Estos meses de pandemia me han dado la oportunidad de conocer algo más a fondo la evolución económica, demográfica y geopolítica que nuestra ciudad ha experimentado en los últimos 50 años, concretamente desde 1956, fecha en la que se creó el actual Reino de Marruecos.
Estos cambios producidos ayudan a entender los motivos que han ocasionado que la situación de nuestra ciudad se haya ido deteriorando poco a poco, hasta que finalmente ha desembocado en la grave crisis económica que padecemos en estos momentos, que no es achacable únicamente al Covid como algunos pudieran pensar, sino que ésta ha precipitado en el tiempo el desenlace de la crónica de una muerte anunciada.
No creo equivocarme al afirmar que la realidad que estamos viviendo nos tiene a todos muy preocupados, pero aun así nunca nos hemos atrevido a dar el paso adelante de exteriorizar esta inquietud en voz alta, porque de hacerlo significaría reconocer el problema, abandonar nuestra zona de confort, y enfrentarnos directamente con él cara a cara, sin aportar por el momento ninguna solución que ayude a resolverlo, o en su defecto, a arbitrar medidas que atenúen sus efectos. La delicada situación actual de la ciudad y sobre todo la apatía con la que se encara, provoca que se planteen dudas razonables sobre el futuro de Ceuta y por tanto sobre el futuro de todos los que en ella vivimos.
He consultado durante este tiempo distintos trabajos, artículos y hasta alguna que otra tesis doctoral publicadas en estos últimos años. También he seguido con atención las entrevistas que los medios de comunicación locales han realizado a periodistas expertos en este tema, en las que analizaban una serie de hechos acaecidos y decisiones tomadas, que nunca han sido justificadas ni explicadas y que por supuesto se tomaron sin tener en cuenta la opinión del pueblo caballa.
Estas decisiones, injustas a todas luces, tomadas de una manera incoherente las hemos aceptado históricamente sin rechistar, sin mostrar en ningún momento nuestro rechazo frontal a ellas. No hemos sido capaces de alzar la voz para exigirles con firmeza y determinación a los responsables políticos, nuestro derecho a ser informados sobre la verdad de los temas que han sido y son tan sensibles para nosotros. Decisiones que han incidido de forma muy negativa en el futuro de nuestra ciudad, a las que siempre hemos encontrado la callada por respuesta y simplemente han sido despachadas por parte del Gobierno de la nación, con un escueto “son asuntos de Estado”, cuando en realidad son asuntos que nos incumben directamente a todos nosotros.
¿Alguien nos ha explicado los motivos que pesaron en la decisión de que las ciudades de Ceuta y Melilla quedaran fuera del paraguas de la OTAN cuando España ingresó como miembro de pleno derecho en el Tratado del Atlántico Norte, siendo ambas ciudades españolas desde 1580 y 1497 respectivamente y por tanto parte integrante de la nación española?. Parece que esto no es así, que las ciudades de Ceuta y Melilla son consideradas diferentes al resto de España.
Si bien es verdad que cuando España entró a formar parte de la Unión Europea en 1986, se atendió la solicitud de Canarias Ceuta y Melilla, de ser excluidas de la Unión Aduanera, para de esa manera poder conservar los privilegios fiscales y arancelarios de los que en ese momento disfrutaban las tres comunidades; también es cierto que no se aclaró en su momento que motivó la visita del Secretario de Estado para la Unión Europea D. Iñigo Méndez de Vigo, que giró a Ceuta a finales del 2013.
Se sabe con certeza que el Señor Méndez de Vigo vino exclusivamente a convencer a las autoridades locales de no solicitar formalmente el ingreso de nuestra ciudad en la Unión Aduanera, cosa que consiguió, a pesar de que el gobierno de la ciudad tenía en sus manos un estudio sobre las Ventajas e Inconvenientes de la integración de Ceuta en la Unión Aduanera; que fue elaborado en 2008 a petición de la Cámara de Comercio de Ceuta, por un equipo coordinado por el catedrático de la Universidad de Murcia D. Juan Aranda. Este estudio señalaba entre otras cosas “que el ejemplo a seguir era el de Canarias que en 1991 se apuntó a la Unión Aduanera manteniendo buena parte de sus privilegios arancelarios, existiendo por tanto un muy importante paralelismo entre las dos realidades.
Entonces porqué se optó por seguir fuera de la Unión Aduanera, si todo apuntaba a que lo sensato era todo lo contario, basándose en las conclusiones que el estudio arrojaba con afirmaciones tan claras, como que "Sería un impulso al estatuto actual de la ciudad como territorio comunitario, que la conformaría como frontera sur de la UE", y que también "Introduciría dosis de confianza en el futuro y daría pie a la aparición de nuevas oportunidades de negocio y a la posibilidad de que se plantearan planes de negocio a largo plazo".
Una vez más, pesó en la toma de la decisión, no tensar las relaciones con Marruecos, ahorrándose de esta manera tener que presentar una nueva disculpa ante el enésimo enfado del monarca alauita. En lugar de eso los responsables decidieron no pensar en el futuro de esta ciudad, lo que nos hacía una vez más ser diferentes al resto del estado español.
