio buena espina el incidente y lo que hice cuando fui a despertar a mi relevo fue darle cuenta de lo que me había sucedido durante mi guardia. Este hombre decidió que le acompañara hacia la parte de arriba y vigiláramos otra vez el perímetro, para mi fue una buena decisión ya que cuatro ojos ven más que dos y eso fue lo que hicimos. Nos pusimos pié en la escalera y empezamos el ascenso hacia la primera planta y me dí cuenta que mi binomio no daba las zancadas que yo estaba dando, loco la verdad para poder meterme en la cama para descansar ya que el día siguiente debería de ser pesado, como fue, se notaba que tenía un poco de respeto a lo que le había contado, vamos que me di cuenta que no era tan hombre como yo le suponía. Hicimos un examen de toda la compañía desde los corredores, hasta los servicios y todo lo que teníamos que revisar dando el resultado negativo nuevamente. Después de todo esto me metí en la cama y me costó un poco conciliar el sueño, algo me decía que no era normal lo que había presenciado aquella noche. Al día siguiente cuando nos disponíamos a almorzar coincidimos muy juntos tanto mi relevo como yo y nos dispusimos a entablar una conversación: “Sabes que cuando te dejé al cabo de unos tres cuartos de hora aproximadamente escuché lo que tú me dijiste de los movimientos en los barrotes o coge manos de las escaleras nuevamente. La verdad que no subí ya que antes lo habíamos hecho nosotros juntos y por eso lo que hice es reprimirme de ir nuevamente hacia arriba. Lo sopesé y consideré que sería una fantasía de las mías. Se lo dije al relevo y la verdad que estaba tan dormido el mismo que no me dijo nada sino que se puso en la silla de entrada a la compañía del tirón. Creo que la verdad que no tenía muchas ganas de estar de guardia ese día. Se notaba en el aspecto. Yo me metí a dormir y no se nada más. Coincidencia de la vida cuando estábamos en el patio apareció este hombre y mantuvimos una pequeña conversación bastante interesante.
“Vaya marrón que me metiste colega me acuerdo perfectamente que me dijiste que habías escuchado algo raro en las escaleras, pues al poco tiempo de decírmelo empecé a escuchar un ruido primero como de golpes de la barandilla y nuevo como si estuvieran corriendo en la parte de arriba. No tuve más remedio que subir, sin ganas que tenía, hacia la parte superior y empecé a hacer la ronda correspondiente. Entré en la compañía y cuando iba más o menos por la mitad de la misma algo me dijo que mirara hacia a tras y observé una silueta de un hombre, o algo parecido, al lado de la puerta. Yo para mí que era un hombre y la verdad que bastante grande, salí corriendo de la estancia dirección hacia la luz que salía de los pasillos y lo primero que intenté es ver si había alguien por allí. Pero nada allí no había nada, ni nadie. Esto me puso en una tensión tan grande que la verdad que volví hacia atrás nuevamente y volví a meterme por todos los rincones de la compañía, revisé todas las camaretas, servicios, y zona de armas y nada de nada allí no se veía a nadie. Mi paranoia fue tal que empecé a temblar y no era capaz de pensar en nada que no fuera en lo ocurrido lo que me había ocurrido hacía ya unos buenos minutos. Pero no le daba explicación alguna. Yo estaba allí solo, ¿de donde salió esa figura?. ¿Alguien querría gastarme una broma?. ¿Sería una prueba de las que siempre intentan buscar los tres pie al gato los mandos?. Muchas incógnitas y muy pocas respuestas por lo menos lo que yo pensaba. No me dejó dormir y se lo comenté a nuestro sargento lo que había pasado. Estoy esperando que me de una respuesta coherente”. Un misterio que se resolvió al cabo de unas semanas cuando empezaron a investigar los mandos sobre si alguien tenía problemas a la hora de dormir. Se descubrió que había uno y precisamente en la parte de arriba de la compañía de las nuestras que era sonámbulo. Vaya marronazo que teníamos y el miedo que nos indujo a todos los que ese día tuvimos la guardia.