Ya van 19 días desde que se decretó el estado de alarma por la expansión del coronavirus, pero no deja de impresionar la estampa: calles completamente vacías, con los vehículos aparcados como si, en un instante, todo se hubiera parado. Que los aparcamientos un jueves por la tarde estén como si más bien fuese domingo es una buena señal: no se cogen los coches, o las motos, salvo causa de fuerza mayor. Todos se quedan en casa.
La Policía Local sigue su trabajo: controles en varios puntos de la ciudad, entre ellos en la avenida de España. Preparados con sus mascarillas y guantes, van parando a los conductores y a peatones en un procedimiento que todos han asumido ya como parte del día a día.
Unos agentes cuya labor denunciaron los sindicatos se está viendo intensificada y que tienen que ejercer con mayor “presión” debido al aumento del despliegue de agentes tanto para controles rutinarios en toda la ciudad como para, también, las intervenciones puntuales en sitios como el pabellón de La Libertad.
Aún con todo, a vista de pájaro no parece que nada sea distinto. Pero sobre el terreno, es también esta una oportunidad para echar de menos una naturaleza que parece que prospera cuando no hay actividad humana. Es curioso también cómo la ciudad sigue pidiendo que la cuiden, aunque desde este lunes ya solo se acometen las obras imprescindibles precisamente para velar por el mantenimiento de Ceuta.
Con perspectiva, el Fuerte del Sarchal y los bloques de viviendas de colores parecen idénticos. Nadie los habita desde fuera, aunque dentro haya familias. Lo único que delata donde hay vida es el mensaje de ánimo que cuelga de muchos de los balcones: ‘Gracias a todos’ es un buen lema motivacional para acabar superando una pandemia.
no es verdad en el recinto desde donde da la vuelta el bus hasta el deposito de agua es un cachondeo y en frente de la asociación hay un hueco se juntan allí a charlar y fumar sobre todo por la tarde lo le dan importancia y siempre los mismos si les tomaran el nombre y lo revisaran verían que son los mismos y por reyes católicos ni os cuento y desde juan carlos I hasta el sardinero de risa