Como estos dos ejemplos, se han sucedido una serie interminable de situaciones que nadie acertaba a comprender y que quedaban siempre sin explicación alguna. La más reciente ha sido desconocer el motivo de porqué somos junto a Melilla las dos únicas comunidades que no han recibido la visita de los Reyes de España, anunciada en la portada del Faro de Ceuta, no siendo desmentida en ningún momento por Zarzuela y que 24 horas más tarde sería negada mediante nota de prensa a través de la Agencia Efe, en la que se citaba fuentes oficiales. Según reza el titular del artículo firmado por Ignacio Cembrero publicado en el periódico digital “El Confidencial” de fecha 6 de Julio de 2020, “El Gobierno aborta el viaje de los Reyes a Ceuta y Melilla para no molestar a Marruecos”, apostillando en su desarrollo que “Pedro Sánchez involucró a las dos ciudades en el estado de alarma, pero por temor a la reacción marroquí, las excluyó de la gira de los Reyes”. Esta reacción es totalmente inexplicable si consideramos a las dos ciudades como españolas; pero tendría explicación si existiera un pacto de cosoberanía no declarado entre los gobiernos de España y Marruecos; en cuyo caso sí se entendería que todas las decisiones que se tomaran sobre las dos ciudades deberían contar con el beneplácito del gobierno de Marruecos.
Estas y otras muchas cuestiones que hemos vivido a lo largo de los años hacen que surjan algunas preguntas, a las que solo nosotros podríamos dar respuesta, ya que nadie con responsabilidad de gobierno nos las va a contestar. Quizás la primera pregunta que nos tendríamos que hacer es la de ¿si SOMOS DUEÑOS DE NUESTRO FUTURO? y la respuesta es bien sencilla, nosotros los ceutíes, que deberíamos ser y sentirnos iguales a cualquier otro español que viva en la península, en realidad se nos considera diferentes al resto. A diferencia de un español que viva en Estaca de Bares, en la isla de Hierro, en Menorca o en Ayamonte, nosotros además de los problemas habituales que todo español soporta, tenemos dos añadidos. El primero es la amenaza latente de Marruecos que reivindica, sin razón alguna, la soberanía de ambas ciudades, que se ve agravada por la falta de respuesta no gestual de los gobiernos de España. El segundo, que está en nuestras manos poder resolverlo, es la nula movilización provocada por el conformismo, la desidia y el desinterés que estos temas despiertan en el pueblo de Ceuta, pero que todos sabemos que son vitales para ver con esperanza nuestro futuro.
Al inicio de la pandemia, al poco de producirse el cierre definitivo de la frontera con Marruecos seguí la entrevista que Beatriz Palomo le hacía a la corresponsal de la cadena Ser en Marruecos Sonia Moreno. La información que la periodista nos desveló produjo cierto revuelo y algo de sorpresa en nuestra ciudad, pero siendo sinceros, el contenido de las declaraciones venía a confirmar una vez más lo que casi todos pensábamos o intuíamos desde hacía tiempo.
Ya en los años 80 llamaba la atención que la actividad comercial que se realizaba en nuestra ciudad a través de la frontera con Marruecos no era normal, tanto es así que la pregunta habitual entre los comerciantes al iniciar la actividad diaria era, “como esta hoy la frontera”. Se sabía que la situación de la frontera era de un equilibrio inestable que dependía fundamentalmente de las decisiones siempre arbitrarias y unilaterales tomadas por las autoridades marroquíes. Los comerciantes asumían el riesgo de un posible cierre fronterizo que podía ocurrir en cualquier momento de una manera temporal e intermitente, como así sucedía, y por tanto era mejor seguir con el comercio del día a día sin pensar en lo que pudiera ocurrir en un futuro.
En estos últimos cinco años la situación se ha ido deteriorando, viendo cómo se estaban desarrollando los acontecimientos y máxime con las informaciones que nos llegaban a diario, a las que nunca le hemos dado la magnitud que realmente tenían, se podía sospechar que más temprano que tarde el cierre unilateral de la frontera por parte de Marruecos iba a ser un hecho consumado como así ha sucedido
La actividad que en Ceuta se la conocía como “comercio atípico”, que se justificaba diciendo que era una característica más de la idiosincrasia de la ciudad; Marruecos la califica ahora como comercio de contrabando. Según declaraciones realizadas por el ministro del Interior marroquí Abdelouafi Laftit durante un acto público celebrado el pasado 4 de Septiembre, aseguró que este tráfico de mercancías por la frontera no se iba a reanudar nunca más, argumentando que esta actividad dañaba tanto a la economía local como a la nacional y que debían defender la dignidad de las mujeres marroquíes, por lo que no se volvería a una situación que diese una mala imagen de la mujer".
Reconociendo el derecho que asiste a las autoridades marroquíes de tomar la decisión de acabar con esta actividad que perjudica la economía de su país, y al mismo tiempo, defender la dignidad de la mujer marroquí, se le puede aplicar el tan conocido refrán castellano, “a buenas horas mangas verdes”. La realidad que todos conocemos es que ese trasiego de mercancías que a un lado de la frontera la denominan como “alegal” y al otro la catalogan de “contrabando”; en realidad se trata de una actividad “comercial” que se ha producido con la permisividad de la administración de Marruecos, que la ha dado como “buena” desde hace más de 40 años, ya que aunque para el Gobierno de Marruecos la frontera del Tarajal se considera solo como paso fronterizo por el que únicamente pueden transitar personas y vehículos, no así mercancías; es el mismo gobierno que permite a estas personas, poder cargar sobre sus espaldas fardos de hasta 80 kilos, justificándolo como equipaje de mano.
Durante los años que este tipo de comercio se ha venido desarrollando a ambos lados de la frontera, las autoridades marroquíes han conseguido atenuar parcialmente los efectos de la débil situación económica de una de las regiones con menor renta per cápita del país vecino. Según datos aportados por la Cámara de Comercio Americana de Casablanca, que refleja en su artículo fechado en 2016 el periodista Javier Martín Arroyo publicado en El País, el comercio transfronterizo beneficia directamente a 45.000 ciudadanos del país magrebí y a 400.000 de manera indirecta. No creo equivocarme al pensar que este ha sido uno de los motivos principales que el gobierno de Marruecos ha valorado para no haber intervenido en el control y regulación de este comercio durante todo este tiempo.
Faltaríamos a la verdad si se negara que la ciudad también ha resultado beneficiada con este tipo de comercio, ya que la recaudación anual de IPSI se veía incrementada en una parte directamente proporcional al volumen de mercancías importadas cuyo destino final era la venta a Marruecos. Según informaciones publicadas sobre la actividad en 2017, se estima que la cifra de negocio que movía el comercio transfronterizo se situaba en torno a los 410 MM de €, lo que representaba casi el 40% del total del volumen de importaciones que la ciudad realizó en ese año, estimándose unos ingresos de unos 25 MM de € por recaudación de IPSI.
Sin embargo este beneficio ha repercutido solo en las arcas municipales, ya que la repercusión que haya podido tener en los comercios enfocados al consumo interno de la ciudad ha sido, salvo casos puntuales, poco significativa. "La actividad que en Ceuta se la conocía como “comercio atípico”, que se justificaba diciendo que era una característica más de la idiosincrasia de la ciudad; Marruecos la califica ahora como comercio de contrabando" No me cabe duda, que en los últimos 20 años, de los actores que han participado en este tipo de comercio el más beneficiado ha sido Marruecos, que ha conseguido cumplir los objetivos que se había marcado desde un principio, para lo que diseñó en su momento un plan estratégico a medio plazo que hábilmente ha sabido desarrollar. En este planteamiento trazado por las autoridades marroquíes las ciudades de Ceuta y Melilla jugaban un papel muy concreto; serían utilizadas como factores de estabilización de la zona norte del país, tanto en el aspecto económico-financiero como en el social-sanitario; y viendo los resultados que han obtenido lo hemos cumplido a la perfección.
Hoy en día estamos sufriendo las consecuencias de los errores cometidos que nos han llevado a la situación actual, que era definida certeramente por el periodista Ignacio Cembreros en la entrevista que la televisión pública local le hacía el pasado mes de Julio, en la que respondía a la pregunta que la entrevistadora Susana Hervás le hizo “sobre si la situación de la ciudad iba a seguir así siempre”, diciendo textualmente; “creo que Ceuta y Melilla van desde el punto de vista económico camino del coma vegetativo, del que ya está muy cerca, y no se ve que haya ningún tipo de reacción por parte del gobierno de España; pero tampoco hay reacción de la ciudadanía de Ceuta y Melilla porque le están cercenando su futuro y no veo que haya grandes reacciones”.
La respuesta del conocido periodista en la parte que nos atañe, puede parecernos dura y seguramente nos moleste el escucharla; pero es por desgracia una realidad palpable. Creo que debe de hacernos reflexionar, reconociendo que somos parte del problema, independientemente de quién o quiénes hayan tomado las decisiones que nos han llevado hasta esta posición casi insostenible.
Pero a la vez de sentirnos como parte del problema, también deberíamos sentirnos parte de la solución, para lo que tendríamos que tomar en nuestras manos las riendas de nuestro futuro, siendo proactivos en la búsqueda de soluciones que pasaría, ante todo, por crear conciencia de pueblo en el que todos tengamos cabida, con independencia de que seamos empresarios, trabajadores asalariados, funcionarios de la administración local o Estatal, autónomos o pensionistas, dejando a un lado nuestro origen, y que el único objetivo común para todos sea el trabajar unidos por el futuro de nuestra ciudad.
De esta manera podríamos exigir con más fuerza nuestras reivindicaciones, ya sea en Madrid o en Bruselas, de que se nos abran nuevos caminos, nuevos horizontes, que nos faciliten herramientas suficientes que nos permitan dejar de ser una ciudad subvencionada, para pasar a ser una ciudad con futuro del que seamos sus únicos dueños.